La incierta leyenda de Di Stéfano, Puskás y el Granada CF

Los dos mejores jugadores del mundo del momento sellaron su alianza con un gol que, pese a lo que se asegura, no fue ante los rojiblancos

Puskás
Puskás en un partido ante el Granada en el antiguo Los Cármenes
GranadaDigital
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Sitúa la leyenda al Granada CF como el lazo que unió a una de las mejores parejas futbolísticas de todos los tiempos. ¿Di Stéfano, Puskás y el Granada? La verdad es que suena muy bonito, pero el mito no es del todo cierto.

Es indudable que la buena relación personal que existía entre Di Stéfano y Puskás, dos de los grandes futbolistas del momento (y de la historia), fue clave para que el Real Madrid se convirtiera en el mejor club del mundo a finales de los 50. Sin embargo, aquella relación no fue siempre tan buena.

Es lógico pensar que no es fácil juntar en un mismo equipo a dos jugadores de talla mundial acostumbrados a liderar todos los clubes por los que han pasado. Fue lo que ocurrió en Madrid en 1958, año en el que aterrizó Puskás en el Real.

El húngaro llegaba en el momento más difícil de su carrera. Después de huir de su país tras la revolución de 1956 y escapar de un régimen comunista que lo quería "castigar", tuvo que cumplir una larga sanción de 18 meses sin jugar impuesta por la FIFA. Cuando pisó suelo patrio, Puskás tenía 31 años, una edad avanzada para un futbolista en aquella época, estaba totalmente fuera de forma (casi 20 kg de sobrepeso) y se encontraba absolutamente desmoralizado. Su acogida no fue sencilla: no hablaba el idioma, el entrenador no lo quería y tenía que hacer frente por primera vez a un vestuario que no dominaba y en el que, encima, ya había un líder contrastado, Di Stéfano, el mejor jugador del mundo (con permiso del propio Puskás).

El choque de trenes parecía inevitable. El húngaro -capitán del poderoso Honvèd y de la mejor selección del planeta- había sido considerado como el gran jugador de Europa hasta su sanción. Poseía un carácter muy fuerte y ansiaba el liderato. Di Stéfano era igual. Sólo Santiago Bernabéu pensó que podrían encajar. Pero el magiar siempre destacó, aparte de por su grandes condiciones futbolísticas, por tener una mente privilegiada. Era muy listo tanto dentro como fuera del campo y sabía que no podía rivalizar con Di Stéfano si quería quedarse en el Madrid... y no tenía otro sitio donde ir.

Con una relación futbolística buena, pero tensionada en el aspecto personal, llegaron al último partido de liga. Ambos estaban empatados al frente de la clasificación de máximo goleador de la liga con 21 goles. Al final del encuentro Puskás controló un balón dentro del área con todo a su favor, pero en vez de disparar se giró y cedió el balón a Di Stéfano. El argentino marcó. Con ese tanto se convirtió en el ‘Pichichi’ de la Liga 58/59 y selló una relación de amistad y confianza con el magiar. Un vínculo que fortaleció el mejor equipo del mundo del momento. Tres copas de Europa y cinco ligas lo atestiguaron. A partir de ahí, Puskás encadenó cuatro. ‘Pichichis’ en una dilatada trayectoria como futbolista merengue que lo hizo vestir de  impoluto blanco hasta los 38 años.

El propio Puskás recordaba aquel partido como el crucial para triunfar en el Madrid y lo sitúa en la jornada 30 de la temporada 58/59 frente al Granada. Pero la memoria le falló. El partido contra los nazaríes fue dos fechas antes y venció el Madrid 0 a 3... con hat-trick del húngaro. Di Stéfano ni la olió. Era el Granada de la final de Copa. El de los Piris, Larrabeiti, Carranza o Arsenio. Curiosamente con Kálmár, antiguo entrenador de Puskás en el glorioso Honvèd, recién llegado al banquillo de Los Cármenes.

Aquel instante de generosidad que pudo cambiar el destino de uno de los grandes equipos de la historia, no fue ni el último partido de liga ni contra el Granada. Fue en la jornada 28, en la goleada 8 a 0 al Sevilla. Después de marcar su segundo gol de la noche y haber empatado como máximo goleador del encuentro y del campeonato con el argentino, a un minuto del final Puskás cedió y Di Stéfano remachó. No lo sabían,  ero el Madrid se acababa de convertir en el mejor equipo de la década.

José Manuel Quesada