Las historias de senegaleses que se enamoraron de Granada y la convirtieron en su hogar
GranadaDigital continúa con el serial de reportajes sobre personas extranjeras que hicieron sus vidas en la ciudad de la Alhambra
Continúa el serial de reportajes de GranadaDigital sobre personas extranjeras que han decidido hacer sus vidas en Granada. Cada semana, se han mostrado testimonios provenientes de distintas comunidades, realizando -hasta el momento- entrevistas a personas de Marruecos, Rumanía, Reino Unido y Colombia, quienes han narrado cómo han llegado a Granada y qué fue lo que les ha enamorado de esta ciudad.
En esta oportunidad, el recorrido prosigue con la quinta comunidad extranjera más grande en Granada, correspondiente a la de Senegal. Según el censo anual de población 2021-2023 del Instituto Nacional de Estadística, la provincia registra un total de 2.793 personas de nacionalidad senegalesa, y por esto, este periódico ha conversado con dos de ellas, quienes han contado cómo fue que hicieron sus vidas en la ciudad de la Alhambra.
"En Granada encontré realmente mi sitio"
Mara Dat lleva 24 años en Granada y, según cuenta, su historia en esta ciudad comenzó como una casualidad. "Yo trabajaba en Francia, pero por historias de papeles he viajado a España y noté que encajaba en Granada", narra. Es que, relata, de inmediato tuvo la sensación de que este era su lugar: "Me sentí cómodo y me he quedado. Dije, de aquí no me muevo".
Recordando aquellos años, cuando daba sus primeros pasos en esta ciudad, Mara explica que "por la manera de vivir, yo no me sentía extraño". "La gente es muy hospitalaria, me encontré realmente en mi sitio", afirma. Esa manera de vivir, precisa, es muy similar a la de su país: "Vengo de un sitio que es así, la gente es muy abierta, se habla, saluda".
Este hombre se dedica actualmente a ser intérprete, pero la verdad es que durante sus más de dos décadas en Granada, ha debido pasar por diferentes trabajos. "Yo no tenía papeles y tenía que buscarme la vida. He pasado por la obra, he trabajado como jardinero y he sido profesor de francés e inglés. Ahora soy intérprete", relata.
Sin embargo, una de sus grandes pasiones es la música, y desde hace años que toca el djembé en el grupo Musical Roots Africa Percusion, en el que participan senegaleses y españoles. "La música es algo que me gusta, pero la hago cuando el tiempo me lo permite", indica.
Para Mara, a pesar de que han pasado muchos años desde que ha dejado su país, el vínculo siempre se mantiene. "Uno siempre piensa en su tierra, en su gente. Cuando puedo ir, voy", asegura. Pero también apunta que en España ha encontrado muchas costumbres cercanas a las de Senegal: "Hay muchas cosas similares aquí. Por ejemplo, cómo viven los gitanos, vivir en familia, comer juntos, saber compartir. Al final, las mezclas de cultura es la riqueza de un continente y en España es como si fueran africanos, se nota que han vivido africanos aquí".
Y aunque su experiencia de vivir en Granada, en general, ha sido muy buena, advierte que, lamentablemente, en varias ocasiones ha sufrido de racismo. "Me encontrado con alguno que es racista. Esos son incultos, si eres racista es porque eres inculto. Una persona cuando no la conoces, la respetas, porque somos todos humanos, ni blancos, ni negros ni amarillos", sostiene. Pese a ello, Mara dice que "no me arrepiento tampoco, yo soy uno más y sigo aprendiendo todavía. Si te quieres quedar en un sitio tienes que aprender a integrarte y adaptarse todavía más".
"No sabían pronunciar mi nombre y me pusieron 'Pepe'"
Tamimou Seck Fall llegó el año 1994 desde Senegal con un objetivo muy claro: obtener un título profesional de sastre. "Quería tener el título de sastrería de Europa para poder trabajar en Senegal, porque sería bien visto", cuenta. Primero viajó a Francia, luego a Italia, hasta que supo de un curso que se impartía en Granada, por lo que se lanzó a la aventura. Sin embargo, no se encontró con lo que esperaba. "Cuando llegué me dijeron que había cursos pero solo para niños y me dijeron que seguramente el año que venía habría un curso para mayores", recuerda.
Fue así como Taminou Seck decidió esperar un año en Granada por ese sueño, sin imaginarse que se quedaría toda la vida. "Me compré una maquina de segunda mano y estuve cosiendo, trabajando en una tienda de alta costura de moda en Gran Vía", repasa. Pero al pasar los años, la vida le fue poniendo en otros caminos, pasando por diferentes trabajos como vigilante de seguridad, conserje y en una empresa de limpieza de autobuses.
"Yo era una persona muy querida aquí, me daban trabajo y todo. Llegaron hasta a cambiarme el nombre, porque como me llamo Seck, a algunos les resultaba difícil de pronunciarlo, y me dijeron 'te vamos a llamar Pepe y ya está', y así me llaman hasta ahora, casi todos me conocen por Pepe", ríe.
Actualmente, 30 años después, este hombre está felizmente casado con una española, tiene una hija de 27 años y una nieta, ambas granadinas. Está retirado por problemas de salud, pues fue diagnosticado con un enfisema pulmonar. "Llegó un momento en que no podía más, por la enfermedad que yo tenía por haber fumado tantos años. Me trasplantaron de pulmón hace ya nueve años", cuenta.
Sobre su feliz vida en esta ciudad, Seck indica que "Granada era mi destino, tenía que pasar. Desde que llegué a España no he salido de Granada. Solo he viajado para ver a mi familia a Senegal y volver, pero solo eso. Me siento muy a gusto aquí. La gente es muy maja. Yo nunca he tenido pelea con nadie, siempre he tenido amigos, siempre he sido querido".