El tejido comercial de la capital se descose
Los pequeños negocios del centro siguen cerrando tras el impacto de la pandemia y en algunas calles permanecen vacíos en torno al 20% de los locales
El tejido comercial de Granada capital se descose. Su pulmón, el centro de la ciudad, sucumbe ante un mal cierre del pasado año, el elevado precio de los alquileres y las facturas arrastradas desde el inicio de la pandemia. Un paseo por el corazón capitalino sirve para radiografiar la tesitura: el local que no luce un vistoso cartel de 'se vende' exhibe otro que anuncia que 'se alquila'; en otros, un gran letrero simplemente avisa de que el espacio está disponible, junto al número de teléfono de una inmobiliaria. "Hoy -este jueves-, precisamente, nos hemos enterado de otro que tampoco aguanta y se va", lamenta Ángel Rodríguez, presidente del Centro Comercial Abierto. La cifra de negocios abiertos no deja de disminuir desde el inicio de la pandemia, pese a la mejoría de 2021, y solamente la restauración, respaldada por el aterrizaje de grandes cadenas, parece avivar la zona.
"El curso 2021/2022 ha sido duro para Reyes Católicos y la calle San Antón lo está pasando muy mal. También San Juan de Dios y Gran Capitán", afirma Chantal Caballero, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos Centro-Sagrario. El conglomerado vecinal atiende "con mucho interés y vigilancia" el recuento de todos los negocios del distrito, pues son los propios inquilinos de las viviendas de la zona quienes, con frecuencia, regentan los establecimientos. "El tejido comercial de Granada son, principalmente, autónomos, de uno, dos o tres empleados. Pocos hay con hasta diez", puntualiza, tras subrayar que la situación en el núcleo granadino se debe a que "se ha juntado la salida de una crisis con la entrada en la que ha acarreado la pandemia".
Ángel Rodríguez profundiza más en las causas que han llevado a los negocios granadinos al contexto actual. "Durante el confinamiento y la pandemia, gente que no estaba acostumbrada a comprar por Internet ha aprendido y ha perdido el miedo. Eso, junto con el encarecimiento de los precios de absolutamente todo, que hace que haya menos capacidad adquisitiva y cambien las prioridades", desgrana, para seguidamente agregar que "no existe una fiscalidad que ayude". "La factura energética cada vez es más alta. No se rebajan los distintos tipos del IVA. El del alquiler es una barbaridad; pagas el mismo que si estuvieras comprando el local, y en la mayoría de los establecimientos es el gasto más importante. Habría que reducir impuestos, tasas municipales… Hay mucho que hacer", esboza.
San Antón y Recogidas conforman, en buena medida, el eje comercial de la capital. En la primera de ellas, son 107 los locales habilitados, de los que 18 permanecen vacíos. En la segunda, de los 127 espacios previstos, 22 no albergan ningún negocio en este momento. En total, entre ambas calles son 40 los recintos en los que no se desempeña actualmente ninguna actividad y a los que se busca un nuevo empleo, que suponen un 17% del total del sitio con el que cuentan las dos vías para establecimientos. "Probablemente, en Puentezuelas la proporción sea mayor", puntualiza Ángel Rodríguez, que estima en el global del centro "que haya un 20% o un 25% de los locales cerrados". "Podemos estar en torno a un 75% y un 80% de las ventas de hace tres años, en el mejor de los casos. La mayoría, sobre el 30% todavía", calcula.
Caída al final del año
"La temporada de Navidad no ha sido buena. Íbamos por muy buen camino en junio de 2021 y desde septiembre ha habido un bajón", incide la vicepresidenta de la Asociación de Vecinos Centro-Sagrario. Por ello, la tesitura ha empeorado durante el pasado otoño y la presente primavera, pese a que la apertura de algunas grandes firmas, como la tienda de Zara en la calle Recogidas, supusiera un impulso momentáneo. "Las ventas de diciembre fueron malas y veníamos con muchas facturas por pagar desde 2020. El año pasado fue de muchos altibajos, lo que ha provocado que las ventas no terminen de arrancar", puntualiza Caballero, quien resalta que "en San Juan de Dios y Gran Capitán se ha cerrado mucho comercio".
No obstante, la herida es más profunda. "Se han ido muchos autónomos, pero no solo de los locales, que son lo visible. En las comunidades de vecinos hay abogados, procuradores, arquitectos y un montón de profesionales que tienen sus despachos en viviendas del centro histórico. Las propias comunidades nos dicen que se han cerrado muchas empresas", abunda Chantal Caballero. En la misma línea se expresa José Vargas, presidente de la Asociación Vecinal del entorno de Camino de Ronda, si bien él incide, sobre todo, en el coste del arrendamiento de los establecimientos. "El alquiler y la cuota de autónomos se lo llevan todo", sostiene.
En esta zona, el contexto no es diferente. "Los negocios tienen muchos gastos y no ganan para tanto. Entonces, tienen que cerrar", expone Vargas, quien insiste en que, con los costes de "agua, luz, alquiler y cuota de autónomos", los beneficios "no rinden". "Cuando pones un negocio con 70 metros cuadrados y pagas 900 euros de alquiler…", sugiere, dejando que la lógica complete su sentencia. "Por eso, un porcentaje muy elevado está cerrando y buscando otra ocupación", asevera.
"Tiene que haber una política de apoyo a los establecimientos tradicionales, que son parte de nuestra cultura y de nuestra forma de entender la vida. Es una pena que Granada pierda la personalidad que tenía, con establecimientos peculiares y algo más que franquicias", se encoge el presidente del Centro Comercial Abierto. La receta la tiene clara: "Una ciudad como esta lo que necesita es que entre mucha gente hablando raro. Si solamente se basa en el consumo local, a pesar de que creo que el cliente granadino se ha volcado con los negocios tradicionales, no da. Hace falta que entren clientes extranjeros con capacidad de compra", considera, a lo que agrega una regulación de las rebajas y la reducción del número de festivos de apertura permitida.
La restauración, el sostén
La excepción a esta inercia, sin llegar a disfrutar de una circunstancia favorable, la viven los negocios vinculados a la hostelería. "Los únicos que se están manteniendo un poquito, y algunos, son los bares y las cafeterías", señala Vargas. "La restauración está funcionando. Es lo que está manteniendo las calles en movimiento y haciendo que se vean algo mejor, porque el panorama era desolador", agrega Chantal Caballero. "La gente lo que ha establecido es que hay que vivir, que hay que disfrutar. Piensa en tomar dos cañas, que no se las quiten, aunque tenga que ir en chanclas", argumenta Ángel Rodríguez, quien, no obstante, matiza que esta coyuntura "no quiere decir que los hosteleros no hayan sufrido". "Es un sector mucho más rápido, más efervescente, para las caídas y las subidas. En el comercio, todo es más lento", precisa.
En este sentido, se dan dos circunstancias. Primero, la supervivencia de los pequeños empresarios, que, a juicio de Chantal Caballero, "son los que han mantenido el sector desde 2014", así como "los que han vertebrado muchas calles en las que se han abierto negocios". En segunda instancia, la llegada de cadenas de renombre y franquicias, como La Ysla, Puerta Bernina, Burger King o The Good Burger, a las que se unirán próximamente otras como Goiko Grill o KFC. "Están viniendo e instalan aquí sus negocios, pero para ver si renta o no. Arriesgan", apostilla José Vargas.