Un granadino fabrica una moto eléctrica de competición sin conocimientos y desde cero: "Lo hago como un reto"
José Arroyo ha confeccionado en su tiempo libre un vehículo que iguala e incluso mejora prestaciones de los prototipos creados por muchas universidades
Todos los objetos que nos rodean vienen procedidos de un invento previo y una planificación de alguien que ha estado muchas horas diseñándolo. Normalmente, esto suele ser tarea de ingenieros y otros trabajadores tecnológicos, que ponen todo su conocimiento vertido en que los objetos funcionen. Si nos fijamos particularmente en un mundo como el del motor y sus complejidades técnicas, nos damos cuenta de la dificultad que entraña estudiar nuevas ideas y llevarlas a cabo.
José Arroyo, empresario granadino y vecino de Chauchina, no tiene ninguna formación en el mundo del motor. Sin embargo, ha conseguido fabricar en su tiempo libre una moto eléctrica desde cero destinada a competiciones. "Lo hago por aburrimiento y como un reto", comenta a GranadaDigital.
Se trata de un proceso muy complejo, en el que hay que investigar y adquirir conocimiento para entender las piezas que se necesitan para ello. Tal y como explica José, la fabricación de motos eléctricas y de competición es completamente distinta y más complicada a las que tenemos o vemos por las calles. "Esto es una moto de carreras, donde hay muy poca gente cualificada y es muy difícil", asegura.
La moto fabricada por José se puede equiparar a los prototipos que crean las universidades para el mismo fin de competición. Estas instituciones tienen una categoría destinada para poder desarrollar sus creaciones. "A través de sus proyectos con sus presupuestos, desarrollan motos de carrera y tienen una categoría especial para ver cual es el mejor diseño. Y nuestra moto está por encima en cuanto a prestaciones de muchas de estas motos de universidades", explica.
Lo complicado está en sumarle prestaciones a la moto, y empezar desde cero solo no es fácil. José empezó comprando una parte ciclo - la estructura fundamental, sin el motor- de la categoría Premoto3. Eso incluye únicamente suspensiones y chasis, y a partir de ahí hay que empezar a buscar las piezas y la parte eléctrica. "Lo primero que hay que hacer es adquirir conocimiento, pues sin él es complicado pedir una pieza. Luego, hay que ir avanzando poco a poco a prueba y error", apunta.
"Hay que buscar fabricantes y proveedores y pedirles la pieza que necesitas exactamente. Tienes que darle los parámetros, porque no existe en el mercado. Requiere investigación y contactos, porque muchos fabricantes no te lo hacen", explica José, apuntando que es una de las tareas más arduas de todo el proceso. "Un motor eléctrico tiene muchísimos parámetros y la investigación es lo más complejo. Una vez tienes las piezas, soldar y poner los tornillos lo puede hacer cualquiera", dice.
Es sorprendente como, sin conocimientos ni dedicarse a esto, José ha ido avanzando. "No tengo formación en el tema, ha sido todo de cero, con el conocimiento que puede tener cualquier personas. Sabes lo que es el positivo y el negativo de una batería y poco más", bromea.
Solo necesitó ayuda cuando la moto ya funcionaba
Con el 75% del proyecto finalizado, el granadino tuvo que pedir ayuda a un ingeniero, José Antonio Benítez, pues sus adquiridos conocimientos no alcanzaban para resolver la parte final. "Había que afinar un tema de chips y de la batería, pero la moto ya funcionaba y eran detalles técnicos que yo no llegaba a resolver", recuerda. Tras la intervención del ingeniero, no se cambió nada de lo que ya tenía la moto, por lo que todo el trabajo hecho por José dio sus frutos. "Hay un punto en que ya necesitas a un ingeniero que lo defina", confiesa.
Actualmente, la moto ha sido probada tanto en banco como en circuito y está terminada. "Estamos sorprendidos porque no tiene problemas de temperatura", comenta. La temperatura y el peso son los principales desafíos que tienen las universidades al fabricar motos de este tipo. Tal y como explica, "en peso, comparado con algunas motos, estamos 50 kilos por debajo, y en temperatura tenemos 57ºC, un nivel bajo".
Para hacernos una idea de lo conseguido, se pueden comparar las prestaciones con algunos de los modelos llevados a cabo por las universidades. Y la conclusión de estas comparaciones es que la moto de José es mucho más ligera de peso y consigue las mismas prestaciones en velocidad y aceleración necesitando menos potencia.
Ahora, y tras realizar las pruebas y comprobar que funciona, la moto solo requiere unos refuerzos en la protección, de tal manera que sea más seguro para los pilotos. "Estamos en el punto de que sea homologable para el campeonato de España. "Ya hemos hablado con la Federación de ir a una carrera a hacer una prueba como invitado. A partir de ahí, queremos hacer un campeonato monomarca de motos eléctricas para pilotos de iniciación, que aún no hay ninguna. Se puede trasladar a campeonatos nacionales de otros países como Francia, Italia y Grecia", explica José, que se muestra convencido de su creación. La ambición que demuestra ante retos que parecen una quimera es enorme. Acabe como acabe el proyecto, está claro que lo más complicado ya lo ha hecho.