Habemus Gobierno
Habemus Gobierno. Los analistas están poniendo el acento en el carácter feminista con el que que en una proporción hasta ahora nunca conocida se estrena Pedro Sánchez. A las once mujeres las juzgaremos por su gestión y no por mujeres, como igualmente se puede decir de los seis hombres que completan el Gabinete. Es más, diría que sería más justo explorar sus currículum y trayectoria para apreciar que están suficientemente preparadas. Lejos de la paridad, pues, que con tanto esmero pregonó y practicó el ‘zapaterismo’, que en ocasiones dio la impresión de formar gobiernos con brindis a la galería en cuanto al número de mujeres o la juventud de alguna de ellas, una especie de competición adanista por ser ‘el primero que’ en todo.
Igual que juzgaremos a estas once mujeres y seis hombres por su gestión, extendemos el aserto: ser astronauta, ser un valiente juez, incluso haber sido un buen ministro no garantiza el acierto en la gestión en la etapa recién inaugurada. Tampoco, obviamente, lo contrario. Es por eso que se suele dar el acostumbrado margen de cien días que ofrezcan suficientes pistas sobre intenciones, iniciativa y capacidad del nuevo Consejo de Ministros.
En todo caso, con la presencia de ilustres y conocidos apellidos, de personajes perfectamente asentados en sus profesiones -que han satisfecho con rigor su ego a lo largo de su trayectoria profesional anterior- Sánchez parece que intenta disipar el pronóstico de tantos augures que en los días anteriores lanzaban serias dudas sobre la duración en el tiempo del Consejo de Ministros recién constituido. Ni Borrell ni Duque ni Marlaska ni varios más se integrarían en un Gobierno si estuviese predestinado a la brevedad.
Eso sí, la mera presentación de los ministros ha levantado una oleada de expectación. Y, por qué no decirlo, de esperanza: en la medida en que este de Sánchez -como antes el de Rajoy y los anteriores- llegase a ser un buen Gobierno, todos los españoles, los que votaron derecha y los que votaron izquierda, se beneficiarán de su gestión. Lo que ocurre es que el Ejecutivo popular había prolongado los síntomas de agotamiento, propios por otra parte de la inactividad, la pasividad y el ‘tancredismo’ de su presidente. Ese Gobierno que ya es historia estaba pidiendo a gritos una remodelación, necesaria mucho antes de que la moción de censura fuese una realidad en el horizonte y mucho antes de que supiésemos el efecto devastador que para el PP iba a traer la primera sentencia por el caso Gürtel.
Con esta alineación, Sánchez anuncia sin decirlo su propósito de agotar la legislatura. Algo complicado porque el PSOE sigue teniendo solamente 85 diputados. Y no es extraño que todos los partidos estén ya pensando en modo precampaña, es decir en esos plazos que en política dificultan o imposibilitan la colaboración y el pacto. En Granada tenemos ejemplos. Gobernar a golpe de decreto será un recurso a mano ante la mayoría hostil que aguarda en el Congreso. Reforma laboral, impuesto al sol, ley mordaza...
Aquí en Granada esperamos de este Gobierno que ponga fecha y acelere para que venga el tren. La presa de Rules, la segunda circunvalación… en fin, esas reivindicaciones a las que el PSOE en la oposición puso música y a los que falta la letra. En la diferencia entre pregonar y dar trigo conoceremos la eficacia de su gestión. Tiempo al tiempo, pero sin olvidar que los plazos son cortos porque la marginación ha sido larga. Por sus frutos los conoceremos.