Hasta siempre, José Antonio Linares, mi amigo
- ¿Está Jose? ¿Puede bajarse a jugar?
- Ahora; cuando termine de estudiar baja…
Así, día sí día no. Las pesadas de nuestras madres, que nos dejaban sin tiempo para jugar, para crecer como piña, para emocionarnos, para ser felices, para disfrutar… en cambio, si eran amigos, faltaba día para estar con ellos. Esta semana todo se arremolina en mi interior como un cráter que succiona y se lleva mi infancia hasta hacerla cenizas. Y tiene la culpa de ello José Antonio, mi amigo de la infancia, quien apenas una semana después de su muerte no logro desprenderlo de mi pensamiento.
El campillo frente a la Huerta de San Vicente. Con nuestras manos y pies, ayudados de una picola, lo alisamos y convertimos en el mejor campo de futbol que hubiéramos podido imaginar; o el tranco de su bloque de Arabial 106, sí, 106, no 38, donde unos ligaban, otros a escondidas daban caladas al cigarro-comuna, y otros ponían música con maltrechas guitarras a calurosas tardes de verano. La parroquia, las cabañas de cartón y plástico, la pandilla de Ángel Barrios que con nocturnidad y alevosía destruían nuestra liviana construcción, los cigarros que volaban de tu ventana a la mía, las patatas y las mazorcas de la huerta del Carilla requemadas en una hoguera, las excursiones con nuestras bicis a la Alameda de la Puleva, las fiestas en casa de Ana o en Santa Teresa, los ensayos del coro para tomar como excusa la Navidad…
Callo las golferías. No es momento ni ocasión. Como en la película: nunca fuimos ángeles. Lo dejo para el privado, para cuando volvamos a reunirnos con Caracolillos, Jesús y el Titi. Los amigos. Amigos de mañanas, tardes y noches enteras…nada más. Con el paso del tiempo, te das cuenta que esa y no otra es la verdadera amistad. Luego viene la lírica del bolígrafo que todo lo adorna y trata de poner nombres para que suene bien. Hoy es de los días que me da igual lo que diga mi maestro Salvador acerca de que escribo demasiado retórico. Castizamente, así me sale hoy. Y poco importa cuando se arremolinan sentimientos en mi lápiz.
Sólo ser feliz. A lo mejor sea que eso y nada más pueda ser la amistad de niños. Comprender sin decir nada, sacar una foto al día siempre llena de risas, fumar un cigarro a escondidas… churro, pico, terna, una amiga con la que descubrimos que ellas tenían pecho, otra que nos miraba con ojos distintos mientras sólo teníamos ojos para correr detrás del balón, otra con la que descubrimos años más tarde lo emocionante de correr tras ellas y olvidar los balones… Hoy en cambio nos has descubierto que ser amigos no es sólo eso. No para Caracolillos. Ni para Jesús. Ni para mí. Ni para los que te recuerdan. Muchos. Más de los que crees. Hoy sabemos que amigo es quien te rompe el corazón cuando se va. Hoy sabemos que amigo es quien agarrarías por el cuello y le dirías que porqué se marchó sin despedirse, que quién le dio permiso para decir que esto fue todo, que ya no hay nada más… Hoy sabemos que amigo es quien, cuando un día suena el teléfono y dicen que te has ido, piensas que es imposible, que una broma, que sigues vivo en nuestra infancia, que aún permaneces en ella…
Crecer como crecimos tiene cosas buenas. Otras en cambio, jodidamente malas. Buenas, porque alimentamos la convicción de ser uno, que ni el tiempo podría con nosotros, que cada diez años nos veríamos y todo sería como de niños… malas, porque te fuiste sin despedirte, te cargaste nuestra piña, deshojaste nuestra infancia. Y el dolor y la sensación de quedarnos sin un amigo de siempre nos hace daño, mucho daño. No tanto como para comprometer lo que día a día se convierte hoy en la razón de vivir y sin duda es nuestro motor, pero sí como para sentir que algo se fue contigo cuando te marchaste. La vida, que avanza y avanza, calmada y dulce a veces. Hoy cruel, terriblemente cruel…
Sé que ahora es cuando quienes creemos, hablamos de una felicidad en el Más Allá, de un Dios bueno que nos acoge cuando pasamos a la otra vida, y de una Vida Eterna de la que tú ya formas parte… perdonad si a mí aún no me sale, si me siento cabreado con un Dios que te arrancó de cuajo y sin previas explicaciones, con un Dios al que no entiendo porque todavía creo no era momento ni ocasión propicia, con un Dios al que no termino de comprender porqué llamarte al Cielo con la falta que aún haces en esta tierra... No. Hoy no escribo para consolarme. Ni para consolar a otros. Ni tan siquiera para reconocer lo mucho y bueno que hiciste. El excelente amigo, el excelente compañero, el excelente hermano, el excelente padre… No. No escribo por ello. Eso es fácil decirlo, y estoy seguro que todos cuantos te rozamos siempre lo intuimos. Y tus hermanos, tus hijos y Marisa, lo que más amaste en este mundo, seguirán tu ejemplo como la mayor de las herencias que reciben de la impronta que nos dejas en este mundo. Hoy no. Hoy solo me sale ser tremendamente egoísta. Escribir para sacar este dolor que cuestiona muchas cosas y me hace arrepentirme de otras. Escribir para decir que es una putada, que no se hace, que porqué, que por muchas vueltas que doy, no encuentro el porqué…
El martes, cuando volvía de Málaga con Jesús y Caracolillos, prometimos hacer algo para recordarte. Una misa en Granada, juntar a quienes fueron tus amigos y te conocieron de pequeño… al final, lo de siempre, nos beberemos los tres una botella de vino a tu salud. Aún no sabemos si será vino de misa, del de la sacristía de Santa Teresa. Eso sí: tú y el Titi, por si se os ocurre venir, tendréis copa en la mesa. Y llenaremos las cinco. Y brindaremos. Ya veremos si será la última.
Te echaremos de menos. Mucho. Hasta siempre, tu amigo. Nada más que tu amigo.
Comentarios
6 comentarios en “Hasta siempre, José Antonio Linares, mi amigo”
Remedios
18 de abril de 2017 at 16:10
Ciertamente,no lo podemos entender.Mi vecino,el niño con el que me encontraba en el ascensor.El muchacho formal que llevaba la administración del bloque para ayudar a su madre.Cariñoso y educado. Un accidente absurdo se lo ha llevado...y solo pienso en que la suerte quiso que la simpática Lola,tu madre, tuvo suerte de irse delante y esperarte alli.
DEP
MARIA JOSE Antonio navarro
18 de abril de 2017 at 17:08
No se puede añadir mas atu escrito...conciso y precioso resumen de vivencias
...estoy de a cuerdo contigo que es un dolor y su partida tan inesperada como injusta. Dencanse en paz nuestro siempre amigo.
Jesus
18 de abril de 2017 at 19:07
Nos hemos quedado cojos, pero los recuerdos nunca nos van a abandonar. Ni te imaginas lo que te queremos y lo que te vamos a echar de menos. Pablo muchas gracias por habernos hecho viajar a través de tu lápiz
Juanma
19 de abril de 2017 at 10:48
A si es amigo Pablo, no entendemos el porque del adiós a un amigo de la infancia, a un chico con tanta vida y tantas cosas por hacer, tantos momentos por vivir y cuanto dar a los que como tú, estuvieron a su lado.
Eloísa Marín
21 de abril de 2017 at 02:03
Querido amigo ¡qué hermosa palabra¡)...he llorado contigo y tus palabras la marcha de Jose...y con Caracolillos y Jesús (mi hermano) y no sabes cómo comprendo tu pena...y tu rabia...y tu impotencia...y hasta tu enfado con Dios...he vivido todo eso...y sin embargo, no sabes cuánto lo he lamentado al entender, con el tiempo, que esta vida es un regalo y, sin embargo, no es ésta, sólo, la vida,,,sería absurdo! La vida no es la nuestra aquí y allá la de ellos, los que se marchan sin avisar...tan a destiempo. Nosotros no nos conformamos pero ellos pueden hacer y, de hecho ya veo cuanto está haciendo Jose con vosotros ahora que se ha marchado---y continuará haciendo mucho más ahora desde allí- Tenemos una libertad total que no nos exime de accidetes y catástrofes y que, precisamente, nos la ha dado el Padre. Es muy duro no poder compartir con él físicamente pero no se ha marchado y esa unión vuestra se merece una Euracristía en Santa Teresa y vuestra permanente unión, por él ...Créetelo, y estate tranquilo, tu quieres lo mejor para él...pues bien, él no puede estar en mejor Lugar. ¡Os oacompaño en vuestro dolor a todos, familia y amigos! Un entrañable abrazo!
Blanca
26 de abril de 2017 at 11:26
No tuve la suerte de conocer esa epoca a Jose pero me acuerdo cuando Marisa y yo estudiavamos en la Academia Progreso y Jose se figo en Marisa. Como poco a poco su amor se fue fortaleziendo y cada vez se hizo más grande. El corazón no lo ha destrozado a todos esos amigos que tuvimos la suerte de compartir parte de su vida y ahora solo pienso que la vida es injusta y alli donde estes Jose, no te preocupes que cuidaremos de Marisa, Sandra y Jose Eloyy tu sonrisa permanecera siempre en nuestros corazones.