Junta establece una delimitación de 62,1 hectáreas para el Conjunto Histórico de Almuñécar
La concreción de los límites refuerza la protección de los valores históricos, monumentales y paisajísticos de la población granadina
El Consejo de Gobierno ha aprobado este martes una delimitación de 62,1 hectáreas para el Conjunto Histórico de Almuñécar (Granada), reforzando así el régimen de protección patrimonial de este municipio de la costa granadina, vigente desde 1976 pero sin unos límites concretos que garantizaran la conservación de sus valores históricos, arquitectónicos, etnológicos y paisajísticos.
La zona ahora inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz abarca desde los restos arqueológicos que testimonian sus orígenes fenicios y púnicos (II milenio a. C.) hasta la arquitectura historicista de la próspera Almuñécar del siglo XIX y principios del XX por el cultivo de la caña de azúcar.
La población, que se extiende desde la falda de la Sierra de Cázulas hasta el mar, ha servido de asentamiento a distintas culturas por su posición estratégica en el litoral y su orografía de fácil defensa. Esta superposición se refleja en un núcleo urbano que mantiene sus valores, ya que los desarrollos urbanísticos más recientes se han generado a espaldas de la ciudad histórica.
La delimitación del conjunto histórico se realiza a partir de los límites del segundo recinto amurallado nazarí (siglos XIV-XV), a los que se añade la ampliación del siglo XVII hacia el este, en torno al desaparecido convento de Nuestra Señora de la Victoria, y la zona oeste donde se sitúa la factoría de salazones de El Majuelo (datada a finales del siglo IV o principios del V a. C.).
También se incluyen, como parte de la configuración paisajística de la ciudad, el Peñón del Santo y los otros peñones menores que permanecen unidos a tierra firme por una franja, antes de playa y ahora integrada en el Paseo de Prieto Moreno.
Los primeros vestigios materiales de un asentamiento estable en el actual casco urbano de Almuñécar pertenecen al Bronce Final y fueron hallados en la parte más alta de la ciudad, en el cerro de San Miguel y sus alrededores. Entre los yacimientos fenicios, destacan la citada factoría de El Majuelo y la necrópolis de Laurita, en el cerro de San Cristóbal, donde se descubrieron vasos egipcios de alabastro con inscripciones jeroglíficas.
El asentamiento fenicio-púnico se consolidó como núcleo urbano bajo la dominación romana, ya con una industria de salazón de pescado estable. Durante el siglo I d. C. se llevaron a cabo grandes obras que aún hoy son apreciables, como el acueducto de la Carrera, las termas o el complejo situado en el área de la Plaza Eras del Castillo, posible foro y del que formaría parte la denominada Cueva de los Siete Palacios.
En época islámica se construyó el Castillo de San Miguel, que evidencia el lugar destacado de este enclave en Al-Andalus. De él se conservan varios tramos y torres de la primera muralla, así como algunos restos de la segunda cerca nazarí realizada ante la extensión del asentamiento en la zona del parque de El Majuelo.
Tras la conquista castellana la ciudad cayó en un lento declive, aunque mantuvo su carácter defensivo y estratégico, como indican las reformas en el castillo de San Miguel, que tuvo un papel destacado frente a los piratas berberiscos. Durante el siglo XVII el centro de la ciudad se transformó con demoliciones y alteraciones de inmuebles y con la construcción de nuevas edificaciones, sobre todo administrativas y religiosas. Entre estas últimas destaca la Iglesia de la Encarnación.
A finales del siglo XVIII se produjo el florecimiento y expansión del cultivo de la caña de azúcar y la construcción de trapiches o molinos para extraer su jugo. La prosperidad económica se manifestó durante todo el siglo XIX y principios del XX en una arquitectura burguesa residencial vinculada estilísticamente al eclecticismo historicista, que hoy convive con la conservación de parte del caserío tradicional.