Los 63 años de resistencia del Cine Madrigal: "Hemos sabido adaptarnos a lo que pedía Granada en cada momento”
Su propietario, Juan Torres Molina, repasa su historia, en la que ha evitado el cierre en dos ocasiones para seguir viviendo etapas exitosas
Es un día de enero frío y nublado en Granada, pero Juan Torres Molina sigue abriendo las puertas de su cine, como se ha hecho desde septiembre de 1960, al igual que su abuelo, su padre y su madre. Es un negocio familiar que nació del sueño de su abuelo, Juan Torres-Molina Díaz, uno de los fotógrafos más reconocidos de la ciudad en esa época. “El comienza con la fotografía, pero a él le gustaba, además de la imagen fija, el movimiento y adoraba el cine”. Cuando el negocio familiar de fotografía prosperó, Juan tuvo la posibilidad de cumplir su sueño de abrir un cine. El Madrigal abrió sus puertas el 29 de septiembre de 1960. “Mi abuelo tenía la idea de estrenar con una película de John Huston, un western, ‘Los que no perdonan’", recuerda Juan. El Madrigal proyectó toda su vida en 35mm hasta 2022. Estas cintas eran muy caras y los dueños de la distribución son los dueños de las copias. “La copia de ‘Los que no perdonan’ estaba funcionando en otra provincia y mi padre no tuvo acceso a ella”. Al final se decidió a estrenar la película austriaca ‘Un trono para Cristy’. De la que dice Juan Torres que fue un éxito: “Estamos hablando del año 60, el cine era el ocio de las familias y las salas se llenaban poniendo cualquier cosa”.
El Madrigal es el único cine en Granada que queda de una sola sala, que cuenta con 600 butacas. Torres-Molina cuenta que se conserva prácticamente igual la decoración especial en madera que cuando se abrió. Asimismo, detalla que "es muy icónico porque en aquella época los granadinos lo rebautizaron como la bombonera porque el techo parece que es como las cajas de bombones”. “Algunas escayolas son de la Escuela de Artes y Oficios de Granada porque entonces mi padre estaba allí como profesor de fotografía”, apostilla.
Juan se retrotrae a los 60, época en la que "cada cine tenía su propia película. Por ejemplo, si el Madrigal estaba poniendo ‘Gritos y susurros', a lo mejor el cine Aliatar estaba poniendo ‘55 días en Pekín’. En esa época el ocio mayoritario era el cine y había casi una decena de cines abiertos en Granada y todos disfrutaban de buena salud".
“Durante una serie de años, el Madrigal estuvo conviviendo con esos hermanos suyos”, hasta que llegó la primera gran crisis del cine cuando empezaron a popularizarse y democratizarse los televisores en color entre los años 70 y 80. “En esa época empieza a resentirse el parque de cines de Granada y empiezan a cerrar los primeros”, pero el gran golpe lo asestan los formatos caseros como el VHS o DVD. “La gente empieza a dejar de ir al cine y se refugia más en casa en sus pantallas en color”, recuerda. En la década de los 80 en Granada, habían cerrado prácticamente todos los cines. Los únicos que consiguieron sobrevivir fueron el Madrigal y el Palacio del Cine, que se reconvirtió en ocho salas de cine.
La "edad de plata" del Madrigal
A finales de los 80 y principio de los 90, el Madrigal vive una “edad de plata”, por la transformación del cine en un “espectáculo”, de la mano de nuevos y jóvenes directores como Spielberg. El cine vuelve otra vez a llenarse con estrenos como ‘Parque Jurásico’, ‘Indiana Jones’ o ‘Ghost’. “Con ‘Parque Jurásico’, poníamos el cartel de agotadas las localidades de todo el día a partir de las seis de la tarde, duraba la venta una hora y media o dos horas”.
Hizo mucho daño que el Madrigal solo tuviera una sala. El nuevo formato de unos cines con muchas salas empieza a imponerse sobre todo en centros comerciales. Con el nacimiento de los centros comerciales y de los complejos de multipantallas se produce el fenómeno del reparto: “Cuando las multinacionales tienen una película muy grande, un ‘Terminator’, un ‘Star Wars’, o un ‘Parque Jurásico’ quieren estrenar en el mayor número de salas posibles”, incide Juan. Con lo cual, en vez de concentrarse, como se hacía antiguamente, en un solo cine, pues ponen su película en distintas salas incluso de un mismo complejo. Para paliar un poco estos efectos se introduce la cuota de pantalla, que consiste en que por norma y para proteger el cine español, por cada dos días de película americana o extranjera, había que poner uno de película española.
A finales de los 90 y los 2000, se produce otra crisis en los cines, la digitalización, que "en vez de universalizar, llegar a más cines y mejorar la experiencia en cines, la reduce”. Empiezan entonces a cerrar cines “porque un cine no se ve capaz de poder pagar 60.000 o 70.000 euros en un proyector digital”. Además, coincide con la grave crisis económica iniciada en el 2008 y con la subida del IVA, que deja de ser reducido para los cines y pasa a ser el IVA normal del 21%.
El Madrigal sobrevive porque cambia su concepto de negocio, se aparta del circuito comercial, que antes le sirvió bien, y se centra en estrenar películas en solitario para un público más cinéfilo, cine de autor. Este cambio de rumbo funciona y el cine se vuelve a llenar. Además “el cine de autor, el cine independiente seguía funcionando con la película de 35 milímetros, con lo cual nos podían abastecer sin necesidad de recurrir a estas nuevas tecnologías”, explica Juan.
El Madrigal vuelve a ser un cine personal, un cine único en Granada. Se convierte en un cine diferente, vuelve a sus orígenes, a poner películas que no ponen el resto de los cines de Granada. Poco a poco va conquistando a un público en Granada que sabe que el cine Madrigal da cine de calidad, un tipo de cine diferente al comercial y que no pone nadie en Granada.
“Se apuesta por ese cine de calidad, de autor y calidad. El cine que se selecciona para los festivales y que tiene nominaciones a los premios, como los Oscar, a los Césares del cine francés o a los Goya españoles. Es un cine que va encontrando un hueco cada vez mayor en Granada”, profundiza el propietario del Madrigal.
"La gente vuelve porque la experiencia del cine no es la de casa"
Hasta la pandemia, el Madrigal le vuelve a sonreír el éxito otra vez y ha vuelto a conquistar al público granadino. Cuando llega el coronavirus, se produce una situación muy complicada para la economía, pero el cine sufre especialmente porque el confinamiento propicia un nuevo agente de la competencia terrible para los cines, que son las plataformas. “La gente comienza a acostumbrarse a ver cine en plataformas. Pero el fenómeno del cine sigue siendo impresionante. El público que se había quedado en casa viendo el cine en plataformas, vuelve al cine, porque efectivamente la experiencia del cine no es la experiencia de casa. Esa es la magia del cine”, resalta Juan.
Juan cuenta que, gracias a esa magia del cine, a querer vivir esa experiencia de verlo en pantalla grande y repetir, superaron la pandemia. Pero no sin grandes apuros, ya que estuvo a punto de cerrar el cine. En sus 60 años de historia, el Madrigal ha estado al borde del cierre en dos ocasiones, y las dos en este siglo en un plazo de menos de 15 años, en la crisis económica y con la pandemia. Durante y tras la pandemia, el Madrigal tenía grandes pérdidas que se veían abultadas porque las cintas de 35mm eran muy caras, hasta que, para más dificultades, las distribuidoras cortaron el grifo y le plantearon a Juan la decisión más importante y difícil, “digitalizas o cierras”. Después de pedir varios presupuestos, de pedir ayudas, entre ellas pública, ya que no tenían financiación, apareció Prodisa y les ayudó a adquirir el nuevo proyector digital. “La culpa de que el Madrigal siga abierto la tiene Prodisa, sin ellos no hubiéramos podido digitalizar el Madrigal”.
Gracias a esto, el Madrigal se transformó, sigue abierto y ha tenido acceso a más películas de las que tenía con el 35mm, lo que ha dado la posibilidad de ofrecer a los espectadores las versiones originales de las películas. Esa diversificación y ese acceso a títulos que al final han resultado ser muy atractivos para el espectador y “nos ha permitido superar la crisis y volver a cifras anteriores a la pandemia”.
“Cuando me preguntan por el futuro, a la vista de lo que nos ha pasado y de lo difícil que es muchas veces y la poca ayuda que tenemos, digo que es absolutamente incierto, como dice el refrán “Dios dirá”, manifiesta Juan. “El Madrigal vive el presente y lo vive como puede y seguirá luchando en presente, que es como hay que vivir”, afirma decidido. “Los que quieren a el Madrigal y les gusta, tienen la suerte que hoy sigue abierto, que mañana seguirá abierto y que a corto plazo seguirá existiendo”, comenta emocionado.
La historia de el Madrigal es una historia de supervivencia y resistencia. Se cuentan golpes y golpes a los que ha sabido resistir y reponerse. Ha sobrevivido porque “ha sabido adaptarse a lo que le pedía Granada en cada momento”, se ha reconvertido con todos los cambios tecnológicos y sociales que han sucedido. Y ahí permanece en la Carrera de la Virgen, 60 años después, aunque no impasible. A por otros 60 más.