Jacob Wiley, un trotamundos cuyo corazón está en Granada

La ACB ha lanzado un micro reportaje en el que el jugador habla sobre sus inicios y qué lo mueve a recorrer diferentes destinos con el baloncesto

Coviran Granada Casademont Zaragoza
Jacob Wiley abraza a Elías Valtonen tras la victoria ante Casademont Zaragoza | Foto: Antonio L, Juárez
Ainoa Morano
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Mi padre me dio un ultimátum para empezar una nueva vida”. Unas palabras que pueden ser duras para cualquier persona, pero que para Jacob Wiley supusieron un punto de inflexión en su camino, un cambio que hoy día lo ha llevado a ser jugador profesional de baloncesto.

La ACB ha lanzado este martes un micro reportaje en el que el jugador del Covirán Granada cuenta cómo fueron sus inicios en este deporte que en un principio no quiso practicar, pero que finalmente le ha permitido descubrir casi todo el mundo hasta acabar en una ciudad de la Alhambra que se rinde a sus pies por su lucha y entrega.

“Crecí en California y podría decir que mi infancia estuvo llena de acontecimientos. Me mudé con mi padre a Newport, Washington, porque suspendí noveno grado. Cuando vivía en California nunca iba a la escuela. Siempre estaba en la calle con mis amigos”. Así cuenta Jacob Wiley cómo empezó su historia, una vida marcada por los cambios, los viajes y las experiencias en cualquier parte del mundo.

Su relación con el baloncesto comenzó en “décimo grado”, primera vez que jugaba “baloncesto organizado”. Sin embargo, el amor con este deporte no fue instantáneo. Su dificultad para adaptarse lo llevó a cambiar el rumbo hacia el fútbol americano, pero las lesiones lo llevaron a regresar al baloncesto en 2013.

Antes de esta decisión, Wiley explica que para poder pagar las facturas del colegio tuvo que “lavar platos durante cuatro horas por las noches tras los entrenos. La gente decía que estaba loco, pero yo me alegro de aquel año porque cuando volvía al baloncesto lo había conseguido todo por mí mismo”.

De regreso al mundo de la pelota naranja, un deporte que “necesitaba intentar de nuevo” arrancó su viaje por el mundo. De la NAIA, pasando por firmar uno de los primeros contratos ‘two way’ de la NBA con Brooklyn hasta llegar a Alemania, su primera experiencia fuera de los Estados Unidos. Una vez asentado en Europa, la llamada del Gran Canaria le permitió vivir su primera experiencia ACB para después poner rumbo a Atenas donde jugadores como Nick Calathes le enseñaron “lo que era jugar al máximo, lo que era ser un profesional”.

Wiley explica en este reportaje su apuesta por nunca repetir equipo dos años seguidos, una decisión motivada por querer “descubrir el mundo porque nunca me he conectado con nada relacionado con el baloncesto. Quiero probar todo lo que el mundo me puede ofrecer”.

Sin embargo, en febrero de 2024 llegó la llamada de Granada. “Sobrevivir en la ACB es…Es extremadamente difícil ganar en esta liga. Mantenernos en el último partido fuera una emoción increíble, algo que nunca olvidaré”. Tal fue lo que experimentó que por primera vez en su carrera decidió continuar en el mismo equipo, un conjunto rojinegro en el que “hay buena gente, estamos creciendo, aprendiendo. Pero lo más importante es que sentí que mi corazón estaba aquí. Con gente buena y con buenas intenciones”.

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