La historia de José, el hombre que vive en una obra abandonada

El Juzgado número 3 de Santa Fe le ha convocado este lunes por delito de usurpación del inmueble ubicado en Láchar

José Francisco Gallardo junto a alguno de sus perros I Foto: Alicia Gonçalves
José Francisco Gallardo en las viviendas abandonadas en Láchar junto a algunos de sus perros I Foto: Alicia Gonçalves
Alicia Gonçalves
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"Yo estoy aquí por los perros", sino ya hubiera encontrado otra solución, así resume su situación José Francisco Gallardo, un vecino de Láchar que reside actualmente en una de las numerosas viviendas que fueron abandonadas en fase de construcción en el municipio. Este lunes 24 de marzo, el hombre de 65 años ha sido convocado por el Juzgado número 3 de Santa Fe por "delito leve seguido por usurpación", según su cédula de citación de asistencia al tribunal.

El hombre explica que esta convocatoria pretende que abandone su vivienda, que ha reformado bajo sus propios medios, en la que reside con sus cerca de 20 perros y gatos. Gallardo declara que si se pretende continuar con las obras o tienen otro objetivo, con que le dejen un plazo, él mismo desaloja el lugar. Sin embargo, si no es el caso, pide que se le deje vivir en el hogar que ha reformado y en el que lleva ya viviendo cuatro años. Explica que no accede a albergues por la gran cantidad de animales que posee, sobre todo con sus dos perros de mayor tamaño, poco acostumbrados al contacto con otras personas.

Bajo un clima húmedo y nublado, Gallardo abre las puertas de su casa. Antes, señala el vallado metálico que rodea las viviendas y la vegetación del lugar que él mismo se ocupa de recortar. "Antes los jóvenes hacían botellones por aquí", empieza recordando el hombre, pero ahora pocos se aventuran a acercarse por esa zona debido a sus perros. "Es un peligro que un joven bebido esté por aquí", señala el hombre mientras muestra los ladrillos apilados y la altura del edificio que no posee ningún muro. El paisaje es desolador. Un paté de casas de varios pisos que apenas tienen muros y ventanas totalmente construidos. En toda la zona, solo hay una puerta y una ventana, esa es la residencia de Gallardo. Él mismo tapió los agujeros de los muros y reformó esa parte de su vivienda para refugiarse con sus fieles acompañantes.

Zona de viviendas en construcción abandonadas en Láchar I Foto: Alicia Gonçalves

Zona de viviendas en construcción abandonadas en Láchar I Foto: Alicia Gonçalves

"No tengo frigorífico, si no tengo ni luz ni agua", asegura el hombre sentado en su salón. Una pequeña pieza en la que sus animales invaden la zona. Dispone de una pequeña cocina de butano en una pieza y en el salón tiene una cama. Entre su mobiliario, destaca una radio antigua y una batería portátil, con eso se mantiene al día. Por lo demás, se sirve del agua que rellena o compra embotellada. Tiene una moto para hacer sus desplazamientos regulares. Gallardo asegura que tiene todas sus facturas al día, aunque se puede ver "un poco apretado", explica el hombre, a finales de mes. Con su pensión, envía una pequeña paga a su hija enferma, el seguro de su vehículo y el pienso para sus animales. El resto se lo "embarga" la Seguridad Social por una deuda que contrajo con su exmujer y que sigue pagando él. Explica que cuando acabe con el préstamo de la moto, pedirá otro para arreglarse los dientes.

Cocina de José Francisco Gallardo I Foto: Alicia Gonçalves

Cocina de José Francisco Gallardo I Foto: Alicia Gonçalves

Esa noche comerá "pan con aceite", comenta Gallardo señalando una pequeña mesa con algunos ingredientes de cocina. Al mínimo movimiento del hombre, sus perros se abalanzan sobre él buscando cariño se lo devuelve encantado. Ellos son indudablemente su punto débil. "Muchos me los encontré en la calle", detalla mientras los nombra uno a uno. Asegura que todos están vacunados y se les ve bien cuidados, aunque está siempre en contacto de las protectoras de animales para darlos en adopción.

José Francisco Gallardo en su salón junto a sus perros I Foto: Alicia Gonçalves

José Francisco Gallardo en su salón junto a sus perros I Foto: Alicia Gonçalves

"La calle es como una droga"

Gallardo ya ha pasado frente a este mismo Juzgado por un hecho similar. En el mismo municipio, el hombre ocupó una casa que estaba vacía y tuvo que desalojarla. Asegura que entregó las llaves a los agentes y que la casa estaba como nueva, hasta reformada. Hoy en día, la puerta está tapiada e indica que mucho del mobiliario se ha destruido y se encuentra en la misma puerta de la residencia.

José Francisco Gallardo señalando una de las antiguas casas ocupadas que han sido tapiadas en Láchar I Foto: Alicia Gonçalves

José Francisco Gallardo señalando una de las antiguas casas ocupadas que han sido tapiadas en Láchar I Foto: Alicia Gonçalves

De origen malagueño, llegó a Granada "el 17 de enero del 2011". Ha trabajado cerca de 20 años como pintor de coches en la fábrica Ford, pero tuvo que dejarlo por un dolor estomacal, "que no tiene cura y, a veces, me mata", explica mientras se fuma un cigarro. Por su profesión, pasó una larga temporada de su vida en Marruecos y Melilla, lugar donde conoció a su exmujer y nació su hija, que tiene "un retraso madurativo importante", resalta el hombre. Indica que a pesar la dura situación económica a la que se enfrenta, siempre envía algo más de 100 euros a su hija y que prefiere no verla si no lleva dinero. "Llevo sin ver a mi hija desde noviembre porque no me ha combinado", indica mientras hace un gesto de la mano simbolizando el dinero.

Afirma que no es la primera vez que estuvo en la calle. De hecho, él mismo estando en bajo esa situación ha sido benévolo en una asociación que cofundó para personas sin hogar. "No cobraba ni un euro, era de forma altruista", explica Gallardo mientras se ríe al recordar que tuvo que pasar alguna noche durmiendo por la zona de la estación de autobuses al tener que buscar a una persona para indicarle un albergue. Lo dejó porque "ya venía costándome el dinero a mí porque me tenía que desplazar a Granada".

Ha conocido a Carmen, la mujer sin hogar que fue hallada fallecida en un trastero de la capital hace apenas dos semanas. También conoció a su pareja Isabel y a otras muchas personas en situación de sinhogarismo. "Del grupo, que éramos unos 20, ahora quedamos 2, todos murieron", resalta desolado. A lo largo de su estancia en Granada, ha trabajado en el campo, pero "no te creas que me pagaban un jornal, a lo mejor 4 o 10 euros al día" añade. Expone que no se inscribe en las campañas que están por venir para no arriesgar su pensión. En esos mismos años, ha vivido en la calle, en pisos compartidos y ha ocupado viviendas por esta zona de Granada.

"La calle engancha, es como una droga. Como no salgas rápido, es un problema", indica el hombre seriamente. "No tomo ni droga ni alcohol, yo lo que bebo son energéticas", señala Gallardo con una lata que está encima de su mesa. Hoy en día, el hombre se preocupa más por sus animales que por él mismo. Por ahora, se encuentra a la espera de una gran decisión que deja su futuro en una balanza de incertidumbre.







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