El mejor Bryan no basta para ganar (3-3)
El Granada pasa de la UCI a rozar el triunfo en un partido imprevisible, en el que Luis Suárez hizo tres tantos para el Almería y el extremo nazarí brilló
Relatar lo que ha sucedido este domingo en el Power Horse Stadium no es sencillo. Probablemente, la mejor explicación es que se cruzaron dos ataques certeros, las dos defensas más frágiles de Primera División y dos mentalidades muy débiles. Almería y Granada han firmado un empate que nadie quería y que solo abre brecha con respecto a los equipos que se sitúan por encima. Hasta concretar las tablas, los dos conjuntos fueron funambulistas sobre la fina línea que separa la vida y el descenso, en un compromiso cuyo guionista mostró desprecio por la salud cardiovascular de ambas hinchadas. El cuadro dirigido por Paco López ingresó en la UCI, destrozado por un Luis Suárez estelar en una desconexión flagrante. Que el colombiano hiciera un gol ante sus antiguos compañeros probablemente cotizaba poco en las casas de apuestas, pero que le hiciera un hat-trick en cinco minutos era impensable. Como también que los de franjas horizontales reaccionaran hasta rozar la victoria. Bryan, ese proyecto de estrella que hace alucinar a quien le ve jugar, les inoculó un suero revitalizante desde los once metros; Ricard les hizo creer y Uzuni rescató el punto.
El director de la compañía granadinista, obligado por la fatiga acumulada en una semana extenuante y por algunas molestias, varió el reparto de actores principales. Rescató a Sergio Ruiz para reforzar la medular, con Gumbau como pivote sobre el que articular el sistema nazarí, errático el catalán. Por detrás, el mismo elenco de defensores que ha acariciado el equilibrio ansiado por Paco López en las últimas semanas; por delante, maltrecho Uzuni, Puertas se propuso como aliado de Boyé en la caza de los goles. Callejón, de vuelta en el once, percutió desacertado por un flanco y por la otra orilla improvisaba Bryan, el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo. Es en las grandes citas donde se forjan los futbolistas diferenciales, y él devoró el escenario, pero con la luz de su mejor versión no basta. Los hinchas desplazados acabaron pidiendo su convocatoria para la Selección Española.
De ser otro jugador, cabría imaginarle tenso en el vestuario, repitiéndose mentalmente un mantra motivacional. "Concentración, velocidad, soy rápido", podría alentarse. Pero él es un descarado que se siente en la placeta del barrio cuando salta al verde. Ya deben de empezar a conocerle entre las defensas de Primera como 'Bryan el travieso'. No sintió un ápice del respeto que fluía por las venas de los contendientes bajo una lluvia ígnea que torraba la tez de los intérpretes. En el cuadro indálico, se manifestó pronto como un temor paralizante, atenazados en el inicio los del debutante Lasarte. Los granadinistas, en cambio, se desperezaron con el balón. Se giró Puertas en la línea de fondo y escrutó el horizonte hasta encontrar a Boyé, rauda la zaga local para despejar. Intentó Luis Suárez espabilar a los suyos en un arranque enrabietado, pero se aturulló al divisar el área. Después haría un traje.
Entonces, todavía se movían con soltura los de Paco López, de azul intenso en este domingo. Boyé acarició con la coronilla un centro de Ricard y Bryan Zaragoza, que detectó una fisura en el costado diestro de la zaga local, empezó a frotar la lámpara. En un gambeteo, esquivó a cuantos defensas locales encontró a su paso, sin aliados en zona de finalización. Posteriormente, el malagueño sentó a Kaiky en una baldosa, deslizándose sobre la misma línea de fondo, y localizó al delantero argentino, que, con poco margen de maniobra, empujó el balón fuera junto al perfil exterior del poste. Con tres dedos, el endiablado extremo del Granada envió un servicio más propio de Luka Modric que no alcanzó por poco Callejón en un tercer intento.
Los abonados locales se preguntaban quién era el menudo futbolista de botas rosas que dinamitaba por el costado, sin saber que lo que estaba cerca de estallar era la furia de Luis Suárez. Los de Lasarte quisieron reaccionar y penetrar precisamente a la espalda del malagueño, por donde había un espacio peligroso para Neva. Les sirvió para perfundir cierta inquietud y aplacar el gobierno visitante, aunque los goles llegarían por el otro lado. Boyé filtró un pase que Puertas quiso convertir en golazo, desviado por encima del larguero, justo antes de que Baptistao encontrara el ángulo muerto en la banda izquierda de su adversario. Tiró al cuerpo del guardameta nazarí y, en el rechace, Edgar se abrió la ceja al rematar como un avión la cabeza de Ignasi Miquel. El espigado jugador indálico tendría que ser sustituido más tarde. Antes, el atacante brasileño controló una pelota viva en la frontal y la impactó contra el poste, inalcanzable.
Desconexión letal
Aun con ello, la desconexión que mataría al Granada era imprevisible. Bryan Zaragoza golpeó al lateral de la red y, después, tiró un túnel a Puigmal que tal vez habría acabado entre las dianas de la temporada si no se la llega a robar Puertas, ambicioso. Callejón malogró con el tobillo el enésimo servicio del malagueño y comenzó la mascletá. Melero pilló a Gumbau aletargado, Lopy prolongó para Ramazani y el veloz extremo habilitó el movimiento de Luis Suárez, quirúrgico ante el marco, sin recuerdo a su pasado granadinista en la celebración. Quedaron desnortados los visitantes, que, sin saber cómo, vieron de nuevo al belga correteando por la línea de fondo. El atacante levantó la mirada y halló al cafetero libre para encauzar junto al palo.
Los de franjas horizontales no sabían por dónde les estaban viniendo los golpes. Sacaron de centro en un intento de animarse, pero ni tiempo tuvieron para creérselo. Perdió Puertas la pelota muy rápido, excelente Ramazani de nuevo. El extremo levantó la pelota y Luis Suárez, como si guardara rencor al que fuera su equipo, le asestó una tercera puñalada tras dejar en la cuneta a André Ferreira y a Torrente. Tres goles en apenas cinco minutos, una sangría. No se puede decir que el Almería hubiera dado con la tecla que debía tocar en un reajuste eficaz, sino más bien que su adversario, con mentalidad de gelatina, había salido del encuentro. El Granada había tirado del cable y había apagado el sistema.
Reacción encomiable
Paco López removió todo lo que pudo en el paso por los vestuarios. Incorporó a Miguel Rubio para juntar a tres centrales, con Álvaro Carreras como carrilero y Gonzalo Villar en el medio, pero la moral nazarí estaba por los suelos. Entraron Arribas y Embarba en el cuadro de casa para aprovechar la depresión visitante. Este último atacó el espacio por la orilla izquierda y entregó a Luis Suárez la posibilidad de alcanzar el póker, sin atino el colombiano en el cabezazo. Seguidamente, se confió el plantel indálico en una construcción y Villar se hizo con la pelota. Recortó sobre Lopy al pisar área y el mediocentro local le derribó. No dudó el colegiado al señalar la pena máxima, ni tampoco Puertas al coger la pelota. La colocó con mimo sobre el punto y vio demasiado grande a Maximiano, que escupió el disparo.
Sí transformó después Bryan Zaragoza. El extremo, bien escoltado por Álvaro Carreras, hizo uno de sus trucos para agitar un tramo anodino del duelo. El Granada se quedaba sin ideas y Lucas Boyé picaba piedra en una intensa porfía con los centrales, infructuosa ante la escasa vitalidad de sus compañeros. El malagueño quebró otra vez a Puigmal, a quien seguro provocará terrores nocturnos, y el defensa no tuvo más remedio que agarrarle, lo que forzó su caída. El joven granadinista asumió la responsabilidad con confianza y engañó a Maximiano. Premio a su excelente actuación, inyección de energía para los visitantes, resucitados. Sintieron los nazaríes que era posible y Ricard tuvo fe. El lateral vio a Puertas falto de apoyos en una conducción por el carril del '10' y le ofreció una posibilidad al espacio. El almeriense trazó un pase magnífico para que el catalán, en carrera y con serenidad, conectara un chut tan cruzado que dio en el poste antes de entrar.
Los alrededor de 500 hinchas desplazados desde Granada irrumpieron en la tensión local con un sonoro "¡sí se puede!". Ahora, eran los de casa los que se desmoronaban. Luis Suárez pateó al aire en otra oportunidad para anotar su cuarto gol, justo antes de lesionarse, en apariencia de gravedad, aplaudido por todo el estadio al ser retirado en camilla. Lasarte quiso recoger la ropa, en previsión de un último arreón granadinista, pero llegó tarde. Peinó Lucas Boyé, magistral en el juego de espaldas, y Uzuni, recién incorporado, ajustició en la carrera. Paco López fue a por los tres puntos con Weissman, pero los once minutos de descuento se quedaron cortos. Arribas maldijo el poste en un lanzamiento lejano y los visitantes no lograron concretar ningún contragolpe. Álvaro Carreras hizo lo propio sobre la bocina, tras varios rebotes. La reacción fue encomiable, aunque el global del encuentro, muy preocupante. La cuesta se empina.
Ficha técnica:
UD Almería: Maximiano; Puigmal (Alejandro Pozo, 83’), Chumi, Kaiky, Akieme; Edgar (Iddrisu Baba, 34’), Dion Lopy, Melero; Leo Baptistao (Sergio Arribas, 48’), Ramazani (Embarba, 48’) y Luis Suárez (Koné, 83’).
Granada CF: André Ferreira; Ricard, Ignasi Miquel (Miguel Rubio, 46’), Torrente, Carlos Neva; Bryan Zaragoza, Sergio Ruiz (Gonzalo Villar, 46’), Gumbau, Puertas (Uzuni, 73’); Callejón (Álvaro Carreras, 46’) y Lucas Boyé (Weissman, 88’).
Goles: 1-0: Luis Suárez, min. 41; 2-0: Luis Suárez, min. 44; 3-0: Min. 45+1; 3-1: Bryan Zaragoza, de penalti, min. 66; 3-2: Ricard, min. 70; 3-3: Myrto Uzuni, min. 86.
Árbitro: Pablo González Fuertes, del comité asturiano. Amonestó a los locales Puigmal y Akieme, así como al visitante Gonzalo Villar. También vio tarjeta amarilla el entrenador visitante, Paco López.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la 8ª jornada de Liga en Primera División, disputado en el Power Horse Stadium de Almería, ante 14.264 espectadores, alrededor de 500 de ellos, aficionados del Granada CF. En los prolegómenos del partido, la UD Almería rindió homenaje al jugador Lucas Robertone tras haber cumplido un centenar de partidos como jugador indálico mediante la entrega de una camiseta conmemorativa.