La Granada eco-friendly: "Piensa global, consume local"
La ciudad experimenta un aumento de establecimientos de productos de la tierra y ecológicos que benefician la economía y el medio ambiente
Granada apuesta por el ecologismo y el cuidado del medio ambiente, con numerosos locales que velan por esta preciada tierra y se preocupan por su bienestar. Entre envases de plástico, hortalizas y frutas traídas de otros continentes y productos de limpieza llenos de químicos, estos espacios apuestan por lo natural y lo local, por los productos de la propia región y a granel.
Las últimas semanas son una muestra notable de los efectos del cambio climático, con bruscas bajadas y subidas de temperatura que los granadinos han podido experimentar en sus propias carnes. Es por ello que escoger un estilo de vida lo más respetuoso posible con la madre tierra y sus recursos supone, a priori, un pequeño cambio para el consumidor, pero una gran transformación para el planeta. Y es que aquí entra el término de lo 'glocal' -global y local-, que implica ambas realidades y las interrelaciona, dando lugar a interseccionalidades y relaciones que muestran que el cambio a nivel local produce un impacto a nivel global.
Repartidos por todo el mapa de la ciudad granadina, estos espacios amigables con el medio ambiente constituyen un reto y un enfrentamiento directo al caótico y despreocupado estilo de vida predominante en la sociedad del siglo XXI. Estos locales, siguiendo esta sabiduría, ofrecen productos a granel, productos veganos, ecológicos, de agricultores locales, productos de limpieza sin tóxicos, de maquillaje y cuidado facial y corporal, de higiene, alimentos menos procesados o con ingredientes de mayor calidad e incluso velas y detergente para la ropa. Todo lo que una despensa podría necesitar.
En la calle Moral de la Magdalena se encuentra ECOeco Panadería y Alimentación Ecológica, un local cuya filosofía de vida, según su dueña, Elisa Morales, va camino de los once años. A lo largo del tiempo, comenta Elisa, ha podido notar cómo ha habido un aumento de clientes, sobre todo por problemas como intolerancias. En cuanto a la cuestión de la implicación de los granadinos en el cuidado del medio ambiente, Morales comenta que hay "de todo", aunque "normalmente el que viene a este tipo de tiendas sí está más concienciado, trae su propia bolsa...".
Elisa, como cocinera profesional, quiere ofrecer alternativas a la alimentación convencional, y en su tienda pueden encontrarse productos veganos y ecológicos, "como una tarta de queso que no lleve lácteos, un pan de masa madre, de harinas no convencionales como la espelta o el sarraceno". Argumenta que "en una cadena si a uno le va mal, a todos nos va mal", ya que "si la mayoría de personas comprasen productos de tiendas o agricultores locales, podría incrementar el nivel de vida de los agrícolas y la salud de los consumidores".
La Ecotienda Umbela y Umbela Bienestar de Gerardo Moreno se encuentra en la esquina entre la calle Varela y la calle San Antonio. Trasladada hace escasos dos meses a esta nueva esquina, recibe clientes fidelizados de la anterior tienda. Moreno lanza sobre la mesa la vertiente más social del porqué la ciudadanía puede no volcarse al máximo en la causa: "Por una cuestión económica. A la hora de consumir, todo el mundo quiere que sea local. Tenemos el ejemplo del aceite de oliva, hay quien tiene que pagar el de Marruecos, le da igual que sea de España y favorezca a su ciudad". Y es que, al final "desgraciadamente, es el dinero el que marca la compra". Gerardo comenzó en este negocio al sentir un "compromiso con el medio ambiente". "Creo en la producción agroecológica. He sido productor y quiero seguir con esa idea. Creo en lo que hago", asegura. Por ello, sus productores de productos frescos -fruta y verdura- son locales. Además de no contaminar el suelo al producir de forma sostenible y no usar químicos -que afectan a la tierra y el agua-, también se produce una disminución de la huella de carbono producida por los combustibles fósiles, al no necesitar un transporte que viaja desde otro país o, incluso, continente.
"Piensa global, consume local". Con este potente lema, Madhavi Navarrete es dueña de Col & Flower en la calle San Gregorio, en el Albayzín. Madhavi relata que el negocio marcha bien porque tiene clientes que "suelen ser vecinos mayoritariamente". Aunque, destaca un dilema que aún necesita ser respondido, y es que "cada vez va menguando la población vecinal en el Albayzín y es una problemática del barrio", revelando el impacto que el turismo masivo también puede ocasionar tanto en el comercio como en la salud del astro que hace de hogar para los humanos. Subraya la importancia de la comunidad: "Vivo de los vecinos y vecinas".
Nacida a raíz de la pandemia, y siguiendo la filosofía de su anterior tienda Recycling Shop, Madhavi apuesta por el reciclaje, la economía circular y el cuidado del medio ambiente. "No generar basura. Que la gente llegue a la tienda a comprar y llegue a la casa con mercadería y no con basura", comenta. Y es que apuestan ya no por simplemente reciclar, sino "directamente no producir basura". Además, trabajan con la empresa local La Retornable, que contribuye al reciclaje de los envases de cristal y consigue darles una nueva vida. "Lo que nos está ahogando son montañas y mares de plástico, que aquí no lo vemos, pero están muy cerca", apunta.
Teresa es cooperativista de Ecosúper SCA, en la calle Molinos, con productos frescos provenientes de asociaciones o productores de Granada, Almería y Málaga. Relata que se sostienen económicamente, pero "en un equilibrio bastante débil". "La gente viene motivada por razones políticas, de salud o concienciación social y también se acaban dando cuenta de que el precio de lo ecológico es un mito", comenta. Y es que, pese a que argumenta que es cierto en determinados productos -como los envasados-, hay otros básicos como fruta, verdura y legumbre cuyo precio puede resultar más económico que los de un mercado convencional. Cree que no se le da la debida importancia a la alimentación: "Siempre ha sido algo marginal. Lo más barato era lo mejor", indica. También subraya la importancia de desmitificar las asunciones alrededor de los locales ecológicos y conseguir mayor demanda: "Habría que romper unas cuantas barreras". Por ello, intenta tener unos precios "lo más asequibles posible".
Asegura también que muchos clientes van por referencias o por haber pasado una enfermedad y, como consecuencia, buscan una alimentación más sana, porque "de alguna manera, a nivel personal, les ha tocado el tema". Enfatiza también el papel de los medios de comunicación como principales promotores de cambios sociales. "En esto los medios también tenéis importancia, en mostrar que hay otro tipo de consumo posible y asequible", indica.
La iniciativa viene de "esa idea romántica de cambiar el mundo" y ha colaborado con otras tiendas de la asociación El Encinar en Granada. De vuelta a la cadena que enlaza productores y consumidores, Teresa recalca la importancia del comercio local, ya que cuatro familias se alimentan de este negocio y dan alimento al barrio en el que se encuentra. El dinero es repartido y retribuido entre clientes, dueñas del local y agricultores, en un apoyo económico mutuo. Además, comenta que el concepto 'ecológico' genera debate y tiene una vertiente algo contradictoria. Que una tienda convencional pueda tener productos ecológicos no significa que sean cuidadosos con el medio ambiente. Si el producto ecológico viene en avión de otro continente, la huella de carbono sigue generando un impacto en la atmósfera. Pese a que cumplan con las directrices establecidas por la normativa de la Unión Europea es necesario tener en cuenta otros aspectos implicados, como la gestión nacional del agua, de la biodiversidad, condiciones y derechos laborales de los trabajadores o el origen de la producción -lo más cercano posible-.
Los locales son más o menos optimistas con la visión de una Granada eco-friendly, con un modelo de negocio mayoritariamente local y ecológico. Elisa Morales, de ECOeco Panadería y Alimentación Ecológica, es más escéptica: "Sería lo ideal, pero vamos hacia una tendencia de grandes superficies, la gente tiene menos tiempo y hace la compra en un solo sitio. En un mismo espacio grande la gente busca la pescadería, carnicería y panadería. Todo". Gerardo Moreno, de la Ecotienda Umbela y Umbela Bienestar, sigue en la línea: "Sería lo lógico tender hacia lo orgánico, lo que se produce con respeto al medio ambiente y a toda la cadena de producción. Pero creo que, al final, es la economía la que manda. Y la economía está demostrando que cada vez hay menos poder adquisitivo". Argumenta que "mientras la gente quiera comer y pagar la luz", la ciudadanía tiene claras sus prioridades a corto plazo. Madhavi Navarrete, de Col & Flower, apuesta por un cambio legal: "Si a nivel local el gobierno de Granada, e incluso a nivel de Andalucía o nacional, hiciera pequeñas leyes para dejar de consumir plástico de usar y tirar, para dejar de vender productos envasados en plásticos...". Teresa, de Ecosúper SCA, es más optimista: "Lo veo posible, sostenible y revolucionario. La riqueza que se genera aquí se queda completamente en el territorio". Y es que no hay nada más que ver la filosofía que sigue Ecosúper: cada euro gastado en la tienda destina 0,65 céntimos al productor y 0,35 céntimos al local, como una manera de apoyar los canales cortos de comercialización. "Trascendemos la competencia y vamos contra la lógica del sistema porque pensamos que otras formas de hacer las cosas son posibles", apunta.
Granada le debe su encanto a la naturaleza que la rodea, por lo que el cuidado de su fauna y flora es crucial. El verde paisaje que rodea la Alhambra es un emblemático recordatorio de la importancia de mantener con vida los pequeños pulmones del planeta, algo que pasa por el modo de consumo y estilo de vida de los ciudadanos. Las iniciativas granadinas que confían en el cambio son cada vez más, pero el cambio es colectivo, tanto a nivel empresarial como a nivel de consumidor.