Para muchas personas, la vida es bella, mientras que para otras personas resulta ser un trago amargo, porque las penas llegan y se presentan de manera inesperada. Las adversidades están y forman parte de la vida de todos, en algunos momentos, por lo que es necesario elegir la manera en la cual le haremos frente para cambiar como afrontarlo.
Todos y todas quisiéramos que nuestra vida estuviera llena de bonitos y hermosos momentos, de alegría,..... y eso pasa habitualmente y también las adversidades se pintan en distintos espacios y en diferentes lienzos y solemos sufrir curiosamente, en aquello que más sensibilizados estamos.
Muchas veces nos derrumbamos sin remedio, sin saber por qué, sin entender los motivos. A veces, nos abatimos por circunstancias que en su mayoría no comprendemos. Y es que el DOLOR jamás encuentra justificación, y lo que nos viene a la mente es la palabra, injusticia, y pensamos que NO somos merecedores de lo que nos ocurre en algunos momentos negativos.
Por tanto, en algún momento, la adversidad puede tocar a nuestra puerta. A veces, cuando lo hace, se puede acomodar sin que la hayamos invitado a pasar y se puede convertir en un molesto acompañante. Se trata de esas etapas en las que todo parece ir mal, en las que lo vemos todo gris y no divisamos la luz al final del túnel, por lo que podemos desanimarnos y hasta deprimirnos.
Las ADVERSIDADES forman parte de la vida, no estamos exentos de ellas, no somos ajenos al SUFRIMIENTO, y muchas veces, ese sufrimiento se convierte en un canal de APRENDIZAJE, a veces, más directo que la misma felicidad, por lo que aceptar, abrazar y superar lo que nos sucede en las adversidades, es vital para que la experiencia nos ayude.
Abrazar la realidad, vivirla, asimilarla, sufrirla e interiorizarla son claves para la SOLUCIÓN. Y es que no basta con oír, hay que saber ESCUCHAR, no basta con ver, hay que saber MIRAR, entender que siempre hay un más allá y que éste puede ser nuestro mayor consuelo en esos momentos en los que aparecen las adversidades.
Superarla es el siguiente paso y para ello hay que haber aceptado lo que nos viene. Y es que no se puede superar aquello que no se acepta y menos aún si no se asimila. La mejor manera de superar el dolor es hacerle frente al sufrimiento. Todos pasamos por situaciones en la vida que nos producen sufrimiento y que no sabemos cómo afrontar. No existe una fórmula que funcione siempre (OJALÁ!!!), sino que debemos aceptar que el sufrimiento es parte de la vida.
Aunque resulte doloroso muchas veces, aunque pensemos que el mundo se nos viene encima, es importante tener presente que todo en la vida ocurre por alguna razón, y seguro que podremos ser capaces de asumir, de tener la fortaleza de tolerar y de tener la entereza de superar y dejar atrás, alegrías y adversidades, estos, a veces, dos extremos de la vida…
La diferencia entre una persona que sabe superar sus problemas y enfrentarse a la adversidad en la vida y una persona que no logra esa superación, es que la primera es una persona que DECIDE, que ELIGE ser una cosa u otra, a pesar de las condiciones que le toque vivir. Si la persona es capaz de encontrar un sentido a la adversidad, puede convertir sus tragedias en un logro, en una forma de superación.
3 “A” PARA AFRONTAR LA ADVERSIDAD: Acción, Actitud, Aceptación
Accion, Actitud y Aceptación son las 3 “A” que necesitamos para afrontar la adversidad.
A. Nuestras ACCIONES diarias nos llevan a ser la mejor versión de nosotros mismos, para mostrar lo extraordinario que hay en cada uno y que los demás lo vean y puedan apreciarlo. Cuando nos enfrentamos ante un problema, la reacción más usual es quedarnos bloqueados, sobre todo cuando se trata de una situación adversa inesperada. El golpe emocional es tan fuerte que nos noquea. Es una reacción normal y ni siquiera es negativa ya que en teoría sirve para brindarnos el tiempo que necesitamos para pensar en cuál es la mejor manera de abordar el asunto. Debemos recordar que el cerebro emocional responde con extraordinaria rapidez pero el cerebro racional funciona de manera más lenta.
Sin embargo, es importante prestarle atención a qué hacemos después de ese primer impacto. En muchos casos simplemente nos limitamos a lamentarnos de nuestra mala suerte y quejarnos por lo ocurrido. De esta forma solo logramos empeorar el problema y limitar aún más la visión de túnel.
En su lugar, lo más inteligente sería valorar qué podemos hacer para cambiar las circunstancias y superar la adversidad. Para asumir una perspectiva más racional nos pueden servir de guía estas preguntas, enfocadas a elaborar un plan de acción sobre la base del nivel de control que tengamos.
Todos tenemos un por qué o por quién vivir, una o varias razones que nos permite seguir adelante cada día, que nos motivan y que dan sentido a cada segundo de nuestra existencia, a cada paso que damos o a cada acción que realizamos. Cómo reaccionamos ante condiciones que no pueden ser cambiadas, depende de nosotros.
B. Si no tenemos poder para cambiar la situación, siempre podemos elegir nuestra ACTITUD frente a esa situación. Es decir, siempre hay algo en nuestro interior que podemos cambiar, cómo nos sentimos, siempre hay una parte de nosotros mismos que depende sólo de nosotros.
No importa que no esperamos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Piensa en lo que le aportamos a la vida, en lo que espera la vida de nosotros, porque nuestra vida nos cuestiona y nos exige continuamente. Lo que debemos preguntarnos es qué podemos hacer para cambiar nuestra vida, qué le aportamos al mundo y reaccionar en consecuencia
Todo lo malo de nuestra vida es algo que existe y que debemos aceptar. Se crea una tensión entre lo que ya se ha logrado y lo que todavía queda por lograr. No necesitamos vivir sin adversidades, sino saber que van a existir, que son parte de la vida y que debemos luchar por algo que merezca la pena, dar un sentido.
Los patrones de pensamiento castastrofistas, así como centrarse únicamente en todos los problemas y consecuencias negativas, también es muy desmoralizante y nos drena la poca energía que podríamos tener. Por supuesto, no se trata de asumir una actitud positiva ingenua, pero tenemos que intentar equilibrar la balanza, que normalmente tiende a caer del lado negativo.
C. ACEPTAR, quizás las parte más difícil frente a una adversidad, no es fácil de aprender. Entender que negar una cosa, una enfermedad, un dolor, una adversidad no va a hacerla desaparecer y que únicamente aceptando podremos hacer algo importante al respecto.
Una técnica muy eficaz: la aceptación radical, que se basa en dejar de sufrir y adoptar un papel activo y convertir nuestros pensamientos negativos en ideas de aceptación.
Aceptar no es asumir una actitud pasiva sino aprender a no negar lo ocurrido y sus consecuencias, para poder lidiar con ello de la mejor manera posible. Aceptar implica mirar a la vida de frente, por fea que nos pueda parecer, y decidir cómo cambiar la situación en la medida de nuestras capacidades.
Nadie es indispensable, pero todos somos irremplazables
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Descubrir el sentido de tu vida
El interés de cualquier persona no es encontrar el placer o evitar el dolor, sino encontrar el sentido de la vida. Incluso en los momentos en los que sufrimos, debemos encontrar un sentido a ese sufrimiento.
Nadie puede ponerse en nuestro lugar y sufrir por nosotros, por lo que tu única oportunidad es la actitud que adoptemos ante el sufrimiento. Todos tenemos una razón de ser, pero a veces, no somos conscientes de esa razón.
Todosy todas atravesamos momentos difíciles a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, aunque nos parezcan a veces imposibles cuando nos encontramos sumergidos en ellos, solemos tarde o temprano superarlos para continuar avanzando.
Las dificultades que nos encontramos en uno u otros momentos de nuestras vidas pueden ahogarnos en un mar de malestar del que nos será muy difícil escapar sino ponemos en marcha unas estrategias. Ninguno nos encontramos a salvo de los vaivenes que puede tener nuestra existencia en momentos determinados.Y es en estos momentos de adversidad cuando atravesamos emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la frustración, etc… produciendo en nosotros un intenso desequilibrio emocional.
Expresar nuestras emociones
Cuando la adversidad se decide a golpearnos y experimentamos esas emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos, o a través de la escritura, para llegar a hacerlo cada vez más consciente y poder reconocerlo.
Cuando expresamos los sentimientos ya sea hablando o escribiendo, lo que estamos haciendo es liberarlos. Si ponemos palabras a qué o cómo nos sentimos, nos será más fácil aceptar las malas noticias que nos sucedan. Ya que lo que hacemos es asociar nuestros pensamientos con los sentimientos de forma rápida y casi simultánea.
Cualquier situación adversa puede ser vista como una interrupción de nuestra trayectoria vital, pero si lo relatamos, estaremos más cerca de la posibilidad de aceptarlo y seguir avanzando. Y tras esto, poner en marcha todo nuestro propio mecanismo de resolución de problemas en el que utilizaremos nuestros propios recursos para avanzar y hacernos paso ante la dificultad que se nos presenta.
Además ante una situación difícil hay veces que nos cuesta aceptar que nos afecta, negándonos a reconocer que en cierto modo nos duele. Pero este dolor, en parte es necesario, porque nos ayudará a elaborar todo lo sucedido, además de poder llegar a asumir la pérdida.
En estas situaciones, las personas de nuestro alrededor quizás puedan intentar con la mejor de sus intenciones que nos volvamos a sentir bien tan rápido como sea posible, pudiendo tener el efecto contrario, ya que pueden originarnos sentimientos de culpabilidad por no responder como los demás esperaban o incluso sentirnos no comprendidos. Todos necesitamos nuestro tiempo de asimilación y elaboración, unos más extensos que otros, lo importante es respetarlo, y no acelerarlo o posponerlo, sino manteniendo un cierto equilibrio. Es como atravesar por un proceso de duelo o pérdida, ya que se necesita un período de adaptación emocional necesario, pasando por una serie de etapas.
Y con el tiempo, tras haber superado ese momento difícil, seremos capaces de confiar en nuestra capacidad de sobreponernos a nuevas dificultades. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y aunque las dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más vulnerables, el hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y confianza.
Claves que ayudan a salir fortalecido y lo menos afectado posible de los momentos de crisis:
1. Resiliencia: La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado por ellas de manera positiva. Es el proceso por el que somos capaces de adaptarnos de la mejor manera posible a la adversidad, a una situación traumática, una tragedia, amenaza, o problemas familiares graves o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Así todas las personas podemos desarrollar resiliencia en una situación extrema. Cuando nos comportamos de manera resiliente no es que no suframos y experimentemos dificultades o angustias. El dolor y la tristeza es algo natural en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas.
2. Ver más allá del momento y de lo obvio: No podemos en muchas ocasiones evitar que ocurran circunstancias negativas que no dependen de nosotros, pero si podemos manejar la manera como reaccionamos ante estas. Se trataría de considerar que el presente negativo según como vino se irá. Nuestros comportamientos guiados por nuestros valores, es lo que nos ayuda a conseguirlo por lo que queremos y no por evitar las sensaciones, emociones o pensamientos negativos.
3. Pasión por los ideales y metas: Hay que tener metas realistas en relación con nuestros valores. En vez de enfocar nuestros esfuerzos en objetivos que resultan muy difíciles que consigamos centrarnos en las cosas que tenemos más probabilidad de lograr hoy y que se aproximen en la dirección hacia la cual queremos ir.
4. Valentía y autoconfianza: Tenemos que buscar oportunidades para descubrirnos a nosotros mismos. Cuando nos vemos en la tesitura de luchar contra la adversidad, seguro que aprendemos algo nuevo sobre nosotros mismos. Está demostrado que un porcentaje significativo de las personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han mejorado en el manejo de sus relaciones personales, han tenido un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida. Potenciar una visión positiva de uno mismo hace desarrollar la confianza en nuestra capacidad para resolver problemas y confiar en nuestras capacidades. Hay que ser valiente y aceptar que el cambio forma parte de la vida. Se trata de hacer alguna cosa que nos haga salir de nuestra zona de confort.
Si ponemos nuestra energía en agradecer cada detalle positivo del que SÍ disfrutamos llenaremos nuestros días de ilusión, confianza y ganas de seguir caminando. Centrarnos en el proceso, en el aquí y el ahora de nuestra aventura, exprimiendo y cuidando cada detalle, ayudará a que sea mucho más probable que lleguemos a buen puerto y que ese trayecto merezca de verdad la pena.
Y todo ello, nos ayudan cinco pasos para ser feliz:
1) No
2) le
3) demos
4) más
5) vueltas
Y a veces, LO MEJOR es tomar un camino atrevido: la solución.