El Granada sucumbe ante el 'ciclón Viera' (2-0)

El conjunto rojiblanco, impotente y plano, vuelve de Las Palmas con una dolorosa derrota orquestada por el habilidoso mediapunta canario

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Los jugadores de Las Palmas celebran el gol de Loidice ante la frustración rojiblanca | Foto: LaLiga
Chema Ruiz España
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El Granada sorteó las inclemencias de la borrasca tropical Hermine, pero no pudo hacer nada cuando llegó el ‘ciclón Viera’. El habilidoso mediapunta es un genio de trucos infinitos que ha liderado el triunfo de La Palmas, que se sitúa líder a costa de un impotente conjunto rojiblanco. Se inventó un recorte callejero para asistir a Loiodice al borde del descanso y, ya en la recta final del duelo, asestó desde el punto de penalti una puñalada que deja malherido al cuadro nazarí, incapaz de generar peligro en todo el encuentro, perdido desde el inicio y frágil. Los granadinos han sucumbido ante el plantel amarillo para cerrar un tormentoso viaje a las islas, del que el equipo regresa con el ánimo quebrado y Aitor Karanka, que varió el dibujo pero no encontró soluciones, muy cuestionado.

En un esquema nuevo, con tres mediocentros por primera vez, el vitoriano incrustó a Rochina en un costado, en lugar del internacional Uzuni. Difícil la empresa que se le encargaba: reemplazar al máximo artillero rojiblanco, el hombre que se ha ganado el corazón de toda una hinchada con tesón y carisma, y, encima, tras haber sido poco menos que defenestrado, sin minutos en cuatro de los seis duelos anteriores, con solo 900 segundos de juego sobre sus botas. Hasta al de Sagunto, que apenas entró en el partido, le debió de pillar por sorpresa. Atrás, el técnico pertrechó una línea recompuesta con Cabaco, poderoso en el medio, y Víctor Díaz en el lateral derecho. Perdía la frescura de Ricard, pero ganaba la experiencia del sevillano, que sufrió sobremanera, atosigado por el cuadro amarillo en su banda. Todo salió mal.

Solo una fina capa de lluvia quedaba del ciclón que aplazó el duelo cuando los jugadores amarillos comenzaron mover el balón. Las Palmas, equipo meloso con la pelota, recogió con gusto la posesión que los de Aitor Karanka le entregaron sin oponer resistencia. En las antípodas, los rojiblancos sumaron hombres a los remos, agazapados en la mitad de terreno que les había tocado, a la espera de alguna ocasión para arriar las velas. Apretaron los dientes y siguieron el esférico con la mirada. En su poder, duraba un suspiro. Rochina lo perdió en su primera intervención, cerca del área, y Jonathan Viera lo lanzó a las manos de André Ferreira en la falta en que desembocó la acción. Poco después, Óscar Clemente se llenó de fe para terminar una larguísima cadena de pases del conjunto grancanario con un disparo muy alto.

El planteamiento del Granada era rocoso, pero falto de iniciativa. La misión de neutralizar la inventiva pío-pío estaba clara; la de acercarse a la meta rival, sin embargo, parecía ser confiada al azar. Jonathan Viera, ese futbolista que ha llevado a la élite el fútbol de placeta, marcaba tempo del cuadro amarillo, sin excesiva inquina frente a la maraña rojiblanca, bien juntita cuando el balón traspasaba la divisoria. González Esteban sacó a pasear las cartulinas, hasta tres en diez minutos, y de entre la dureza quiso salir el Granada de la cueva, guiado por el nervio más que por la cabeza. En las pulsaciones altas, se liberó el conjunto dirigido por Karanka. No obstante, en una transición, Álvaro Jiménez enganchó un balón que caía tras un mal despeje de Víctor Díaz y lo mandó a la cepa del poste. Callejón le quiso emular más tarde, en un saque de esquina, pero su remate acabó en la espalda de Álex Suárez.

El Granada se iba acomodando hacia el final de los primeros 45 minutos, síntoma de que la pelota empezaba a pasar por Meseguer y de que Rochina se dejaba ver en construcción, cenicientos ambos pese a ello. En otro córner, Callejón combó el centro a la frente de Víctor Díaz, que saltó más que nadie para provocar la estirada de Álvaro Valle, que palmeó el peligro, elástico como Reed Richards en los tebeos de superhéroes. Puertas, muy desaparecido, golpeó después desde lejos, pero el tiro se le fue muy lejos. Los de Karanka se veían en la caseta, rumiando cómo romper la igualdad, pero cuando uno juega frente a Jonathan Viera sabe que, tarde o temprano, el canario frotará la lámpara. Recogió la pelota tras un barullo junto a la línea de banda, se inventó un quiebro para quitarse de encima tanto a Bodiger como a Víctor Díaz y asistió a Loiodice, que ajustó bien dentro del área. Impuso la ley de la calle.

La palmada en la cara dejó aturdido al Granada, que volvió a ser presa de la ansiedad. Un primer tiempo preocupante dio paso a un segundo acto que acrecentó la impotencia rojiblanca. A Karanka le crecían los enanos. En un saque de puerta, André Ferreira sintió una pedrada en el muslo y tuvo que abandonar, en favor del debut de Raúl Fernández. Quiso Jonathan Viera probar al que hasta este verano fue portero de Las Palmas con un zurriagazo desde la zona de tres cuartos, pero el puntapié careció de atino. El trío de mediocentros con el que afrontó el conjunto nazarí el duelo, modificado con la entrada de Sergio Ruiz en el descanso, era un pegote de cemento, más que la reunión de compositores que tal vez requería el equipo para acechar la meta contraria. El juego granadinista, chicloso.

Las áreas dejaron de aparecer en el plano y los de García Pimienta retrasaron líneas. Soltaron el balón para empezar a jugar con el cronómetro mientras que Jorge Molina y Bryan Zaragoza, dos de los atacantes que opositaban a la titularidad en el cuadro nazarí, salieron para tratar de alterar los últimos compases. Quien los agitó, sin embargo, volvió a ser Jonathan Viera. Las Palmas gestionó la estéril desesperación rojiblanca hasta que Lemos, que acababa de entrar quedó solo en el costado, con campo por delante, despistado el reubicado Puertas. Levantó la cabeza y vio al genio grancanario entrar en segunda línea. Lo habilitó, previa dejada de Sandro Ramírez, que también llevaba poco tiempo en el campo, y el menudo mediapunta amagó hasta forzar un cuestionable penalti de Miguel Rubio. El VAR lo ratificó, porque hubo un mínimo contacto, y él mismo lo ejecutó con potencia para matar el encuentro.

Las Palmas pudo, incluso, engrosar el marcador, pero el listado de malas noticias para Karanka solamente agregó la lesión de Cabaco en las postrimerías, reemplazado por Pepe, a la serie de catastróficas desdichas en que se convirtió el viaje a las Canarias. La tercera derrota en Liga, todas ellas lejos de Los Cármenes, deja una lectura inquietante en el conjunto rojiblanco, impotente cuando se enfrenta a marcadores adversos y plano en sus últimas cuatro jornadas. El ajuste en el dibujo condensó al Granada, desnutrido en ataque sin el acierto de Uzuni. No jugó y ni mucho menos asustó. Sin puntos ante los dos rivales directos con los que se ha cruzado, muy inferior en ambos duelos, el bagaje se aleja del potencial que se le presupone al equipo. La semana será dura. La reflexión, necesaria.

Ficha técnica:

UD Las Palmas: Álvaro Valles; Sergi Cardona, Coco, Eric Curbelo, Álex Suárez, Álvaro Jiménez (Lemos, 76’); Óscar Clemente (Benito, 63’), Loiodice (Fabio, 63’), Mfulu, Jonathan Viera (Pejiño, 88’); y Marc Cardona (Sandro, 76’).

Granada CF: André Ferreira (Raúl Fernández, 64’); Víctor Díaz, Miguel Rubio, Cabaco (Pepe, 90+2’), Quini (Jorge Molina, 72’); Petrovic, Bodiger, Meseguer (Sergio Ruiz, 45’); Antonio Puertas, Rochina (Bryan Zaragoza, 72’) y Callejón.

Goles: 1-0: Loiodice, min. 43; 2-0: Jonathan Viera, de penalti, min. 81.

Árbitro: Jon Ander González Esteban, del comité del País Vasco. Amonestó a los locales Loidice, Álex Suárez y Sandro, así como a los visitantes Quini, Meseguer y Rochina.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la séptima jornada de Liga en Segunda División, disputado en el Estadio Gran Canaria, ante 13.402 espectadores. Antes del comienzo del partido, se guardó un minuto de silencio en memoria de Marcial Sánchez de Egea, exjugador de la UD Las Palmas.