Juanjo Ibáñez publica 'Corazón en la garganta' un poemario triste con "un canto a la esperanza"
Su segunda obra surge de un homenaje al edil José María Corpas y concluye con versos dedicados a su hija
Juanjo Ibáñez en sus 49 años de experiencia vital, ha luchado, y sigue luchando, más comprometido que nunca, con hacer del mundo un lugar mejor, "que es lo que pretendo como padre dejarle a mi hija". Su última aportación a la cultura, tan importante para él, y para la sociedad, es el lanzamiento de su segundo libro, un poemario titulado Corazón en la garganta.
El poemario consta de tres partes. En la tercera, llamada Cardiografía, le dedica un poema a su amigo José María Corpas, al que "quería mucho y admiraba más". "Juego con los dos elementos que forman parte del movimiento del corazón, el sístole y la diástole, que dan sentido a cada una de dos de las partes, llamadas así Sístole y Diástole. Los poemas más interiores, más íntimos. Y poemas más hacia afuera, más extrovertidos". El libro surgió de un poema homenaje que le escribió al poco de fallecer de cáncer. El último poema está dedicado a su hija pequeña, de dos años, "pretende ser un canto a la esperanza, al futuro, al porvenir y a un mundo mejor, qué es lo que pretendo como padre dejarle a mi hija".
En cuanto al título del libro, explica que tiene tres acepciones o significados: "El primero de ellos, que es el más evidente, recuerda una canción de Quique González, De haberlo sabido, que tiene un verso que hace mención a un corazón en la garganta. El segundo significado tiene que ver con la desesperanza que hay en el libro, cierta tristeza, que perfuma todo el libro, y que hace que tenga una dosis importante de epidermis, de piel, de emotividad y emoción, que hacen que el corazón se ponga en la garganta a la hora de escribir. Y el tercer significado es todo el trabajo que ha tenido la redacción del libro y el desarrollo, que ha supuesto un esfuerzo muy grande y emotivo que me ha puesto el corazón en la garganta".
Con respecto a su seudónimo, Bomarzo, aclara su origen: "Surge cuando leo la novela de Manuel Mujica Laínez, titulada así, Bomarzo, una pequeña ciudad italiana. Su protagonista, Francesco Orsini, tiene muchos problemas y taras psicológicas, y tiene una fijación, ser inmortal. Cuando leí el libro, me sentí muy identificado tanto con el protagonista, en algunos de sus elementos vitales, como con el paisaje de la historia", apostilla Ibáñez.
Juanjo Ibáñez compagina su vida de escritor con la política. Actualmente milita en el PSOE y es asesor político y concejal del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Granada. Es un hombre polifacético, licenciado en Derecho por la UGR, aunque periodista de profesión y vocación, ejerciendo en Radio Granada, Localia, Teleideal, Ideal y el departamento de comunicación de Cruz Roja. Desde estos dos prismas, aparentemente muy diferentes, la política y la cultura, Bomarzo trata de "modificar esa parte del mundo que a mí me toca, mi metro cuadrado". El escritor piensa que política y cultura "son indisociables, la cultura transforma a través de la política, lo mismo que la cultura transforma a la política", expresa Juanjo.
"La redacción del libro ha supuesto un esfuerzo muy grande y emotivo que me ha puesto el corazón en la garganta"
La cultura ocupa un lugar central en la vida de Juanjo Ibáñez, un sitio que él piensa que esta tiene, o debería tener, en la sociedad, "la cultura es todo, afecta a todos los órdenes de la vida. La cultura es esencial, es nuestra educación, nuestro idioma, nuestras lecturas, nuestro cine", incide. Remarcando esa importancia de la cultura para la sociedad reclama "siendo la cultura algo tan esencial deberíamos trabajar para mejorar el acceso a ella y para enriquecer sus presupuestos", exclama el escritor.
Para intentar dar ese hueco que merece la cultura en la sociedad y hacer del mundo un lugar mejor se lanzó a la política, sin dejar de lado su vocación cultural, "me siento igual de cómodo e igual de comprometido porque para mí ambas cosas tienen un valor muy alto, tienen un trabajo muy duro y exigen mucho esfuerzo", remarca. "Si puedo mediante la política hacer mejor poesía es algo que valoro porque van juntas, la política siempre ha tenido un hueco en la poesía, y la poesía siempre ha tenido un hueco en la política", insiste.
Siguiendo en la línea de la conjunción entre cultura, en este caso poesía, y política y la retroalimentación que ambas tienen, ya que para Juanjo la política y la cultura son lo mismo o al menos diferentes caras de una misma moneda. "La poesía de los 50, la poesía social, no se entendería fuera de la política, y la política no se entendería sin esos referentes que también ayudaron a transformar la sociedad española. Poetas de la posguerra, como Claudio Rodríguez, Ángel González, Celaya o Blas de Otero son referentes que pusieron la lupa en los problemas políticos y sociales que tenía nuestro país".
"La cultura es mucho más necesaria que nunca"
Ese compromiso es el que quiere mantener vivo Juanjo Ibáñez para traer de vuelta ese espíritu social de los poetas de los 50 y la posguerra, conjugando política y cultura, "el miedo que le tienen a la cultura los sectores más reaccionarios es lo que invita a pensar que la cultura es mucho más necesaria que nunca para conseguir sociedades verdaderamente libres", resalta. "Lo que me mueve es lo que me apasiona y lo que me apasiona es que el mundo sea un poco mejor, que haya un espacio donde todos podamos sentirnos intelectualmente más libres con la cultura como un eje vertebrador de la sociedad", manifiesta Ibáñez.
Aunque sigue igual de comprometido que siempre, no pierde de vista que la situación actual que vivimos en todos los aspectos y niveles es muy compleja, lo que ha reforzado su compromiso hacia la sociedad y el mundo. "En nuestra generación nos hemos encontrado una disyuntiva bastante compleja, nuestros padres se empeñaron en que sus hijos tuvieran lo que a ellos les faltó, y nosotros no estamos dejando un mundo mejor a nuestros hijos, si no que las circunstancias políticas, sociales, económicas actuales están convirtiendo a las generaciones venideras en auténticos supervivientes de un mundo bastante complejo", comenta.
Esa situación tan enrevesada se extrapola a la política española, como catalizador y culmen de toda esta maraña, "estamos en una etapa bastante compleja donde hay personas y partidos que solo les preocupa conseguir su fin a toda costa, incluso por encima de la convivencia. La situación política española requeriría calma, mesura y sosiego, se deben atemperar los discursos radicalizados que no encajan con la realidad social de nuestro país", asevera.
Por ello pide la implicación de todos, de estar unidos y que los grandes cambios surgen de cosas pequeñas y de el trabajo conjunto de la sociedad, "si todos trabajásemos para mejorar nuestro metro cuadrado, seguramente haríamos del mundo un lugar mejor".