Granada es la segunda provincia andaluza con mayor ‘consumo de riesgo’ de alcohol
Se ingiere una media diaria de 50 centrímetos cúbicos de alcohol (un litro de cerveza) o más, en el caso de los hombres, y 30 o más, en el caso de las mujeres
El alcohol es, con una diferencia del 30%, la droga más consumida en la población andaluza. Así lo atestigua el informe ‘La población andaluza frente a las drogas XIII’ publicado en 2015 y elaborado por la Junta de Andalucía. En el caso particular de la provincia de Granada, la muestra encuestada asegura haber consumido alcohol alguna vez en la vida en un porcentaje del 89,6%, y un 71,1% al menos una vez en el último año. En Andalucía, estos mismos valores se sitúan en 90,2% y 72,5%, respectivamente.
Uno de los datos en el que Granada es referencia a nivel autonómico es en el ‘consumo alcohólico de riesgo’. Lo que la Junta define como “ el porcentaje de personas que ingieren una media diaria de 50 centímetros cúbicos o más de alcohol puro, en el caso de los hombres, o 30 o más, en el de las mujeres”. Un litro de cerveza o dos copas de destilados equivalen aproximadamente a esas cantidades mencionadas.
En este apartado, Granada comparte el segundo porcentaje más alto con Almería con un 2,8% mientras que el más alto se da en Cádiz con un punto porcentual por encima, y la media autonómica se sitúa en 2,2. A nivel comunitario, la prevalencia más elevada de consumo de riesgo de alcohol se encuentra en el grupo de edad de 21 a 24 años con un 4,6%.
JÓVENES Y ALCOHOL
La edad media de inicio en la ingesta de alcohol se sitúa en los 17,3 años para ambos sexos. Sin embargo, hasta una edad aproximada a los 30 años no se comienza a percibir como una conducta que puede afectar de manera negativa.
Así lo afirma Miguel Ángel Márquez, coordinador del área 'Prevención y Joven’ de Proyecto Hombre Granada, esa edad de 30 años suele mantenerse, salvo que se asocien de manera clara episodios como violencia o disturbios. “Hasta que no ocurre algo así se ve como algo normal. El alcohol forma parte de nuestra cultura y su uso está normalizado”, resume Márquez.
“Hay casos en los que llegan jóvenes que tienen problemas, pero no vienen por que consuman alcohol”, indica Márquez, quien apunta que, de este modo, se ejemplifica que el consumo puede estar normalizado y no asociado a conductas como la violencia machista cuando son parte de ese “problema”.
Los jóvenes tienen un modo de consumo “particular”, señala el coordinador de Proyecto Hombre. Alude a lo que se ha definido como ‘binge drinking’ o atracones de alcohol en la nomenclatura de la Junta: “La práctica de ingerir al menos cinco vasos de alguna bebida alcohólica de forma prácticamente ininterrumpida”.
“Entre los jóvenes se bebe sin un control e, incluso, de manera abusiva”, subraya Marquez. “Se han adoptado un patrón anglosajón: beber hasta que el cuerpo aguante. Antes, en Granada era más habitual escuchar ‘me voy de tapas’. Un acontecimiento social diferente: beber y comer en familia o amigos con fermentados”, explica este coordinador centrado en esta adición juvenil. Según describe Márquez, esta práctica que actualmente hacen los jóvenes consiste en consumir destilados muy rápido y en grandes cantidades, "y cuánto más rápido lo hagan, más es el riego", puntualiza.
UN CÓCTEL MORTAL
Como consecuencia de estas ingestas se pueden dar las intoxicaciones etílicas, o lo que comúnmente conocemos como coma etílico. “El alcohol es una sustancia depresora y va mermando las capacidades personales”, amplía Márquez. “Nos hace perder facultades como el habla o la capacidad de control hasta que llega el colapso final”, explica como consecuencia final de lo que se comúnmente se conoce como un coma etílico.
El alcohol asociado a otras actividades de riesgo pueden suponer un “cóctel mortal”, tal y como se califica desde Proyecto Hombre. Si se añade a la ecuación el factor de la conducción, Márquez afirma que las encuestas sitúan en un 40% los accidentes de tráfico asociados a alcohol y otro tipo de drogas. “Es un porcentaje alto, aunque ha subido la conciencia a nivel general, hay que pensar que donde hay accidentes con heridos y fallecidos, cada porcentaje pequeño es importante".
Como solución a este tipo de hábitos desde Proyecto Hombre se plantean acciones orientadas a la protección y correcto desarrollo de los jóvenes en edades tempranas con el fin de fomentar una capacidad de crítica propia en su entorno. “Cuando alguien aprende a vivir se da cuenta que hay cosas que no son tan necesarias”, sugiere Miguel Ángel Márquez; el alcohol puede ser una de ellas.
Muestra de este fomento de “espíritu crítico” es el programa ‘Juego de llaves’ que llevan a cabo en colegios (en la segunda mitad de Educación Primaria y Secundaria), o la ‘Escuela de madres y padres’ en la que buscan enseñar a aquellos progenitores cuyos hijos adolescentes comienzan a adoptar conductas problemáticas que podrían estar asociadas a consumo de algún tipo de droga como es el alcohol.