Las vías municipales para salir de la calle
El Ayuntamiento dispone de cuatro centros en los que ofrece a las personas sin hogar un techo bajo el que dormir, formarse e insertarse en el tejido laboral, pero no puede actuar contra la voluntad
Sobre el frío suelo de las aceras de Granada pernoctan entre 180 y 200 personas a diario, según estimaciones del Ayuntamiento de la capital. Gente, en ocasiones, en un estado que roza el peligro de muerte, como denunció el pasado 25 de enero un ciudadano, a través del buzón de cartas del lector de GranadaDigital, en relación a un hombre que, sin hogar, se había instalado en la céntrica Gran Vía. El Consistorio lidia con estas situaciones con el objetivo de reducir el número de personas que duermen a la intemperie en la ciudad, a través de la labor del Centro de Orientación y Atención Social a Personas sin Hogar y Transeúntes (COAST), que, junto con Cruz Roja, habilita distintas vías que les permita salir de la calle. Este fin requiere la voluntad de los sintecho por lograrlo, que no siempre existe, si bien los recursos también contemplan una atención especial a quienes no quieren buscar una salida.
"Todo va coordinado a través del COAST, coordinado con la unidad móvil de Cruz Roja", expone Nuria Gutiérrez, concejala de Derechos Sociales, Planes de Integración, Transformación Social y Mayores del Ayuntamiento de Granada. "Es un servicio municipal que cuenta con psicóloga, trabajadores sociales, administrativos, educadores sociales… Está dotado de personal, que ahora lo hemos aumentado", abunda la edil. Su objetivo principal es simple: "Reducir el número de personas que pernoctan en las calles, en las vías públicas de la ciudad". Todo está pautado, aunque el protocolo se amolda a las circunstancias particulares de cada caso, pues hay quienes necesitan un tratamiento por enfermedad, quienes requieren de atención por drogodependencia o quienes buscan únicamente un techo.
"Trabajamos a través de la educadora del COAST, que es la que hace las salidas a la calle, y con Policía Local. Se identifica a la persona sin hogar, se da traslados a la unidad móvil de la Cruz Roja y, a partir de ahí, se empieza a trabajar con ella dentro de la voluntad que tenga", relata Gutiérrez, quien puntualiza que "algunas tienen adicciones y, de ahí, se les deriva al centro de drogodependencia". No obstante, las necesidades de cada persona sin hogar son distintas. "Dependiendo de las patologías que tenga, se le va derivando a los recursos que hay, ya sean del Ayuntamiento o de la Diputación. Si hay que trasladarlas a un hospital, lo mismo", matiza. Este último contexto es el que entraña una mayor complejidad, indica la edil, pues "se les estabiliza y las vuelven a enviar a la calle, y estas personas se encuentran con que no tienen ningún recurso residencial -las residencias son competencia de la Junta-".
En este sentido, lamenta la dificultad que encuentran para proporcionar ayuda a quienes deben pasar por hospital. "La trabajadora social empieza a coordinarse con la trabajadora social del centro de salud para solicitar una dependencia, pero nos encontramos con que no hay ningún mecanismo de urgencia. No hay un protocolo hecho que agilice el trámite a estas personas que están en situación de calle y tienen algún problema mental. Ahora mismo, va por dos años. Tendría que existir algún plan mediante el que se hiciera rápido, en un mes o dos", esgrime. En el resto de casuísticas, la misión del COAST implica a los cuatro centros de los que el Ayuntamiento de Granada dispone para atender a gente sin hogar, de diferentes características y capacidades. "Esta es la apuesta más importante que hemos hecho desde que entramos nosotros en el 2021", afirma.
Cuatro centros
En concreto, el Consistorio cuenta con una casa de acogida de hombres, denominada Madre de Dios, que se encuentra en la calle Varela. "Había capacidad para unas 38 personas y nosotros la hemos ampliado hasta alcanzar las 50", detalla Nuria Gutiérrez. En esta instalación, gestionada por Cáritas, los usuarios reciben itinerarios de inserción laboral y cursos de formación que les ayude a estabilizar su vida cuando puedan salir. También los ofrecen en el Centro de Acogida para Mujeres y Familias de la Asociación OCREM, también administrado por Cáritas. "Había 29 plazas y hemos ampliado hasta 35", precisa en este caso la concejala de Derechos Sociales. En ellos, también se ayuda a la búsqueda de viviendas de alquiler para las personas que salen del centro e, incluso, se tramita la solicitud del ingreso mínimo vital.
Distinto es el funcionamiento de los centros de baja exigencia o alta tolerancia. Existen dos en Granada, uno en la calle Aranda, con capacidad para 20 personas, y otro también en la calle Varela, abierto el pasado mes de julio. Este último puede albergar hasta a 60 personas, si bien Nuria Gutiérrez subraya que "se han llegado a atender hasta 82", dado que ofrece más servicios que la acogida. "Los usuarios tienen la posibilidad de ir, darse una ducha caliente, tomarse un bocadillo o un caldo, descansar, dormir, leer en la librería que hay allí… Está abierto desde las 20:00 hasta las 8:00 horas, pero no tienen por qué estar allí todo el tiempo", abunda. En este tipo de centros apenas se solicita el DNI para acceder, y en ocasiones ni eso por si no lo llevaran. "Se atiende a todo el mundo, conociendo las circunstancias de las personas que viven en la calle", sintetiza.
Reinserción
En total, estos recursos permiten dar acogida a 165 personas, lo que supondría entre el 82,5 y el 91’7% del total de gente sin techo en la ciudad, que, según la edil, son en su mayoría procedentes de otras capitales o pueblos. No se fija en estas instalaciones un tiempo máximo de estancia, sino que "lo que se pretende es que, cuando las personas salgan de allí, tengan su vida lo más normalizada posible", aclara. "Y lo consiguen", subraya. Al menos, así lo arrojan los datos recogidos por Cáritas en los dos centros que gestiona. Durante 2022, 212 personas iniciaron allí lo que se denomina "procesos de recuperación" en estos recursos municipales. El 59% abandonó la calle, el 21% volvió a pernoctar sobre la vía pública, el 19% permanece en los centros y el 1% ha fallecido. "Ha venido un año después gente que hemos tenido y que ha llegado a recuperar a sus familias. Eso es lo gratificante", se congratula.
"Recursos la verdad es que tenemos, porque nos preocupa y nos ocupa. Es un poco doloroso cuando los hay y, por diferentes circunstancias, no quieren acceder a ningún tipo de recurso, que es respetable. Las personas podemos vivir donde queramos y como queramos", indica. Porque no todos tienen la voluntad de abandonar la calle y, en esos casos, el Consistorio tiene las manos atadas. "Si se niegan, con todo el dolor de nuestro corazón, no podemos hacer nada. No nos los podemos llevar a la fuerza", resuelve, si bien matiza que no por ello se deja de actuar. "¿Qué hacemos, entonces? Visitas constantes, crear un vínculo también con esa persona… Intentar convencerlo", enumera.
Se trata de una tarea que requiere tiempo. "Eso no es un trabajo de una semana ni un mes, porque si no quiere, no quiere, y si también tiene sus capacidades mentales estupendas, ya está, es respetable. Hay un poco de psicología, pedagogía… De todo, a través de la unidad móvil de la Cruz Roja también", sostiene. Y, a veces, funciona. "Cuando no quiere, hay que hacer un trabajo de acompañamiento, crear un vínculo. Se consigue también algunas ocasiones", concluye.