Inútil, la nueva propuesta expositiva de Roberto Urbano en Condes de Gabia
Roberto Urbano vuelve a exponer en su ciudad natal. Su segunda muestra individual en Granada se puede ver desde ayer en la sala Ático del Palacio de los Condes de Gabia donde permanecerá hasta el próximo 2 de febrero. Nacido en 1979 y licenciado en Bellas Artes en la Universidad de Granada, Roberto Urbano articula en Inútil un universo creativo que ha evolucionado, desde su exposición Senderos de hace cuatro años en la sala Arrabal y CIA, y tres años después de su última muestra individual, hacia un mayor protagonismo de la imagen en piezas con una destacada carga simbólica.
En su inauguración, Roberto Urbano estuvo acompañado por amigos y compañeros en un acto presidido por el diputado delegado de Cultura, José Torrente, que ha felicitado al artista por un trabajo “compacto y sugerente” que “viene a enriquecer la propuesta expositiva y cultural del Palacio de los Condes de Gabia” dentro de la apuesta que la Diputación “sigue haciendo sin descanso por el arte contemporáneo”.
Las primeras obras de Roberto Urbano estuvieron fuertemente marcadas por el automatismo psicomotriz: manifestaciones objetuales exploraban la intencionalidad terapéutica de la experiencia estética. En un segundo momento se adentró aún más en esa idea del arte como terapia, aunque caminando hacia un horizonte más relacional y colectivo. Rizomáticos laberintos abstractos, trazos continuos y búsquedas metafísicas planteados en dibujos, pinturas, cajas-pictóricas, tótems, pequeños obeliscos u objetos de luz donde el metal y la madera establecían un diálogo constante con materiales traslúcidos: metacrilatos, vidrios y cristales tratados artesanalmente. Posteriormente, el artista se desprendió de esa manufactura artesanal para sumergirse en un perfeccionismo industrial influenciado por la experiencia abrazadora de lo escultórico de Richard Serra o Bruce Nauman, así como por la figura jüngeriana del emboscado. La sensorialidad ganó presencia y lo escultórico se complementó con lo sonoro.
Después vino un “tiempo de silencio” (relativo) que ahora rompe con una obra que, en el transcurso, ha conocido una notable evolución, pasando de su anterior experimentación perceptiva a un mayor protagonismo de la imagen, destilada en su sentido alegórico, con un difícil equilibrio entre contención formal y riqueza icónica e iconográfica, con una rotunda carga de profundidad que dota a las piezas de gran densidad simbólica.
Pueden verse guiños a autores de la escena internacional como, entre otros, Anselm Kiefer, los Zapateros, Baltazar Torres o Josef Schulz, así como a algunos maestros de la escultura contemporánea española, especialmente con ecos de la obra y la poética de Juan Muñoz y Pepe Espaliú, nombre ligado a su trayectoria profesional por su obtención del premio que lleva su nombre en 2007.
Roberto Urbano reside en Granada, aunque ha pasado largas temporadas en puntos tan alejados como Nueva York, Panamá o, más recientemente, Berlín. Después de unos años en los que ha compaginado su trabajo artístico con otras ocupaciones e intereses (incluyendo la cooperación social al desarrollo), recientemente ha retomado sus estudios de postgrado.