La Alhambra conecta con el Albaicín
La estampa novedosa pronto se tornará clásica. El tren de la Alhambra ya se pasea por las calles de Granada, en un recorrido turístico por el centro que pretende instalarse como recurso para los habitantes de la ciudad y como transporte indispensable de los turistas que quieran visitar la capital nazarí sin desgastar las suelas de sus zapatos.
El pistoletazo de salida llegó sin glamour, sin cintas que cortar y sin políticos. Allá, al pie de la Alhambra, en lo alto, los únicos trajes que aparecieron fueron los de los responsables de la empresa que presta el servicio, todos ellos impecables y sonrientes; chascarrillo va y chascarrillo viene frente al nuevo juguete.
A su lado, los turistas que salían de visitar el monumento se acercaban con una mezcla de curiosidad y temor: alerta ante un posible precio prohibitivo. Lo será, quizá, para algunos a partir de ahora, con unas tarifas que oscilarán entre los 8 euros para el bono diario y los 5 del nocturno, pasando por los 6 del viaje simple. Pero ayer el servicio era gratuito y entonces sí, claro, todos querían probarlo.
Minutos antes de la una de la tarde, se puso en marcha el tren. Siete bancos para cuatro personas por cada vagón. Un espacio bien economizado. La vista, panorámica, con amplios ventanales a los lados y en el techo, para ver, desde el arranque, la solemnidad de la Alhambra.
Un poco más abajo, a la altura de las rodillas, un conector invitaba a utilizar los auriculares que repartió la organización allá, en la Alhambra. No importa que tu idioma sea el inglés, el portugués, el italiano, el francés, el español, el árabe, el japonés, el chino, el alemán, el ruso, el coreano o el catalán. La organización ha ideado un sistema políglota para acompañar, a través de la escucha, el visionado de unas imágenes de las zonas más carismáticas de la ciudad.
El primer viaje, sin embargo, estuvo monopolizado casi en exclusiva por turistas españoles. Un grupo de navarros, con un soriano infiltrado y una joven pareja de madrileños compartieron el vagón ocupado con dos silenciosos alemanes: quizá, embelesados por las maravillas del recorrido por el Albaicín, o puede que un tanto cohibidos por la animada conversación sobre las tierras del norte y la economía de Tudela que se desarrollaba delante de ellos.
El tren superó su primer viaje con pasajeros de forma exitosa, con una velocidad aceptable y con un recorrido atractivo para los turistas. En los peros, el duro calor que tuvieron que sufrir los pasajeros por el efecto de los rayos del sol sobre el cristal de la parte de arriba del vagón. Habrá que ver hasta qué punto es soportable en julio. Sea como fuere, el vehículo acerca un poco más a la ciudad y al monumento: a la Alhambra y a Granada.
DESCONTENTO DE LOS TAXISTAS
[spacer style="3"]Unos metros más abajo del tren, situado ya en la posición de salida, un grupo de taxistas miraba la escena con recelo. La sensación general del gremio es de rechazo contra un medio de transporte, que, según ellos, les va a perjudicar: "Nos hace una competencia desleal. Puede pasar por zonas por las que nosotros no y nos discrimina", aseguraba uno de los afectados, indignado, aun sin haber comprobado el efecto real que va a tener en su negocio. La polémica está servida.