La esperanza es lo último que se pierde

o puedo perder la esperanza. He hecho muchas cosas para acercar mundos, pero no lo he conseguido hasta ahora

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La esperanza proporciona energía y redobla el esfuerzo para salir del peligro, señala el articulista | Foto: Archivo
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¿Os consideráis optimistas?, ¿Sois de los que veis el vaso medio lleno, o más bien medio vacío? Cuando las cosas pintan feas, solemos decir que la esperanza es lo último que se pierde. Pues bien, qué importante es no perder la esperanza en los momentos más complicados.

Yo vivo momentos que podría decir de desesperanza, de una situación laboral incómoda. Y ante ello no pierdo la esperanza, trabajo como si no pasara nada y procuro seguir trabajando al máximo.

No puedo perder la esperanza. He hecho muchas cosas para acercar mundos, pero no lo he conseguido hasta ahora. Pero no pierdo la esperanza. Y es muy atractivo pensar en las excepciones, en que seguro que a mí no me va a tocar, que seguro que lo va a entender en algún momento, de que hay alguna posibilidad de evitar lo peor. Es mi esperanza.

Según el diccionario, la esperanza es el estado de ánimo en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible. La esperanza da sentido a nuestra vida. Es lo que hace que luchemos y nos pongamos en marcha para alcanzar nuestros objetivos. La esperanza nos ayuda a soportar momentos en la vida, en que la dificultad amenaza con destrozarnos, nos concede consuelo y nos ayuda a pasar esos momentos de angustia en los que parece que no saldremos adelante.

La esperanza proporciona energía y redobla el esfuerzo para salir del peligro, del momento difícil, de una situación laboral no adecuada. Y ello agudiza el ingenio para encontrar la rendija de escape. Pero no hay que bajar la guardia y entregarse al peligro sin advertirlo.

La incertidumbre es pues inherente a la vida, no se puede eliminar. Saberlo nos permite lidiar con ella para vivir, lo que se pueda, de la mejor manera. El conocimiento es nuestra mejor herramienta para superar la adversidad de hoy y mitigar la del futuro.

El miedo, se dice, es mal consejero. En cierta medida es verdad. La sobrecogedora imagen de personas saltando de un edificio en llamas hacia una muerte no menos espantosa, como ocurrió el 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York, lo confirma. Bajo el influjo del miedo se actúa de inmediato, como haría cualquier animalito en peligro extremo. Es así porque compartimos con ellos su mecanismo de origen.

Esto hace que tengamos confianza en el presente y expectativas firmes en el futuro. Por tanto podemos decir que la esperanza consiste en un deseo y que con firmeza creemos que este deseo se hará realidad.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta que la esperanza no significa que los problemas se solucionarán solos, que todo va a salir bien sin luchar por ello o que las cosas salen bien porque sí. Para que éste valor pueda tener sentido, tenemos que acompañarlo de acción.

Martin Luther King decía que “… todo lo que se hace en el mundo es obra de la esperanza” y es que la esperanza es lo que nos lleva a que estemos en activo, soñando, creando, construyendo…

Y es que desde tiempos inmemorables, la esperanza ha estado en la vida de las personas, ya que todos hemos tenido, en algún momento de nuestra vida, la esperanza de que algo saldrá bien o que simplemente resulte como nosotros queremos. Por tanto, la esperanza es lo último que se pierde.

Si uno no tiene sueños, no tiene esperanza y si no tenemos esperanza no tenemos sueños.

Siempre hemos de sentirnos esperanzados.

Y recordemos que:

  • “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes” (Khalili Gibran)
  • “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” (Martin Luther King)
  • “La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose” (Julio Cortazar)
  • “Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir” (George Sand)
  • “Donde una puerta se cierra, otra se abre” (Miguel de Cervantes)

Nosotros mientras tanto, seguiremos con la esperanza de que todo siga adelante, para bien. Seguimos soñando… seguimos nuestro camino con esperanza.