El público vibra con la música de Juan Habichuela Nieto 

Es difícil tocar mejor que Juan Habichuela Nieto. Además de una formidable preparación técnica, posee algo que se puede trabajar pero parte de algo innato: un sonido flamenco. Su actuación durante el Festival de la Guitarra, celebrada en la Plaza de las Pasiegas, fue acogida como un éxito rotundo por el público que supo reconocer el arte que atesora este guitarrista granadino.

Se presentó al principio en solitario y luego sumó un elenco de grandes músicos como los cantaores Raul Mikey y Víctor Carrasco, el baterista Alejandro López, Alberto Raya a los teclados y el acordeón, Miguel Cheyene en la percusión y David Hidalgo en el papel de segunda guitarra y laúd. Para completar el elenco, en un momento del espectáculo subió a las tablas la bailaora Saray Fernández “La Pititia”, todo raza, fuerza, genio y estilo, que justificaba su presencia, más allá de los lazos familiares que recientemente la han unido al Juan Habichuela Nieto. El resultado un espectáculo de cante, baile y toque redondo, donde la guitarra convirtió en protagonista, por derecho propio.
Entusiasmo

Palos depurados, incursiones en la copla e incluso el tango o algún bolero aflamencado. Unas veces adaptaciones, otros composiciones propias del artista. Con todos estos ingredientes se fue componiendo un programa que desde la primera a la última nota entusiasmó a un público por momentos enfervorizado. Unos eran aficionados a lo jondo, otros amantes de la música, algunos sencillamente curiosos atraídos por la apuesta del Festival y con todos conectó Juan Habichuela Nieto.

Mención especial merece la producción sonora de Cheluis Salmerón, convertido en un músico más, que supo encontrar un sonido especial y adecuado al recinto. Su trabajo cabe ser calificado como impecable y fruto de un oído excepcional. El tiempo de la actuación, en torno a una hora, el justo para dejar todos satisfechos.
La saga de los Habichuela continúa y lo hace con un guitarrista de máximo rango. Su éxito en el Festival de la Guitarra, corrobora una carrera cuya cima desconocemos, pero que se antoja entre lo más alto del toque.