Antonio Moral: "El Festival Internacional de Música y Danza necesita un mayor compromiso de las instituciones públicas"
El director del certamen, que ha elaborado para su último año en el cargo una selecta programación, advierte que el Festival “tiene una figura jurídica obsoleta, propia de los años 80”
Tras más de cuatro años en Granada al frente del Festival Internacional de Música y Danza, Antonio Moral (Puebla de Almenara, Cuenca, 1956) ha decidido que la edición de este año -la quinta que organiza- sea la última en la que ocupe el cargo de director. El anuncio lo ha realizado antes de que acabe su contrato, que no va a renovar, pese a que el Consejo Rector del Festival (formado por el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Granada, la Diputación de Granada, el Patronato de la Alhambra y la Universidad de Granada) apostaba por su continuidad. Con un amplio currículum a su espaldas y una dilatada experiencia en la gestión pública, entre la que destaca su labor como director artístico del Teatro Real o del Centro Nacional de Difusión Musical, entre otras muchas actividades, Antonio Moral ha dejado huella y un legado. Integrado plenamente en la ciudad desde el primer día, ha peleado con uñas y dientes por conformar cada año un cartel cargado de buenas y atractivas propuestas musicales con un presupuesto muy limitado para un evento de enorme prestigio que tiene ya 141 años de historia, aunque cumple 73 ediciones con su actual denominación.
Aquí puede escuchar completa la entrevista en podcast
Pregunta: Hay muchas razones que uno podría pensar para justificar su marcha. El cansancio, la edad, el fin del contrato de cinco años, el final de un ciclo, la dificultad de superar el listón que ha puesto tan alto... Pero lo más fácil es preguntarle por qué se marcha.
Respuesta: Probablemente por la suma de todas esas razones.
P: Pero, algo más más tiene que haber, ¿no?
R: En la vida hay ciclos que, al final, lo mejor es cumplirlos. Tenía la perspectiva de continuar en el Festival otros cinco años más. Pero son muchos. Ya tengo una edad, 67 años, y es evidente que no me quiero plantar en los 72. Me planteé que para estar un año más, quizás dos, no me merecía la pena. Para mí es complejo porque es un Festival difícil de realizar. Por un lado, estoy cansado y, por otro, que las cosas tienen un momento. Me he encontrado muy bien en Granada, donde me han tratado muy bien, pero el Festival se tiene que afianzar. Hemos encontrado el camino y me parece que es el que hay que seguir. Es verdad que el Festival necesita un mayor compromiso por parte, sobre todo, de las instituciones públicas. El patrocinio ha llegado a unos topes absolutamente impensables hace unos años. De hecho, este año hemos superado, por primera vez, el millón de euros de patrocinio. Estos dos últimos años hemos tenido unos ingresos de taquilla por encima del millón de euros también, algo que no había sucedido nunca en el Festival. El año pasado fueron 1,4 millones. Y, sin embargo, las instituciones han mantenido la misma aportación desde 2011, que fue cuando se hizo una reducción como consecuencia de la crisis financiera y, después de esto, no se han puesto al día. Les he pedido en numerosas ocasiones que se pusieran al día, porque el Festival necesita el espaldarazo y el apoyo de las instituciones. Es lo más importante que sucede, sin duda, en Andalucía a nivel internacional. Hay tres grandes manifestaciones culturales en Andalucía que son, en primer lugar, el Festival de Granada, después la Bienal de Flamenco de Sevilla y también el Festival de Cine de Málaga. Este es un festival que los granadinos, y ya me considero un granadino, nos lo tenemos que creer más de lo que nos lo hemos creído. El potencial que tiene es enorme y todavía no se ha tocado techo ni mucho menos. Queda mucho recorrido por hacer.
Una figura jurídica obsoleta
P: Ha insistido mucho en cambiar la forma de jurídica del Festival, de consorcio a fundación, porque el beneficio fiscal atraería a muchos más patrocinadores y, por tanto, supondrían un mayor presupuesto. ¿La negativa a ese cambio puede ser uno de los motivos de su marcha?
R: Es uno de los motivos. Es la suma de varios motivos, pero ese también es uno de ellos. El Festival de Granada, sin duda, tiene una figura jurídica obsoleta, propia de los años 80, que es cuando se hacían este tipo de consorcios porque no existían las fundaciones. Es una figura completamente obsoleta y, hoy en día, para eso tenemos las fundaciones, que nos permite hacer una gestión mucho más clara, contrastada y mejor auditada. Esta figura permitiría al Festival tener unas desgravaciones fiscales de las empresas que patrocinan el Festival, que son muchas y suponen una tercera parte del presupuesto. Ahora estas empresas no pueden beneficiarse de esta deducción sobre la base imponible. Estamos a la espera de la Ley de Mecenazgo y que haya deducciones que van entre el 40% y el 75%. O sea, que esto es algo muy importante. Pero, también, la forma de gestión es muy distinta de que sea una fundación a que no lo sea. Por eso he insistido desde que llevo aquí en que el Festival tenía que regirse a través de una fundación y han pasado cinco años y no se ha hecho.
P: ¿Cuál es la explicación para que no se haya hecho si realmente es tan beneficioso para el Festival? Porque no se entiende que, si va a suponer más ingresos, no se haga.
R: Es que no hay ninguna razón. Es algo que no entiende nadie. La razón que se esgrime es que Hacienda no deja a la Junta de Andalucía crear nuevas fundaciones por la experiencia que ha habido con algunas fundaciones anteriores, que han sido muy problemáticas. No se nos ha dado una razón clara. La Junta lo tiene prohibido y así se nos ha hecho saber a través de Hacienda y a través de los altos mandos de la Junta, y el Ministerio de Cultura tampoco quiere centralizar un Festival que está ya descentralizado. Y el resto de las instituciones ni aportan el dinero o los recursos que tienen que aportar para poder adscribirse a una fundación, aunque también sería posible que lo hicieran tanto el Ayuntamiento como la Diputación.
P: Entiendo que todo eso que cuenta tiene maniatado al Festival y no le permite crecer. Hay otros festivales en el mundo con muchísimo mayor presupuesto, como el de Salzburgo, por ejemplo.
R: Con Salzburgo no nos podemos comparar porque ningún festival en el mundo se puede comparar con ese, que tiene 66 millones de presupuesto. Pero sí nos podríamos comparar con el Festival de Aix-en-Provence, que se celebra en una ciudad con características muy similares a las que tiene Granada: ciudad en el sur, universitaria, histórica y con un número de habitantes similar. Pues el Festival de Aix-en-Provence que, además, tiene sólo dos años más que el Festival de Granada, tiene un presupuesto de 26 millones de euros.
Una inversión rentable
P: Pese a la tradición, las grandes figuras que han pasado por aquí, el retorno económico o el prestigio que da a la ciudad, ¿somos los propios granadinos los que no queremos que nuestro Festival crezca?
R: Pues no lo sé, pero lo cierto es que el planteamiento de un Festival como el de Granada no se tiene que mirar como un gasto, sino como una inversión. El año pasado hicimos un pequeño estudio. Fueron 55.000 visitantes los que hubo en el Festival de los cuales un 7% fueron extranjeros, o sea, 4.000 visitantes de fuera de España. Y hubo otro 30% o 35% de visitantes que lo hicieron de fuera de Granada. Tuvimos un retorno de entre 12 y 13 millones de euros para la ciudad. O sea, que estamos multiplicando por tres los ingresos que provienen de la organización de un festival de estas características en Granada para el sector de la hostelería o la restauración. Solo la organización contrata cerca de 4.000 habitaciones durante el Festival en hoteles de la ciudad de 4 o 5 estrellas. Estamos moviendo mucho dinero.
P: Para una ciudad de servicios promover acontecimientos que atraigan turismo a Granada es una de las formas de generar riqueza y empleo.
R: Y a eso hay que sumar otra cosa para valorar como es la imagen que se proyecta fuera de Granada, es algo que se puede computar desde el punto de vista económico. A veces uno se gasta un dineral en publicidad poniendo anuncios sobre la Alhambra o sobre la misma ciudad. Y que, durante más de dos meses, se hable tanto en todos lugares del Festival de Granada redunda en beneficio de la imagen de la ciudad, que tiene unas posibilidades de proyección absolutamente increíbles. Y si le sumamos la proyección que le da el Festival, pues hablamos de algo muy importante. La tradición de un Festival de estas características es muy clave. Ha durado 73 años de forma ininterrumpida, aunque en realidad son 141 años, porque nació en 1883. Lo que ocurre es que cambió de denominación en 1952.
P: Desde que llegó a la dirección, ¿ha crecido el Festival de Granada?
R: Objetivamente, ha crecido. Lo ha hecho en el número de días que se hace, que ha pasado de 19 o 20 días a 33 días que se hacen este año. Ha duplicado el número de visitantes a Granada, los ingresos en taquilla y el patrocinio. Esos son números objetivos que avalan que la gestión del Festival ha doblado, como mínimo, parte de los números que teníamos antes. Luego, desde el punto de vista artístico es subjetivo, cada uno pensará que lo que ha habido le ha gustado más o menos. Estoy muy satisfecho de la gestión que hemos hecho a pesar de las dificultades, como la pandemia. Un detalle. El año pasado hubo 109 manifestaciones, aparte de los cursos Manuel de Falla, que lo elevaron hasta los 124, y no hubo ni una mala crítica. Ni en medios locales, nacionales o internacionales. El nivel ha sido muy alto. Hemos presentado a un número importante de artistas que son fundamentales en la historia de la interpretación en Europa y en el mundo y que no habían venido nunca a Granada, y hemos recuperado a otros intérpretes como, por ejemplo, el caso de Martha Argerich o Daniel Barenboim. En el caso de Martha, cuando vino en 2020, hacía 42 años que no venía al Festival. De hecho, vino cuando era una jovencita con la Orquesta Nacional de España y con Ros-Marbá. Y ahora que es la 'decana' de las pianistas ha estado tres veces en los últimos cinco años.
P: Ese puede ser su balance profesional al frente del Festival. ¿Y el personal?
R: Le pondría 8,5 porque, probablemente, no he hecho todo lo que quería hacer, pero sí he hecho más de lo que creía que iba a hacer. Estoy muy contento y satisfecho personalmente. me voy de Granada con los deberes hechos. Ahí están los datos. Algunos años ha habido conciertos memorables. Por ejemplo, pensar que Granada descubre a un director de la talla de Klaus Mäkelä, que lo trae en 2021 y no lo conoce nadie, y en Granada lo nombramos como director residente del Festival dirigiendo tres orquestas, entre ellas, la orquesta de nuestra ciudad, y hoy día, tres años después, Klaus Mäkelä se encuentra entre los diez mejores directores del mundo, es motivo de satisfacción. O, por ejemplo, el caso de Seong-Jin Cho, que vino hace tres años con 26 años y el año que viene será el artista residente de la Orquesta Filarmónica de Berlín con 9 conciertos a lo largo de toda la temporada. Para mí también es una gran satisfacción, como todos los anteriores.
P: Según el Observatorio de Cultura, el de Granada es el segundo festival más imprescindible de España y, también, uno de las cuatro instituciones más importantes en el ámbito de la música y la danza junto a Teatro Real, Teatros del Canal y Liceo. ¿Qué debe mejorar para que el Festival dé ese salto de calidad definitivo? ¿Es solo el dinero?
R: El dinero es muy importante. Tanto el Teatro Real como el Liceo son presupuestos de 65 millones y los Teatros del Canal deben estar en torno a los 20 o 25 millones. Por presupuesto es imposible. Nosotros no podemos jugar ahí. Por poner un ejemplo que nos pueda servir de comparación, este año se ha colado el Girona en el fútbol entre los cuatro primeros, pero está claro que el Girona no puede competir con el Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid y nunca podrá ganar la Liga. Nosotros tampoco nunca podremos ganar esta Liga, pero que estemos entre los cuatro primeros somos un poco como el Girona este año. Somos la primera institución musical en España por encima de la Orquestra Nacional o del resto de las orquestas y del resto de festivales que se organizan en nuestro país. Es un dato muy importante que hay que valorar. Estuve mirando el Observatorio de la Cultura en el año 2017 y no aparecíamos. Y luego aparecimos muy atrás, como la institución 12 o 14. Debido a los recursos que nosotros tenemos no podemos llegar mucho más lejos, tendrían que cambiar mucho las cosas. Pero tampoco con muchísimo más dinero podríamos hacer mucho más de lo que hoy hacemos porque hoy viene lo más granado de la interpretación musical y de la danza. Es decir, no podemos traer gente mejor. Podríamos traer todos los años a la Filarmónica de Viena o a la Filarmónica de Berlín o, como hicimos el año pasado, traer al Teatro Real con una ópera como Turandot. No solo el dinero lo hace todo. El dinero hace que las cosas tengan una mayor solidez y una mayor implementación y sí es verdad que desde el punto de vista de la infraestructura tenemos que cambiar muchas cosas. Necesitamos una mayor proyección internacional y eso cuesta dinero. El año pasado, a través de Turismo Andaluz, tuvimos una subvención extraordinaria de patrocinio con Fondos Feder que nos ayudó a promocionar el Festival en Europa y eso es una labor muy importante que el Festival tiene que hacer, porque es único porque tiene lugar en la Alhambra y en su entorno. Y eso es algo que no tiene ningún otro festival. Escuchar un concierto en el Palacio de Carlos V, disfrutar de un ballet en el Generalife o escuchar música de cámara, un recital de piano o de canto en el Patio de los Arrayanes es algo único.
Programación 2024
P: ¿Qué no nos podemos perder este año del Festival Internacional de Música y Danza, aparte de la Filarmónica de Viena, que será el espectáculo estrella al ser la primera vez que actúa en Granada?
R: Es muy difícil escoger y tampoco hay que hacerlo. El Festival cuenta con una serie de manifestaciones a lo largo del tiempo en el que hay gente que le gustan más un recital de piano, a otras la danza o la música sinfónica. De lo que se trata, como me ocurre a mí cuando voy al Festival de Salzburgo, dura siete semanas y cuando miro la programación me cuesta mucho decidir a qué voy, porque siempre me dejo algo. Lo mismo ocurre en Granada. O te vienes todo el mes o eres granadino.
P: Y si eres granadino te sacas tu abono.
R: Correcto. Además, este año hemos puesto un sistema de abonos con el que, de alguna forma, descentralizamos el lío de venta de entradas en el que todo el mundo entraba el mismo día y a la misma hora y se producía un colapso en el sistema de venta. Hoy día, pueden comprar abonos o entradas sueltas.
P: Y la dificultad de elegir a qué ir.
R: Son 116 espectáculos, de los cuales de 60 se producen en la Alhambra y su entorno, como Palacio de Carlos V, Generalife, Patio de los Arrayanes o en algunas de las iglesias más significativas de nuestra ciudad, como San Jerónimo u otras. A mí de lo que más me gusta son los conciertos matinales en esas iglesias los fines de semana, me parecen maravillosos. También cada fin de semana intentamos que haya una compañía de ballet importante o las grandes orquestas extranjeras, porque entendemos que en junio y julio no todo el mundo ha cogido sus vacaciones y para que puedan moverse y que, con la opción de los abonos, puedan disfrutar también los jueves o los lunes, y así estar cuatro o cinco días. El año pasado, en un estudio que nos hizo la Universidad de Granada, la media de los asistentes que vienen al Festival de Granada es de ocho días. Este año hay fines de semana que han quedado redondos. La Filarmónica de Viena será el señuelo, como lo fue Bob Dylan el año pasado, pero, además, hay otros conciertos excepcionales. Para mí, uno de ellos será el concierto que hará la Orquesta de la Suisse Romande de Ginebra, que es centenaria y una de las orquestas que, precisamente, mejor tocaron durante toda la historia la música de Falla y la música de los compositores rusos que vivían en Francia, como era el caso de Stravinsky. Esta orquesta, sin más lejos, estrenó 'El sombrero de tres picos' en Londres. En Granada vendrá con Charles Dutoit, que es uno de los mejores directores actuales y que, con 87 años, se encuentra en una forma excelente junto a una pianista como Martha Argerich es un lujo que no está al alcance de muchos festivales. Martha Argerich es una pianista muy especial que va donde quiere, cuando quiere y como quiere. No lo hace por dinero, sino porque se siente a gusto y Granada es un lugar donde se siente muy a gusto. Otro espectáculo muy interesante es la posibilidad de poder ver, por fin, 'Bodas de sangre' en el Teatro del Generalife. Este año se cumplen los 50 años de su estreno en Roma por Antonio Gades y nunca se había hecho en el Festival ni en el Generalife. La compañía Antonio Gades tiene un magnífico nivel. También será muy especial el nuevo espectáculo de Sara Baras, que se llama 'Vuela' y está coproducido, entre otros, por el propio Festival de Granada. Vi el estreno en Barcelona y fue un éxito, con más de 35 minutos de aplausos. Vamos a tener también por primera vez el ballet de la Ópera de Niza. En fin, son muchas cosas que no terminaríamos nunca de recomendar.
P: Más todos los espectáculos del FEX.
R: De esas 116 manifestaciones, 56 de ellas están en el FEX. Y todas son gratuitas. Con el FEX la ciudad cobra vida desde el punto de vista cultural porque son todo tipo de manifestaciones conciertos, música de cámara, circo, danza contemporánea, danza clásica, coros... Todo el abanico desde el punto de vista de las artes escénicas y de la música se da dentro del FEX y gratis. Uno va paseando por la Plaza de las Pasiegas y se encuentra allí a una banda de música o, como este año, a las orquestas americanas de jóvenes de California o de Oregón que están en gira por Europa y van a actuar gratuitamente en el FEX. Son cien músicos de cada una de estas orquestas. Y te puedo asegurar que los jóvenes músicos americanos tienen un nivel que a muchas orquestas de postín les gustaría les gustaría tener. El FEX es algo único y por ahí pasan entre 17.000 y 20.000 personas todos los años.
P: Otra de las actividades que distingue al Festival de Granada son los Cursos Manuel de Falla,
R: Este año será la edición número 55 y es la vertiente pedagógica y de investigación del Festival. Por aquí han pasado todos los grandes musicólogos y los más grandes intérpretes enseñando. Los Cursos Manuel de Falla tienen una tradición en el mundo de la musicología y de la interpretación en España absolutamente increíbles. Y esto sí que no lo tiene ningún otro festival, con este abanico de posibilidades que se presentan dentro de los cursos que se hacen en coproducción con el departamento de Música de la Universidad de Granada y hay seminarios, cursos, mesas redondas, clases magistrales de los intérpretes que vienen a participar al Festival y aprovechamos que están aquí.
P: O sea, que hay para todos los gustos.
R: El festival de Granada es una fiesta que se hace para todos los públicos y en el que podemos disfrutar y vivir de forma muy especial, para olvidarnos de vez en cuando de todos estos problemas cotidianos. La oferta musical y de danza que ofrece el Festival de Granada es para todos los públicos. Nadie puede decir que es elitista. Este año, por ejemplo, hemos puesto en marcha un abono joven con un Festival Joven que son seis espectáculos por 25 euros y pueden elegir la entrada donde quieran. Y todos los mayores de 65 años y pensionistas tienen un descuento de un 30%. Aquí la entrada más cara es la Filarmónica de Viena por 180 euros, pero también hay por 70 euros. Pero si quieres escuchar a la Filarmónica de Viena o te vas a Viena o enciendes la televisión el día del concierto de Año Nuevo.
Sustituto
P: ¿Qué perfil debe tener su sustituto y qué consejo le daría? ¿Pablo Heras-Casado llegó a darle algún consejo?
R: Llegó a darme algún consejo desde el punto de vista de la intendencia, pero tampoco le voy a dar ningún consejo a nadie desde el punto de vista de gestión artística porque cada maestrillo tiene su librillo. El perfil que debe tener mi sucesor es un perfil absolutamente contrastado y profesional, es decir, que sea alguien que tenga una gran experiencia en la gestión de proyectos escénicos y musicales, y con una larga trayectoria. Si no la tiene, desde luego, esto no va a seguir adelante porque hemos puesto en este momento el Festival en un listón que es por el que hay que seguir y para eso necesitan profesionales. Hay muy buenos profesores no solo en Granada o en España, también los hay en el mundo. No pasa nada porque venga un director de fuera, por ejemplo, a dirigir el Festival de Granada. Hay que poner las condiciones para que gente de reconocido prestigio se sientan atraídos por venir a Granada a dirigirlo.
P: Y la decisión es urgente. Porque ha usted ha estado trabajando en la programación con muchísima antelación.
R: La programación de este año es fruto de tres años de trabajo, no se improvisan en los intérpretes que vamos a tener este año cogiéndolos con seis meses de anticipación. Además, tengo que decir que para la programación de 2025 no hay nada para no hipotecar a nadie. Las instituciones rectoras ya conocían mi intención de dejar la dirección del Festival con un año de anticipación, que es tiempo para perfilar una programación con las condiciones y las calidades mínimas. Es verdad que mi sucesor o sucesora, al menos, hasta dentro de dos años no podrá llevar su proyecto adelante porque no tendrá el tiempo suficiente. Pero, desde luego, si seguimos retrasando esto nos metemos en julio, llega el verano y lo idóneo sería que la persona que viniera pudiera trabajar con ella, al menos, durante todo el Festival para que viera como es su funcionamiento. Este Festival es complejo, porque tiene muchísimas manifestaciones, casi todas se celebran al aire libre, son recintos que se tienen que montar para el momento de la representación y eso es complicado. No es un teatro en el que uno va, abre la puerta, la gente se sienta, la orquesta suena... No, aquí hay que montarlo todo y, en muchos casos, hay que desmontarlo todo después del concierto o del espectáculo.
P: ¿Ha sido feliz en Granada?
R: Sí, muy feliz.
P: Pero, ¿se marcha quemado?
R: No, no me voy quemado, en absoluto. En Granada me siento muy bien, conozco la ciudad porque he venido muchísimo. Vine al Festival de Granada por primera vez en 1980 y, desde entonces, habré venido más de 35 ocasiones. Esquío aquí habitualmente. Me he sentido muy feliz y muy a gusto en Granada y, además, tuve la suerte de encontrar un pequeño apartamento fantástico en el Albayzín y cada día que abro la ventana veo la Alhambra. Cuando la estás viendo todos los días es increíble la cantidad de matices y de colores intermedios de la luz que hay en ese monumento, que es una maravilla.
P: Ha estado el tiempo suficiente para conocernos a los granadinos. ¿Qué nos falta para crecer como ciudad y como provincia?
R: El problema de los granadinos es que se lo crean. Tienen una pera en dulce con Granada, que tiene un potencial absolutamente increíble y lo único que tienen que hacer es, en vez de tanto discutir, ponerse manos a la obra y empezar a trabajar en ello. Granada es igual que otras muchas ciudades en el mundo, pero sí ha habido ciudades que se han propuesto hacerlo y piensa que siempre han sido proyectos culturales los que han cambiado la ciudad. Málaga se ha cambiado con un proyecto cultural que es el museístico, Bilbao se cambió por el Guggenheim y Valencia se cambió por la Ciudad de las Artes. Estamos hablando de ciudades que eran hostiles, complicadas, sucias y feas. Hace 40 años nadie iba a Málaga si no es porque tenía que ir a trabajar y nadie iba a Bilbao. Y, hoy en día, nos quejamos siempre en Granada de que los malagueños nos han pasado por la izquierda a toda velocidad. Pues en Granada tenemos unas posibilidades que no tienen en Málaga ni Bilbao ni Valencia.
Apuesta cultural
P: Entonces, ¿la apuesta de ciudad debe ser la cultura?
R: La apuesta debe ser cultural. La cultura es lo que cambia realmente los proyectos y, además, como consecuencia de la cultura, que es lo que está pasando en Málaga, ahora todas las empresas tecnológicas se están instalando allí. La cultura es parte fundamental del cambio del ser humano, implica que podamos tener una situación mucho más placentera, de poder disfrutar de la vida. La cultura es belleza, el arte es algo que nos produce una satisfacción que es difícil de comparar con otro estado de cosas. Cuando se crean unas condiciones favorables las empresas invierten. Eso ha pasado en Valencia, en Málaga y en Nueva York. Y está pasando en Madrid que, por ejemplo, en mi opinión, pasó también por la izquierda a toda velocidad a Barcelona, que en los años 70 y 80 era la capital más cosmopolita, no solamente de España, sino del sur de Europa. Granada siempre ha tenido el potencial y, probablemente, ese sea uno de los problemas, que nos hemos quedado mirando demasiado tiempo a la Alhambra en lugar de ponernos manos a la obra de cómo vender aún mejor la Alhambra.
P: ¿A qué se va a dedicar cuando se marche definitivamente de Granada?
R: No lo sé. Siempre me he ido de los lugares no porque tuviera otra cosa sino porque he entendido que el tiempo en el que tenía que estar en ese lugar se terminaba. Es verdad que me han contactado para varios proyectos, pero he dicho que hasta el mes de septiembre no tomaré ninguna decisión ni escucharé a nadie. Ahora tengo que hacer el Festival, que bastante tengo hasta el 15 de julio, luego espero irme de vacaciones y en septiembre ya veremos qué es lo que ocurre. De todas formas, ya tengo una edad y tampoco quiero meterme en líos como los que he tenido durante los últimos 20 o 25 años, que he estado con proyectos muy importantes y de mucha responsabilidad. Necesito un poco más de calma. Con esto no quiero decir que me vaya a jubilar, pero sí hacer una serie de proyectos más pequeños más abarcables o, si me surge un gran proyecto, y me interesa y me apetece, pues probablemente lo tomaré. No sé lo que haré. Es la verdad.