Granada, ciudad educadora
Sabemos que el Ayuntamiento de nuestra ciudad está haciendo una apuesta decidida por convertirla en referente de la sociedad del conocimiento, y que esa decisión y buen hacer están logrando frutos evidentes. La reunión del Dones Steering Committee celebrada en Granada el pasado marzo para la construcción del acelerador de partículas Ifmif-Dones, o la distinción reciente por parte del Ministerio de Ciencia e Innovación son sólo la parte más visible. Detrás de ello hay mucha investigación y un amplio reconocimiento y proyección de la misma; hay muchas reuniones, estudios, contactos, diálogo, y, no lo olvidemos, una idea clara, por parte del alcalde y de su equipo de gobierno, de lo que quieren que sea esta ciudad. Es evidente que Cuenca cree en Granada. No es solo, como decía esa campaña publicitaria que hemos visto en los últimos meses, que Cuenca ha puesto al mundo mirando a Granada, es que nuestro alcalde cree en las posibilidades y capacidades de nuestra ciudad.
Pero esa ciudad del conocimiento tendría los pies de barro si no va unida a un modelo que tenga la educación, formal e informal, como guía de proyectos y actuaciones. Una comunidad moderna, emprendedora, corresponsable, con una sociedad civil fuerte, es aquella cuyo principal activo es la educación del conjunto de su ciudadanía. Es decir, un modelo que impulse y prestigie la educación desde las primeras etapas educativas y que alcance, de forma continua y a lo largo de toda la vida, a toda la población.
Por eso me parece un enorme acierto que el Ayuntamiento haya promovido y alcanzado un “Pacto por una Granada educadora” incorporándose de lleno a la red internacional de ciudades que han hecho de la educación su modelo de ciudad. Desde hace ya algunos años, las integrantes de esta red han convertido sus ciudades, su funcionamiento, espacios, recursos y valores, en parte fundamental del modelo educativo. Es más, puede decirse que ser ciudad educadora llega a definir el propio modelo de ciudad. Y lo están haciendo con el liderazgo de sus ayuntamientos, profesorado y centros educativos, y con una amplia participación de la sociedad civil. Que la ciudad eduque supone una mirada de largo alcance sobre lo que se quiere que sea la ciudad.
En esa dirección se ha alcanzado dicho pacto, como un nuevo rayo de esperanza y de confianza en el futuro de Granada. Una educación inclusiva, a lo largo de toda la vida y que permee todos sus barrios; una educación que corrija las desigualdades por razón de clase social, procedencia, etnia, género, edad, orientación sexual, diversidad funcional o cualquier otro motivo; una educación que promueva la participación y creatividad de todas las personas en el ámbito cultural y que favorezca el diálogo intergeneracional; una educación que fomente los valores del respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad, el interés por lo público y el compromiso con el bien común. Todo esto figura en ese Pacto por una Granada Educadora pues, como se dice en el texto, “la educación trasciende los muros de la escuela para impregnar toda la ciudad”.
Nunca me cansaré de repetir que las democracias necesitan imperiosamente una ciudadanía bien formada para no quedarse sin contenido. Es innegable la importancia de la educación para el desarrollo integral de las personas, para crecer en conocimientos, para descubrir el mundo, para adquirir un talante ético y un universo de valores que ilumine y guíe las actitudes y las conductas. Y las ciudades, su funcionamiento, su forma de ser gobernadas, la organización y disfrute de sus espacios, y los valores que se impulsan y prestigian desde las instituciones se convierten en parte fundamental de esa educación.
Me alegra profundamente este proyecto porque contribuye a la construcción de una ciudad culta, igualitaria y pacífica, imprescindible para garantizar la convivencia ciudadana desde parámetros de participación y de responsabilidad.
¡¡Gracias por la iniciativa!!