"Vine en septiembre y todavía no he pisado una clase"
Jesús Maldonado, alumno de la UGR, cuenta su experiencia como estudiante de fuera en un curso sin clases presenciales
Jesús Maldonado es estudiante de la Universidad de Granada, pero no nació en la provincia andaluza. Este joven murciano vive en un piso alquilado en la capital para poder cursar el doble grado de ingeniería e informática de la UGR, pero las circunstancias establecidas por el coronavirus le han privado de asistir a una sola clase presencial en todo el curso 2020-2021.
Jesús ya alberga una responsabilidad dentro del alumnado por ser miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad y de otros organismos de la institución, pero hace unos días dio un paso más y se hizo viral por denunciar la falta de decisión de la UGR a la hora de determinar a medio-largo plazo si sus clases volverán a ser presenciales o no.
"Mi madre se deja casi un 50% de su sueldo en que yo pueda vivir en Granada. Todo ese dinero desperdiciado en un alquiler que no es de utilidad. Todo porque sois unos inútiles que no queréis decir las cosas claras durante un periodo medio-largo", rezaba la publicación de Jesús, que comparte la misma situación que miles de estudiantes de la Universidad de Granada.
"Desde la Delegación de Estudiantes insistimos todos los días", explica el alumno, que recuerda que más del 50% del estudiantado de la UGR es de fuera de la provincia, por lo que todo ese porcentaje vive de alquiler. "La UGR siempre se encuentra entre las dos facultades más becadas de España, eso significa que muchos de sus alumnos no supera el umbral 1 de la renta", argumenta Jesús, que entiende que las familias justas de recursos no pueden desperdiciar el dinero recibido en las becas.
Maldonado nos detalla que una de las partes complicadas de esta circunstancia es que cada contrato de arrendamiento de los pisos puede ser un mundo, aunque él tiene la suerte de que si abandona su piso durante un mes tiene derecho a no pagar la mensualidad gracias a una cláusula Covid, que espera que este en la mayoría de contratos de sus compañeros.
"La gente no sabe que hacer. Hay quien se ha ido a su casa pero sigue pagando el piso porque no sabe si en quince días estaremos en presenciales. Esto no puede ser cada quince días por favor", apostilla Jesús, que cuenta que "vine en septiembre y todavía no he pisado una clase", una situación que se ha dado en su grado, ya que en otras facultades si se pudieron dar algunas lecciones presenciales antes del cierre.
Otra protesta que traslada este joven murciano desde el colectivo estudiantil es que la universidad se ha negado a regular la docencia online. "Nos han dicho que no quieren", manifiesta el alumno, que agrega que llegó a estar dos semanas sin tener una sola hora de una asignatura, de la cual tiene actualmente el 50% de las establecidas en el horario semanal. "No obligan a dar clase a los profesores y tengo amigos que no le están dando clase algunos profesores", detalla.
"Cada facultad ha tomado sus decisiones. Las decisiones se han delegado en exceso y unos se echaban la culpa a las otros sin terminar de solucionar las cosas", señala Jesús, que relata que únicamente pisa la calle para ir al supermercado a hacer la compra. "Mi madre ya me dijo antes del verano que no viniese a Granada", cuenta el estudiante de ingeniería e informática, que al igual que otros muchos semejantes espera que su futuro dentro de la UGR se esclarezca lo más pronto posible.