El traje viejo de las visitas
El Granada, tercero en la clasificación, desperdició el primer tiempo en El Molinón con un planteamiento sin intensidad y que murió desde el centro del campo
El Molinón despertó la peor versión del Granada, adormecida desde que la visita al Villarreal B acabó con el trauma a domicilio. El conjunto rojiblanco viajó a Gijón enfundado en su traje viejo de las visitas, ese que parecía ya encerrado bajo llave en un baúl, que desconecta a los pupilos de Paco López y deja escapar los puntos. Bastaron 45 minutos de zozobra para que se les fuera el encuentro entero y la segunda plaza, arrebatada por Las Palmas tras remontar en Albacete. Carentes de intensidad, los nazaríes encajaron en un saque de esquina hacia el ecuador de un nefasto primer tiempo y la cuesta se hizo demasiado empinada.
Es esa falta de ímpetu lo que menos gustó al técnico rojiblanco, a tenor de lo que expuso en rueda de prensa tras el encuentro. Cada balón dividido se quedaba en poder del conjunto local, cada disputa se decantaba del lado asturiano y en cada carrera los guajes tomaban ventaja. "A nosotros, desde el banquillo, lo que nos ha sorprendido es cómo nos han ganado todas las acciones en la presión, las segundas jugadas, la poca precisión que hemos tenido nosotros, la poca valentía en determinados momentos para, ante la presión agobiante del Sporting, quedárnosla y dar tres pases consecutivos", lamentó Paco López, acerca de una actitud que el hincha ya había visto en su equipo durante buena parte del curso, cada vez que salía a jugar fuera de casa.
La última vez que el Granada exhibió esta apatía fue, precisamente, en la derrota que inició el lapso de diez jornadas sin perder que finalizó en El Molinón, en casa de un Levante muy superior. Desde entonces, el conjunto rojiblanco se recompuso. Olvidó su miedo escénico en campo ajeno y, con pundonor, enlazó una secuencia excelente. En Gijón, los nazaríes volvieron a las andadas para dejar escapar la oportunidad de situarse en lo más alto de la clasificación y poner en bandeja la segunda plaza.
El paso por los vestuarios y, sobre todo, la incursión de Bryan Zaragoza dotaron de vigor al cuadro granadinista en el segundo acto. La imagen fue distinta, pese a que el fútbol no fuera excelso, y la pugna alargó hasta el final la probabilidad de, al menos, puntuar. El joven malagueño es una brisa de aire fresco cuando entra desde el banquillo, si bien las titularidades se le atragantan. Su fútbol de calle altera cualquier guion. Desquició a Cote y despertó a Uzuni, invisible hasta entonces. El equipo inició un asedio sobre la portería de Cuéllar, pero adoleció de la eficacia de otras faenas y no le dio para arañar algo positivo.
Un agujero en la medular
Más allá de la ausencia de ímpetu en el primer tiempo, el planteamiento del Granada en El Molinón murió desde el centro del campo, donde había un agujero que enmarañaba todo el juego rojiblanco. A pesar de ensayar otras combinaciones, en especial con Meseguer junto a Pol Lozano, el técnico valenciano mantuvo en el once al catalán y a Bodiger en la sala de máquinas. Espesos y taciturnos, volvieron a sufrir en la construcción, como viene sucediendo en distintos tramos desde hace varias jornadas, sin solución hasta la fecha.
“Tenemos mediocentros y hay que tratar de buscar siempre lo que creemos que es mejor. Cuando el resultado no es el que todos queremos, siempre nos acordamos de otros jugadores, de otras parejas”, respondió Paco López a preguntas de los medios granadinos tras el partido. El preparador considera que el tándem Pol Lozano-Bodiger es en este momento el que más se adecua a lo que desea e insiste siempre que puede contar con ambos futbolistas, considerado ya parte de su once de gala. Ha disputado seis de los últimos ocho duelos, mientras que, en este mismo periodo, Meseguer apenas ha jugado en el tramo final del encuentro frente al Oviedo, Petrovic acumula poco más de un cuarto de hora y Sergio Ruiz ha vuelto a caer en el ostracismo.
Los resultados han acompañado hasta este domingo, pero el fútbol ha distado de ser brillante. En Gijón, la medular fue caótica. Tal vez la cita implique cambios en Zaragoza. La competición entra en su recta final con todo tan igualado que no da margen a desperdiciar minutos como lo hizo el Granada contra el Sporting.