Haz un ‘brake’ y cambia tu vida
Muchas veces es necesario romper con todo, alejarse y tomar perspectiva, para buscar consciencia de dónde estamos, qué queremos y cómo podemos conseguirlo.
Romper con todo… suena fuerte, pero es muy necesario.
La rutina, el miedo a lo desconocido… las ataduras que nosotros mismos creamos, nos hacen vivir el día a día pasando por la vida sin pena ni gloria. Y cuando falta la ilusión, amigo ¡necesitas un ‘brake’!
Porque alejarte de ciertas situaciones a veces no es suficiente. A veces es necesario romperlas, destrozarlas. Destruir para poder construir.
Y no me refiero a mandar todo bien lejos. Hay que ser realista y a veces, simplemente, no se puede. Pero sí se puede romper con nuestra actitud ante la vida.
Por ejemplo. ¿Cuántos de vosotros os encontráis trabajando en algo que ni os motiva ni os llena o soportando situaciones que literalmente os amargan la existencia? Supongo que la inmensa mayoría.
Puedes estar inmerso en el peor de los problemas y ser feliz, solo porque eliges serlo. Pero cuando la vida se convierte en aguantar… estás bien fastidiado y solo puedes arreglarlo de dos formas: asumir lo que tienes y ser feliz con ello, o romper y tratar de buscar la felicidad en otro lugar.
Las dos vías pueden ser igualmente satisfactorias, porque son cuestión de elección y actitud.
Sin embargo, la mayoría toma otro camino: aguantar y ser inconformista. Y estas dos actitudes con completamente incompatibles… al final la cuerda se rompe por tensión y desgaste.
Si estás realmente mal en tu trabajo, pero tienes que aguantar ahí por tus hijos y tu familia, tú decides: puedes seguir quejándote de lo absurda que es tu existencia o sentirte feliz y orgulloso porque estás ahí por un bien mayor. Pero si escoges la primera vía, al final la cuerda se rompe; pero se rompe en ti, en tu sensación de tristeza y pesadez, en el “no puedo más, pero aquí sigo”. Se rompe en tu salud física y emocional.
Si estás inmerso en una relación que no te aporta lo que necesitas, tú decides: puedes seguir dando oportunidades a tu rana esperando que se convierta en un hermoso príncipe (o princesa) o puedes cortar de raíz y daros a ti y a la otra persona la oportunidad de ser felices de verdad. Pero si sigues esperando, lo más probable es que tu rana poco a poco vaya mutando en insecto y que cada día te sientas un poquitito peor.
La vida es voluble y nos lleva, o nos dejamos llevar. Por eso, tomarse un tiempo para alejarse de las circunstancias que te están presionando el alma es vital, para pensar qué camino tomar.
Y no rompemos con estas situaciones por nuestro propio concepto de responsabilidad. Las prolongamos y estiramos hasta que la cuerda se rompe… Porque al final se acaba rompiendo por mucho que queramos evitarlo. Y es entonces cuando te das cuenta de que ha pasado lo que tenía que pasar y de que te has quedado en la mismísima gloria y te preguntas: ¿Por qué no habrá sucedido esto antes?
Pues claramente, porque tú así lo has querido.
Y es cierto que da vértigo, pero la vida sin ilusión… la vida sin pasión, no es vida.
Cuando rompes con una situación o actitud que no solo no te hace feliz, sino que te hace infeliz; tu vida cambia inmediatamente. De pronto te sientes liberado, ligero, optimista.
De pronto todo toma un color diferente. Y, sí, el miedo sigue ahí, pero empiezan a surgir ilusiones y ese puzle de piezas que forman tu vida comienzan a ordenarse solas como por arte de magia. La realidad es la misma y sigue siendo igual de dura, pero tu visión ha cambiado y se ha enriquecido.
Solo hay que tener confianza, ganas y valor. Porque ser valiente no es no tener miedo, sino afrontarlo y hacer lo que tienes que hacer asumiendo todo lo que venga detrás, todo.
Cuando eres infeliz estás ansioso.
Cuando eres infeliz te equivocas.
Cuando eres infeliz, simplemente no eres productivo ni útil.
Y no hay más barreras que las que tú mismo te impones. Tú eres dueño de tu vida y tú decides como afrontarla. La felicidad es una actitud, es cómo eliges afrontar cada situación.