La honestidad es tener el coraje de decir la verdad cuando sería más cómodo estar callado
La autenticidad es una característica que a veces no es fácil de encontrar en una persona, en un mundo en el que reinan las apariencias
Estos días han sido algo convulsos tras la carta que publiqué en un grupo de periódicos dirigido al Presidente de la Junta de Andalucía. Y me acordé de un tweet de Virgilio Gallardo, que es uno de esos sabios, psicólogo, interesado en la gestión del cambio y la transformación organizativa, además de en la innovación digital de las personas, que vale la pena conocer. Su post lanzaba una interesante idea que me encantó: la honestidad no es sólo decir la verdad, es también tener el coraje de decir la verdad cuando sería más cómodo estar callado. Y eso es lo que hice cuando escribí el artículo sobre la gestión de la pandemia.
La autenticidad y la honestidad son características que a veces no son fáciles de encontrar en una persona, en un mundo en el que reinan las apariencias o en centros donde las envidias aparecen en muchos momentos.
A veces, en determinados contextos, mostrarnos tal cual somos no sólo no es reconocido como algo bueno, sino que puede conllevar consecuencias negativas. Sin embargo, y a pesar de todo esto, aún existe gente que, en su día a día, vive a través de la autenticidad. Y en ello, podemos encontrar personas auténticas, con todos los detalles y aspectos a destacar. Una persona auténtica se basa en que está llena de ternura, que trabaja con afectividad, con muchas historias que compartir, que deja huella, de confianza, con humor, con honestidad, con la humildad como una de las características más atractivas, con todo el talento, con coherencia en todo lo que hacen, con prudencia, con templanza, con sinceridad responsable. Buenas personas, lo que les convierte en buenos profesionales.
Afortunadamente, si desarrollamos una cierta sensibilidad para ver más allá de las apariencias, las personas auténticas aparecen ante nuestros ojos...incluso allí donde no esperábamos encontrarlas. El problema es que en ocasiones no es fácil detectarlas, porque la honestidad también puede llegar a ser fingida y calculada como una estrategia.
Las personas auténticas y honestas tienen diez rasgos básicos que rebosan honestidad:
1. No ocultan su nerviosismo acerca de lo que van a decir:
Las personas auténticas y honestas no consideran que los temblores de voz y los momentos de dudas acerca de lo que se va a decir, o en momentos de crisis, o ante situaciones inesperadas, sean una debilidad, y por consiguiente no se arrepentirán de haberse mostrado de esa manera ni tratarán de disimular su estado de ansiedad con cualquier excusa que sirva para interrumpir la comunicación. Aunque pasaran un mal rato, tratarían de expresarse de la manera más franca posible, e incluso se referirían a su propio estado de nerviosismo sin ningún reparo.
2. No temen mostrar sus opiniones y las hacen escuchar:
Las personas auténticas y honestas dan su opinión sin filtros cuando creen que ésta puede resultar de interés. Las personas auténticas saben que existen pocos motivos por los que las opiniones deben mantenerse ocultas. Si estas personas tienen algo que decir, simplemente lo hacen. Eso sí, siempre tienen cuidado de no lastimar ni herir a los demás con sus opiniones. Buscan hacerse escuchar y hacen valer su opinión pero no quieren dañar ni machacar a nadie.
3. No ocultan su tristeza:
Las personas auténticas y honestas rechazan estar siempre contentas y felices, independientemente de las circunstancias, porque viven según una filosofía en la que incluso el dolor y la frustración son emociones naturales y deben ser aceptadas.
4. No les avergüenza ofrecer cumplidos espontáneamente:
Las personas auténticas y honestas ofrecen cumplidos de manera espontánea, incluso en situaciones en las que no son esperadas. Eso implica que no se preocupan por si eso genera suspicacias en la otra persona. Reconocer el valor de las otras personas es un valor que les destaca.
5. Expresan enfado de manera directa:
Las personas auténticas y honestas dejan claro cuándo están decepcionadas o enfadadas por algo, en vez de recurrir a ciertas estrategias para "vengarse" del otro. Actúan de manera consecuente y muestran su rechazo ante cosas que consideran injustas. Ante ello, procuran actuar sin virus y bacterias, sin infectar la relación, diciéndolo pero sin machacar a nadie, sin acusaciones, ni amenazas ni exigencias, sin menosprecios ni etiquetas, ni ironías ni generalizaciones.
6. Expresan sus creencias sin tratar de racionalizarlas:
Cuando una persona auténtica y honesta hace algo movida por la fe, la esperanza o simples intuiciones, explica sus motivos con transparencia. De algún modo, la gente que se muestra tal y como es, acepta que muchas facetas de nuestra vida están cubiertas por la incertidumbre, y que las corazonadas son tan necesarias como el conocimiento basado en hechos contrastados. Por ello, no tienen una obediencia ciega, ni mucho menos. Les gusta discrepar cuando no están de acuerdo, sin temor a lo que dirán.
7. Evitan juzgar:
La honestidad consiste también en NO JUZGAR el comportamiento de los demás a través de un esquema moral rígido, porque asumen que la personalidad de cada persona es lo suficientemente flexible y cambiante como para ir más allá de las convenciones sociales. Las personas auténticas y honestas saben que no es fácil seguir el propio camino de uno por eso NO pierden el tiempo juzgando. Es probable que si tienen algo que decirnos o una opinión sincera, nos la den. Después se olvidarán del asunto y dejarán que tomemos nuestras propias decisiones. Podemos contar con ellos de forma honesta y podemos esperar una opinión sincera. Por ello, pensarán y reflexionarán antes de decir algo. Es decir, que no intentan criticar a los otros, directa o indirectamente por comportamientos extraños, porque eso sería como situarse en un escalón moral por encima de los otros sin merecerlo. Procuran ser coherentes entre lo que dicen y lo que hacen, en lo que dicen y cómo lo dicen, siempre basados en unos valores.
8. Reconocen las debilidades de los otros y las aceptan:
Las personas auténticas y honestas son muy distintas entre sí. Algunas tienen muchos amigos porque se les da bien relacionarse. Otras son más introvertidas y prefieren tener pocos amigos que sean muy cercanos. Nunca les verás hacer algo que vaya en contra de su escala de valores y su conversación interior es positiva. Las personas auténticas y honestas saben que cada uno es especial. Se concentran en conocerse a sí mismos y se valoran por lo que son. También conocen sus defectos o puntos flacos y han aprendido a sacarles provecho o disminuir sus efectos negativos.
9. Se muestran curiosas y preguntan cuando quieren saber:
La autenticidad también se plasma en el modo en el que se muestra ante los demás la propia ignorancia. Las personas auténticas y honestas preguntan por el significado de ciertas palabras aunque intuyan que todos los demás la conocen bien. Las personas auténticas y honestas saben que la curiosidad es un elemento que les ayuda a crecer en creatividad e innovación.
10. Piden ayuda cuando es necesario:
Las personas auténticas y honestas no huyen de las situaciones en las que hay que cooperar o pedir ayuda. Las personas auténticas y honestas son una ráfaga de aire que refresca tu vida y llenan cualquier espacio en el que están. Son fáciles de identificar porque cuando llegan a tu vida te inundan de buena vibración, alegría e inspiración. Su forma de ser es agradable y cualquiera a su lado se siente bien y confiado. Las personas auténticas y honestas te hacen sentir, tan bien que te permiten ser tú mismo. Saben que cada uno es especial y te harán sentir único y especial.
Las personas auténticas y honestas rigen su vida por su propia escala de valores y hacen sólo aquello que desean. Saben que no pueden depender de los demás para ser felices ni lograr sus objetivos. Son independientes y están dispuestas a arriesgarse para llegar a donde desean.
Las personas auténticas y honestas saben que criticar, juzgar o hablar de más es negativo. También saben que dar una opinión o consejo es más fácil que seguirlo. Por ello, cuando les pedimos un consejo, se lo piensan bien antes de hablar. Los reconoceremos porque son las personas que nos pueden dar los consejos más realistas. Y es que hablan desde su propia experiencia porque no sugerirían hacer algo que ellos mismos no harían.
Las personas auténticas y honestas valoran quiénes son y hacen todo lo posible por mantener su cuerpo y mente en forma. Se dan tiempo y salen a hacer ejercicio, cuidan su alimentación y sus relaciones interpersonales. Saben que la vida consiste en poner prioridades y darle a cada cosa su importancia y tiempo.
En definitiva, las personas auténticas y honestas respiran libres y permiten que quien los rodee sea honesto, sea auténtico. Busquemos la autenticidad en quien nos rodea. Nos servirá para crecer y ser mejores personas.