Korrontzi y CasaPalma refrescan al Parapanda Folk

Soleá Morente y Mirian Toukan serán las artistas protagonistas del festival en la noche de este sábado

KOrrontzi Press (1)
Viernes noche en el Parapanda Folk | Foto: Gabinete
Gabinete
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Cantabria y el País Vasco, dos regiones donde perderse y dejarse llevar, donde la tradición y la modernidad son capaces de confluir casi mágicamente y darse la mano en un diálogo perfecto, estuvieron profundamente presentes en la noche del sábado del Parapanda Folk de Íllora. Fue un recorrido por ese verde norte, deambulando por sus montañas y por el cancionero tradicional revisitado desde la vanguardia creativa de la mano de dos formaciones, CasaPalma y Korrontzi, que aportaron toda su veteranía en los escenarios a un festival que ya deja entrever el cierre de esta edición.

El dúo cántabro integrado por Irene Atienza y Yoel Molina, CasaPalma, fue el encargado de abrir la enorme bocanada de música que llegó a las tablas del Anfiteatro Municipal Enrique Morente. Es la suya una propuesta diferente, que nació de las canciones montañesas y las poesías de siempre, esas que el abuelo de Irene dejó grabadas como legado en el magnetofón de su casa familiar en el pequeño pueblo de Cabuérniga, y que ahora han sido revisitadas con sintetizadores, ritmos electrónicos e incluso algunas reminiscencias de la música brasileña.

Composiciones tan intensamente enraizadas en el cancionero popular como las rondas ‘Callejuca callejuca’ o ‘Asómate a la ventana’, la copla ‘Las avellanas’ -que remite al obsequio en forma de avellanas que solía hacerse como seña de amor, aprecio y afecto al otro-, ‘Trepeletré’, ‘Agua de limón’ o ‘Morenuca’ -con una letra tan deliciosa como “Dónde vas morenuca/ Dónde vas a lavar/ Al arroyo, al arroyo/ Debajo del moral/ Dónde vas morenuca/ Dónde tengo de ir/ A peinarme los rizos/ A la luz del candil”) conformaron el espectáculo de este dúo cántabro capaz de hacer sonar jotas o tonadas de hace siglos con un toque urbano, de tremenda actualidad y sin estridencias.

Es la suya “una colección de canciones que han pasado de generación en generación, a través de las mujeres que tocaban la pandereta y los hombres que cantaban en el bar” y que ahora ellos hacen pasar por un puente. Ése es precisamente el éxito de un proyecto que seduce por igual al cántabro más purista que al público granadino del Parapanda, que sabe que cada noche del festival es una oportunidad para hacer un gran pequeño descubrimiento musical.

Tras ellos llegó arrolladora la banda de música tradicional vasca Korrontzi, una de las más aclamadas del género y que suma ya la friolera de veinte años de carrera imparable, 900 conciertos y doce trabajos discográficos. La formación integrada por Agus Barandiaran (voz y trikitixas), Ander Hurtado de Saratxo (percusiones y batería), Kike Mora (contrabajo y bajo eléctrico) y Alberto Rodríguez (guitarra y mandolinas) y por su joven pareja de baile es también alumna aventajada en eso de recopilar los sonidos más tradicionales de la música folklórica del País Vasco, llevarlos por medio planeta y fusionarlos con ritmos contemporáneos para hacer que suenen cercanos y de plena actualidad.

La formación aprovechó que está de vigésimo cumpleaños para regalarle al público de Íllora -un viejo conocido para ellos si tenemos en cuenta que esta es la tercera vez que lo visitan- un repaso por lo mucho que han dado de sí estos años de trayectoria. Txalapartas, albokas, coplas… se colaron en la festiva puesta en escena de esta banda que concibe cada una de sus actuaciones como un momento de celebración y de conexión con su público.

Y es que Agus, armado de su trikitixa -a la que la Iglesia llegó a bautizar en un momento de la historia como “el fuelle del infierno” debido a que con sus melodías las parejas tendían a bailar bien agarrados-, bajó varias veces del escenario para colarse entre el público, tocar rodeado de amigos y contagiar del espíritu alegre que es cada concierto de Korrontzi.

Embajadores de la música popular de Euskadi, quisieron recordar en su espectáculo a algunos de los nombres propios que hicieron antes de ellos grande al género, como Rufino Ariola, maestro del propio Barandiaran, y tantos otros artistas que les marcaron el camino: “Enseñamos lo que otros cuidaron y respetaron en aquellos momentos en los que no se podía ni cantar en euskera, ni tocar la trikitixa ni ser mujer”.

Su fiesta sobre el escenario fue la encargada de cerrar una noche que había contado como prólogo con una sesión abierta de Bal Folk a cargo de Madrigueira, el proyecto impulsado por Natalia, Carlota y Ander que busca crear comunidad uniendo a personas apasionadas por la danza y la música folk y que ha encontrado en Íllora todo lo necesario para que la colaboración no cese y que las danzas tradicionales sigan estando presentes y pasen de generación en generación.

Sábado noche con Soleá Morente

Soleá es hija del innovador cantaor granadino Enrique Morente, y su gran creatividad es visible en sus discos de estudio, en los que ha sido capaz de fusionar multitud de estilos diferentes: música electrónica con rock, pop, shoegazing, rumba y, por supuesto, con el flamenco. Es una artista muy versátil, rompedora y valiente, como demuestra también en sus directos. Con su anterior y aclamado disco, “Aurora Y Enrique”, ofreció un tour con más de cuarenta actuaciones por muchos rincones del país y su actuación en el Primavera Sound 2022 fue catalogada por la prensa especializada como uno de los mejores conciertos del festival. La cantante está inmersa en una extensa gira mientras prepara las canciones que darán vida a su próximo álbum, producido por Guille Milkyway (LA CASA AZUL).

Miriam Toukan empezó a cantar en el coro de su iglesia en su pueblo I'billin. Dos años más tarde se unió a una gira del Coro Alkarawan en Finlandia, Estonia, República Checa y Jordania. Fue la primera participante árabe de Kokhav Nolad, un concurso de canciones israelíes inspirado en American Idol.

Estudió Derecho en la Universidad hebrea de Haifa y revolucionó Israel al convertirse en la primera palestina que participó en un concurso de máxima audiencia del país. Su arrebatadora voz pulverizó todos los tabúes de una sociedad fracturada y en continuo estado de 'shock'. En 2014, en plena guerra de Gaza, protagonizó una de las movilizaciones más emocionantes de Israel junto a miles de madres judías y palestinas. Una columna multitudinaria de Mujeres por la Paz marchó sobre el Mar Muerto para reclamar el fin de la sinrazón y un futuro de concordia.