Granada y su minuto de gloria
Como cada dos de enero, Granada ha servido para que las dos Españas nos hielen el corazón. Eso sí, con el mismo entusiasmo que todo el país se suma a un debate muy nuestro al día siguiente nos devuelven al ostracismo. Queda claro que nuestro presente y futuro importa poco al oeste de Loja, levante de Guadix y norte de Huéscar. Sólo interesa nuestro pasado cuando de soslayo les afecta.
Si pedimos trenes del siglo XXI modernizando las infraestructuras existentes resulta que no somos población suficiente para rentabilizarlos. Si la moda pasa por los AVE y se nos ocurre pedir uno con todos sus avíos se nos tilda de despilfarradores y yonquis del pelotazo urbanístico. Si el 30% de la población se echa a la calle cada mes para manifestarse por un tema capital como es la sanidad resulta que no son interlocutores válidos y sí lo son unos sindicatos con serios problemas para representarse a sí mismos.
Nunca fuimos gran cosa, de reino de pitiminí vasallo de los castellanos hemos acabado en provincia olvidada de la que se acuerdan un día al año a base de manosear los hechos históricos y arrimar el ascua a la sardina propia.
Ahora no nos matamos como los nazaríes pero seguimos siendo incapaces de entender que nadie de fuera vendrá a resolver nuestro presente y diseñar un futuro que nos interese. Nuestros ´políticos franquiciados´ tiran de manual cada vez que desde la metrópoli respectiva deciden dedicarnos unos segundos y estos corren a cumplir como buenos vasallos. No importa el tema, con la facilidad que nos cambiamos de ropa interior ellos asumen un discurso o el otro y si se lo piden los dos a la vez.
Ni llegaron los refuerzos del norte de África para salvar a los nazaríes ni llegarán esta vez desde el norte ni desde el oeste. Estamos solos y si lo nuestro lo dejamos en manos ajenas hasta dentro de 364 días a Granada no nos toca otro minuto de gloria.