Elena de Céspedes, la primera cirujana granadina de la historia
Una mujer de Alhama de Granada, pionera en la medicina y en la lucha por su condición sexual hacia la transexualidad
Tradicionalmente, la memoria colectiva ha tratado de invisibilizar la huella de la mujer en la historia. Éstas han sido relegadas al olvido en los márgenes de los relatos dominantes. Hoy, poco o nada se habla y, por ende, tampoco se sabe mucho acerca de una de las figuras que marcó un hito en la historia feminista granadina. Entre esas figuras que han desafiado las convenciones y luchado por su identidad se encuentra Elena de Céspedes, nacida en Alhama de Granada en 1545 y una de las precursoras del colectivo trans.
Entre sus hazañas, destacan sus peripecias para adentrarse en el camino de la medicina, convirtiéndose en la primera cirujana granadina de la historia. Profesión a la que dedicaría parte de su sabiduría para moldear su cuerpo a su antojo. Lejos de la realidad, en aquella época, aprender lecciones sobre medicina era una cuestión de supervivencia y no tanto de universidades. De esta manera, Elena de Céspedes tuvo la gran suerte de introducirse en este mundo gracias al conocimiento de un gran amigo valenciano, quien le daría las claves para 'sangrar y purgar' en el hospital de la Corte durante aproximadamente tres años, hasta que finalmente fue acusada por ejercer sin titulación. No obstante, pronto marcharía a Cuenca para obtener su licencia oficial como cirujana, siendo la primera mujer de España en conseguirla.
En sus andaduras, Céspedes se alistó en las tropas de Felipe II para "apaciguar el levantamiento morisco en las Alpujarras", según señala el catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos Ignacio Ruiz Rodríguez en una breve biografía publicada en la Real Academia de la Historia. La apariencia física de Elena de Céspedes ha sido motivo de controversia, varios testimonios la sitúan en Sudamérica, "algunos piensan que desde El Puente del Arzobispo se fugaría y llegaría hasta las Indias, en concreto a Lima, en donde en esos momentos las crónicas hablan de la existencia de un cirujano mulato", explica Ignacio Ruiz en una conversación con GranadaDigital.
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Una sentencia al amor hermafrodita
El "libertinaje sexual" del que gozaba Elena de Céspedes es conocido por la mayoría de sus historiadores. Sus numerosas relaciones con mujeres la sitúan como un referente en el lesbianismo de la época. A pesar de ello, la biografía de Céspedes está marcada por la servidumbre, el maltrato, la indiferencia y la lucha por la defensa de su sexualidad y condición. "Eleno de Céspedes representa, sin duda alguna, la lucha de una persona por la defensa de su sexualidad, de su forma de sentir, de soñar, de amar. Es sin duda alguna, un personaje que pasará la mayor parte de su vida en el filo de la navaja, pero entendiendo que ese era el peaje que había que pagar para materializar su sexualidad", destaca Ignacio Ruiz.
Con tan solo quince años fue obligada a casarse con un albañil procedente de Jaén. Fruto de este matrimonio nace su primer y único hijo, que fue dado en adopción a unos comerciantes sevillanos. Ante este declive personal, Céspedes emprende la huida en busca de una transición hacia la defensa de su masculinidad. "Eleno sentía como hombre, pensaba como hombre, vestía como hombre, se relacionaba como hombre y amaba como hombre", manifiesta Ruiz. Pese a las imposiciones de la época, la 'metamorfosis' de Elena proliferó en sus andaduras en la capital madrileña donde conoció a la que sería el amor de su vida, María del Caño.
"Llegó a contraer matrimonio con su amada. Para ello tuvo que pasar dos amonestaciones, en donde llegaría a participar un catedrático de medicina de la Universidad de Alcalá. Obviamente para ello, tuvo que exhibir órganos masculinos con las características propias de una persona apta para procrear. Ello bien pudo conseguirlo extirpándoselos a un cadáver, engañar a los que le examinaron y, más tarde, retirárselos de su cuerpo", relata Ignacio. A pesar del pudor y las agallas por tratar de burlar las leyes inquisitoriales, fue delatada por sus excompañeros soldados, quienes sentenciaron el final de Eleno de Céspedes desde la trinchera.
Extracto de la carta de Eleno de Céspedes al Tribunal del Santo Oficio de Toledo para argumentar su condición sexual:
"Yo, con pacto expreso y tácito del demonio, nunca me fingí hombre para casarme con mujer, como se me pretende imputar; e lo que pasa es que, como en este mundo muchas veces se han visto personas que son andróginos, que por otro nombre se llaman hermafroditos, que tienen ambos sexos, yo también he sido uno de estos. Al tiempo que me pretendí casar incalecía e prevalescencia más en el sexo masculino, e naturalmente era hombre e tengo todo lo necesario de hombre para poderme casar. Y de lo que era hice información e probanza ocular de médicos e cirujanos en él ante los cuales me vieron e tentaron e testificaron con juramento que era tal hombre y me podía casar con mujer. Y con la dicha probanza hecha judicialmente me casé por hombre e con licencia del juez competente".
No se debe olvidar la historia de quienes lucharon incesablemente contra luces y sombras en épocas donde reinaba el beneplácito de sociedades patriarcales y misóginas. El legado de Eleno de Céspedes representa la fuerza y la resistencia de aquellos 'atrevidos' que desafiaron las convenciones sociales, también la de quienes se quedaron en el camino, peleando y sufriendo para que sus derechos, algún día, fueran reconocidos.