Jorge, el indigente de Granada que pide un trabajo: "Todos merecemos una segunda oportunidad"
Tiene 52 años, vive y duerme en la calle y solicita ayuda en la puerta de un supermercado del Camino de Ronda junto a su mascota Zeus mientras lee novelas históricas, una de sus pasiones
Cada mañana, alrededor de las nueve, Jorge llega a la puerta del supermercado Aldi del Camino Ronda, con dos maletas negras con ruedas. En una lleva, entre otras cosas, un recipiente de plástico y comida para Zeus, el perro que le acompaña. De ahí también saca un cartel escrito en la solapa de una caja de cartón que reza: “Una ayuda, comida o trabajo”. De la otra saca diferentes libros. Llama la atención verlo leer mientras espera la generosidad de quienes pasan. Eso y que pida un trabajo. Por eso, el pasado sábado me acerqué a preguntarle si me podía contar su historia, pues no es habitual una escena así. Jorge accedió y la cita se emplazó al lunes a primera hora.
Y así fue. Antes de la entrevista, me pide que sujete la correa de Zeus y entra en el supermercado en busca de agua para su mascota. Esta se pone nerviosa cuando ve a su dueño marcharse y, al poco rato, comienza a gemir de pena, aunque sin ladrar. Unos minutos después, comienza a mover el rabo de alegría porque vislumbra a Jorge a lo lejos. Este, de forma ceremoniosa, llena el recipiente de agua, que el perro bebe con avidez. Lo acaricia y, ahora sí, puede comenzar la entrevista.
Pregunta: ¿Qué edad tiene?
Respuesta: 52 años.
P: Pide comida o trabajo, no dinero. ¿Por qué?
R: Porque es lo que me hace falta realmente. Dinero, si me deja alguien algo, es para mi pequeño vicio, que es el tabaco, que es el único vicio que tengo. Pero necesito comida y, sobre todo, un trabajo. Lo que quiero es poder volver a subir para arriba.
P: ¿Y cómo ha llegado a esta situación?
R: Tuve bastante mala suerte con el desencadenante. Trabajaba de cocinero en La Coruña desde 2020 en una empresa en la que estuve por lealtad por ciertas circunstancias y, luego, me sentí como engañado, estafado. No libraba, siempre muchos gritos, muchas broncas. Empecé a aguantar con eso, me metí en el mundo de la droga y empecé a consumir cocaína y, claro, las cosas se van agravando. Entonces tenía mi pisito de alquiler y, como a mí me habían ayudado después de unas circunstancias, yo también empecé a ayudar a algunas personas. Y al final te equivocas en las personas que ayudas. Como yo estaba trabajando, no sabía qué pasaba realmente en mi casa. Y, al final, mi casa era como si no fuera mía ya. Acabó siendo una casa medio ocupada. Por no discutir, me fui. También tuve una enganchada con mi jefe, un día me enganchó del cuello y nos tuvieron que separar los compañeros. Ese día peté. Así que desaparecí. Estuve vagando por las calles de La Coruña, haciendo mis ‘chanchullitos’, buscándome la vida como podía hasta que, antes de fin de año, me dije que no podía seguir así, que tenía que cambiar y alejarme de las malas compañías de allí. ¿Y qué hice? Borrón y cuenta nueva, hice las maletas, puse el dedo en el mapa y me tocó Granada.
P: ¿Cuánto tiempo lleva en Granada?
R: Desde diciembre, desde el Día de los Inocentes.
P: ¿Y en dónde vive aquí?
R: En la calle.
P: ¿Duerme en la calle todos los días?
R: No tengo para pagarme una pensión. Tengo una paga de 480 euros, pero, si quiero coger una habitación, tengo que pagar un mes de fianza más el mes por adelantado. Si no tuviera que pagar la fianza, podría cogerme una habitación. A partir de ahí, ya podría hacer muchas cosas. Pero esos 480 euros no me dan para vivir.
P: ¿No tiene familia?
R: No tengo a nadie.
P: ¿Está casado?
R: Estoy divorciado desde hace muchos años y no tengo a nadie.
P: ¿Tiene hijos?
R: Tengo una hija que está en Barcelona, pero llevamos mucho tiempo sin relación.
P: ¿No sabe nada de usted?
R: No, hace muchísimo tiempo que no tenemos relación.
P: ¿Qué edad tiene su hija?
R: Mi hija tiene ya 31 años.
P: ¿Y no le gustaría tener noticias de ella?
R: No, es un capítulo que he cerrado.
P: ¿Tampoco tiene hermanos?
R: No, tampoco tengo.
P: ¿A qué droga estuvo enganchado?
R: Estuve enganchado a la cocaína. A día de hoy puedo afirmar que estoy totalmente limpio. Por lo menos eso es lo que he ganado. No miento, de vez en cuando fumo un poquito de maría para poder dormir o lo que sea. Pero ni pastillas ni nada. Estoy limpio.
P: He visto que siempre lleva varios libros.
P: Siempre me ha gustado leer, siempre. Soy un buen lector. Yo tengo el Bachillerato terminado y tengo una carrera empezada, Educación social.
P: ¿No la terminó?
R: No, la tengo a mitad porque empecé a hacerla en la cárcel con el tiempo que tuve y me quedé con dos años hechos.
P: ¿Y por qué estuvo en la cárcel?
R: Por otras historias.
P: Ha tenido una vida dura.
R: Sí, y ahora lo único que quiero es una segunda oportunidad, nada más. Rehacer mi vida. Conseguir una pequeña habitación para dormir y un trabajo.
P: Si alguien lee esta entrevista y quisiera ayudarle con un trabajo, ¿en qué se siente capacitado para trabajar?
R: En la hostelería, como conserje, para limpiar o barrer, en limpiar botas… lo que haga falta. Lo único que pido a la gente es que no nos consideren invisibles. Me siento aquí y hay gente que me ayuda y otra que no me ayuda. Pero lo que a mí más me llena es cuando, a veces, la gente te saluda. Otras muchas veces pasa alguien, te mira, le saludas y te gira la cabeza. Y dices, coño, somos invisibles. Hay otras personas que me han visto aquí, me conocen y me dan los buenos días y hablan conmigo. Solo con eso ya parece que existes, sientes que todavía existes. Sin embargo, cuando te ignoran de esa manera sientes que la mayoría que estamos en esta situación debemos sobrar. A lo mejor otro Auschwitz y que nos quiten del medio. Es lo que pienso a veces.
P: ¿Dónde come habitualmente?
R: Pues de lo que consigo o alguna vez que voy a Regina Mundi. Lo que pasa es que, claro, no puedo multiplicarme y cuando estoy aquí no voy allí.
P: ¿El personal del Aldi se porta bien con usted?
R: Sí, muy bien. Aquí no tengo ningún problema.
P: ¿Qué hace las noches de lluvia o de frío intenso?
R: Donde dormimos ahora estamos cubiertos (la cubierta de la antigua estación de autobuses en Camino de Ronda, junto al gimnasio Yo 10). En esa zona estamos cuatro personas, dos chicas, otro chico y yo. Y, a veces, viene otra chica más. Nosotros somos una familia. Zeus (el perro) es de una de las chicas y mío. Yo lo llevo por la mañana y ella por la tarde. Nos lo repartimos cuando vamos a hacer nuestras cosas.
P: ¿Por qué no duerme en alguno de los albergues municipales?
R: Entre que están medio llenos y luego la gente que va también por allí, que no quiero mezclarme con los... No quiero juntarme con esa misma situación. La gente con la que estoy es como una familia. Nos juntamos en ese ambiente y estamos bien. Nos cuidamos unos a otros. Muchas veces yo consigo comida y nos la comemos entre todos. O lo que consiga otro, igual. Lo compartimos.
P: ¿Cuánto tiempo lleva limpio, sin consumir cocaína?
R: Desde que llegué a Granada. Huir de La Coruña ha surtido efecto. Necesitaba un cambio. Me ha hecho el bien. Necesitaba empezar de nuevo por algún sitio.
P: ¿Han sido las malas compañías o la falta de fuerza de voluntad?
R: Las dos cosas. Pero la fuerza de voluntad de uno, si no la tienes, tienes que prepararte para algo malo. Si lo hice es por falta de fuerza de voluntad.
P: ¿Qué tipo de literatura le gusta?
R: Me gusta todo y he leído de todo, pero, sobre todo, novela histórica. Me encantan Ken Follett, Lorenzo Silva, Matilde Asensi, Julia Navarro… Ahora estoy con Lorenzo Silva.
P: ¿Quiere lanzar algún mensaje a alguien que pueda estar interesado en contratarle?
R: Pues que piense que somos muchos y que no todos los que estamos en la calle es por placer. No es de gusto para nadie. Solo queremos eso. Volver a ser mirados, volver a ser personas.
P: ¿Siente que la vida le ha tratado mal o lo que le ha sucedido es culpa suya?
R: En algunos aspectos me ha tratado mal, pero en otros ha sido culpa mía, también por circunstancias. En la vida no puedes culpar a los demás, cada uno es consciente de lo que hace. Aunque pienses que no, no podemos culpar a otras cosas. Es lo que es y somos lo que somos. No hay más.
P: ¿En algún momento puede uno ser feliz o esto es una forma de vida insoportable?
R: En el momento en el que estamos los cuatro chicos ahí y nos ponemos a cenar juntos, hablando de cualquier cosa trivial, es como si estuviéramos en casa. Y, a veces, también cuando estoy aquí soy feliz porque viene alguna mujer y se pone a hablar conmigo y charlamos un rato como si nada, como si fuéramos personas normales. Sí, vivo momentos felices. También hay otros momentos que me pregunto qué pinto en esta vida. Pero, bueno, hay de todo, como en toda la vida. Otra vida más.
P: ¿Piensa quedarse en Granada?
R: Si, de momento, pienso quedarme aquí.