Hablar por hablar
A veces, ocurre con esta recóndita columna cuando acude a su cita de los viernes: que posiblemente antes de que usted, amigo lector, termine de leerla la fuerza de los hechos la habrá dejado ya antigua o funcionalmente irrelevante. En días como hoy, por ejemplo, cuando la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, una vez finalizada la reunión del Consejo de Ministros, desvelará el secreto a voces con fecha y hora para el adelanto electoral.
Antes de entrar en los tres escenarios previstos, este humilde comentarista se permite apuntar a la primera víctima de esta incertidumbre con hora de caducidad. Que no es otra que las elecciones municipales, esas que desde hace cuatro años tenían en el 25 de mayo la cita con las urnas, una fecha hoy devorada por los acontecimientos, diga lo que diga o anuncie lo que anuncie Sánchez y superada por la inminencia de las elecciones generales, sean antes, durante o después del domingo en que se renovarán los gobiernos de todos los ayuntamientos de España.
Y ello, porque el sobrecargado calendario electoral español tiene estas rocambolescas coincidencias, pues se trate de lo que se trate en las urnas sus efectos siempre se proyectan sobre las que de verdad importan, es decir las generales, que son las que deciden las mayorías parlamentarias y el gobierno de la nación. Si son anteriores a las municipales, porque la campaña electoral de los ayuntamientos se desarrollará con los resultados de las generales a la vista y todo lo que ello conlleva en los días sucesivos en cuanto a tratativas, sumas, restas y posibilidades abiertas y cerradas de formar gobierno. Si coinciden, porque la campaña de las generales tapará todo debate político que no desemboque en el inquilino de la Moncloa. Y si se aplazan a octubre, porque la actual jauría que ha venido demandando el adelanto de la cita electoral que en principio debía ser en 2020 continuarán en su afán, tensionando en el día a día el desgaste por goteo del actual gobierno.
He aquí, pues, los tres escenarios posibles. A) Elecciones el 28 de abril. Parece la probabilidad más probable de todas las probabilidades. De materializarse el pronóstico más avanzado, Sánchez busca con ello que su electorado más dudoso y afines tengan viva en la memoria la fotografía de este domingo pasado en Madrid, que presenta por igual a Vox con Ciudadanos y el PP. Tiene el inconveniente de que la campaña electoral coincide con la Semana Santa. Se abre el Domingo de Ramos, con lo que los efectos electoralistas se extenderían hasta las procesiones. Puede que con su adelanto, aparte de atender al clamor, Sánchez trate de satisfacer también a tantos alcaldes y presidentes autonómicos de su propio partido, el PSOE, que no quieren compartir suerte y destino con el actual presidente del Gobierno. Si finalmente se convocan el 28 de abril, se habrá convocado en el plazo más inmediato posible, en línea con la imposibilidad del Ejecutivo para sacar adelante unos presupuestos que en el actual reparto de escaños y posibilidades de apoyo con que cuenta el gobierno socialista, era fácil de pronosticar el desenlace negativo que finalmente se ha producido.
Escenario B) La coincidencia electoral debería ser la solución más lógica en cuanto al ahorro financiero que supone para todos, incluidas las arcas del Estado. Es cierto que llamar a las urnas para el doble voto oculta de manera absoluta el debate municipal, que -no olvidemos- es la muestra más directa de democracia y participación y representación ciudadana. Pero, como ya hemos expresado, de una forma o de otra ese debate en torno a la renovación o confirmación de los gobiernos municipales está solapado por el debate nacional tanto si se anticipan como si coinciden como si se posponen.
Escenario C) Aplazar la cita hasta octubre era también una posibilidad muy abierta antes de que el fallido proyecto de presupuesto embarrancase esta semana en el Congreso, además de que los acontecimientos de los últimos días hayan precipitado los desenlaces. Esperar a octubre desliga las elecciones generales de las municipales en mayor sentido que las dos anteriores pero el resultado que arrojen las urnas y el color que saldrá de los ayuntamientos podría acelerar la descomposición del Gobierno y derivar el ambiente en asfixiante hasta el día concreto de la votación. O no: quizá Sánchez confía -aparte de un repunte socialista en las municipales- en un renacer de sus apoyos en esos ocho meses que faltarían hasta la fecha de las elecciones, una posibilidad que con un gobierno en minoría y sin apoyos a derecha e izquierda, cuando las urnas tengan calendario concreto se antoja dificultosa.
Pero todos los párrafos anteriores, lo decíamos al principio, tendrán poco sentido en cuestión de horas. Hablar por hablar. Disculpen las molestias: el próximo viernes podremos escribir con más sentido. Si han llegado hasta aquí en la lectura, muchas gracias.