El Granada cae de un balazo (0-1)
Un gol de Almeida en el tramo final del partido tumba al conjunto rojiblanco, al que competir mejor no le ha bastado para engancharse al último tren por la permanencia
El Granada cae a Segunda de un balazo, el último que le quedaba en la recámara. El conjunto rojiblanco ha dejado escapar otra vez el tren hacia la permanencia, quimérica incluso si hubiera ganado, en un encuentro en el que, no obstante, Sandoval le rescató orgullo. El equipo compitió mejor que en otras citas ante un Valencia desganado, al que le bastó un certero disparo de André Almeida para abatir a su rival. Cazó el rechace de un córner y desafió a Batalla con la mirada. Bang. Los nazaríes, sin pólvora para encauzar alguna de sus ocasiones previas, se desplomaron al instante, desprovistos también de alma para emprender una reacción. Evitaron que les pintaran la cara como el club que alguien viera las pintadas en el estadio antes del partido, pero no esquivan una muerte agónica. Falta ver quién escribe el epitafio.
Sandoval planteó un duelo al más puro estilo western. Pistolas al atardecer, con un solo proyectil en el revólver, pero con sus pistoleros más certeros, aun tocados, para reducir las probabilidades de fallar el tiro. Pretendió un choque a tumba abierta y, aunque la cita careció de un ritmo electrizante, encontró en lo más profundo de sus pupilos el carácter que parecía perdido. Lo suficiente para competir y, al menos, no desagradar a una hinchada desgastada. El Valencia, taciturno, pareció haber aplazado su cita con las musas o haber entrado en el mood de parón liguero que, por calendario, correspondía a esta semana. Sin embargo, este Granada es una pobre criatura que, a diferencia del personaje al que encarna Emma Stone en la oscarizada película de Giórgos Lánthimos, carece de espíritu. Cayó a plomo.
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Entre el ánimo de unos y las pocas ganas de los otros, el encuentro apuntaba a ser un tostón. Dormitaban los murciélagos y se trababan los de rayas, aunque algo más revoltosos. Pellistri olfateaba el área de lejos y a Uzuni se le encasquilló el rifle en lo que la boy band valencianista desafinaba. El paso de los minutos fue acomodando a los de casa bajo la batuta de Gumbau, una extensión de Sandoval sobre el césped, ante la pasividad che. El mediocentro catalán armó la pierna tras un caracoleo tenaz del diablillo uruguayo para dibujar una parábola hipnótica que fue a parar a la cruceta. Y, como si el impacto hubiera hecho las veces de despertador para la moral granadinista, los rojiblancos se lo creyeron.
Boyé, pleno de confianza, se pidió una falta que estampó en la barrera, antes de que a Uzuni se le hiciera de noche en el área, pegajoso Thierry Correia. El portugués era una lapa adherida al dorsal once del Granada. Sergio Ruiz, al impulso de una corazonada, recorrió el campo entero como si quien le persiguiera fuera el mismísimo descenso en lugar de Sergi Canós. Ni siquiera la guadaña del valencianista logró derribarle. Asistió a su goleador, pero el testarudo perseguidor del albanés estiró la pierna a tiempo para que el disparo saliera mordido. Gumbau levantó después el periscopio, tan fino Pellistri en el control como rápido Mosquera para ahuyentar el peligro. El uruguayo recibió más tarde tras una triangulación aseada de los rojiblancos e impactó blando con su pierna mala, seguro Mamardashvilli en el palmeo.
Para entonces, expirado el breve lapso de emoción, el partido había comenzado a adquirir tintes broncos. Baraja echaba chispas y Jaume Doménech intentaba espabilar a los suyos, que jugaban con las pilas gastadas. Los rojiblancos, aun sin pulcritud, jugaban ligeros, como si hubieran logrado desprenderse del peso de su situación en la tabla. Entre interrupciones asomó el descanso, pero Thierry Correia, el único valencianista que parecía motivado, estiró una acción que quiso adornar con una rabona sorprendente hasta para Hugo Duro, que esperaba el centro. El esférico acabó en las botas de Canós, que intentó lucirse, muy falto de rosca para encauzar el tiro.
A la vuelta de vestuarios, recompensado el esfuerzo nazarí con un aplauso generalizado, Sandoval quiso dar un pasito al frente y acampar en territorio che. Los valencianistas no plantearon demasiada resistencia, si bien amenazaron en un córner que cabeceó Javi Guerra y agarró Batalla. El Granada intentaba profundizar por los costados. Corbeanu, justo antes de ser sustituido, erró un recorte que le terminó sirviendo para desmarcarse de Correia. Se vio con pista para despegar y cargó el misil, pero le salió un tiro horrible que despertó alguna carcajada resignada en la grada. Barajaron sus naipes los dos técnicos, ventana abierta a la crispación contra el palco.
Los cambios resultaron anestésicos. A los de franjas horizontales se les iba acabando la gasolina, mientras que Baraja no daba con la tecla, aunque sus pupilos comenzaron a madurar más las jugadas. En una, André Almeida, que acababa de entrar, buscó un aliado en el corazón del área, atento Neva. Peter, también refresco, mandó a las nubes el balón sin dueño. Mal augurio para los rojiblancos, cuya estabilidad emocional es tan frágil como la casa de paja de los tres cerditos. Sopló de nuevo el Valencia, en un córner, y se vino abajo. Todos fueron al primer poste, con lo que Lucas Boyé pudo sacar el centro sin presión. Pellistri no alcanzó a alejarla más y la pelota fue al medio, donde aguardaba Almeida con la caña. Ajustó el tiro. La última bala. Directa al corazón granadinista.
El descenso, aunque no matemático, se sintió en todo el estadio como un escalofrío. La ira ya brotaba sin que fuera necesario estimularla demasiado. Arezo, que saltó tras el gol, encontró una pelota franca en el área, indecisos los zagueros valencianistas, pero la puso en órbita. La rúbrica de una muerte que hace tiempo se viene anunciando. Es cuestión de tiempo.
Ficha técnica:
Granada CF: Augusto Batalla; Bruno Méndez (Ricard, 65’), Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Pellistri, Gumbau, Sergio Ruiz (Gonzalo Villar, 79’), Theo Corbeanu (Józwiak, 57’); Myrto Uzuni (Matías Arezo, 79’) y Lucas Boyé.
Valencia CF: Mamardashvilli; Thierry Correia, Cristhian Mosquera, Cenk Özkacar, Foulquier (Jesús Vázquez, 57’); Fran Pérez (Peter, 69’), Javi Guerra, Pepelu, Sergi Canós (André Almeida, 57’); Diego López y Hugo Duro (Alberto Marí, 86’).
Goles: 0-1: André Almeida, min. 78.
Árbitro: Alejandro José Hernández Hernández, del comité canario. Amonestó a los locales Lucas Boyé, Józwiak y Gonzalo Villar, así como a los visitantes Peter.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la jornada 26ª de Liga en Primera División, que fue aplazado por el incendio en un bloque de viviendas en Valencia. Se ha disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 15.107 espectadores.