La "anécdota"

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En mayo de 2010, el director del Metropolitano de Granada, Francisco Ruiz Dávila, aseguró, en una entrevista concedida a un medio local, que a finales de 2011 veríamos pruebas de vehículos en la Línea 1 y que para 2012, los granadinos podríamos ir desde Albolote al PTS en unos 40 o 50 minutos, doblando la velocidad comercial del bus urbano.

Tras haber superado estoicamente, con esa mezcla de resignación e indolencia tan típicas de nuestra tierra, que nos hayan tenido media ciudad empantanada durante cerca de una década, ya poco nos puede sorprender. Después del récord de plazos incumplidos con la autovía, la tolerancia al engaño había subido unos cuantos enteros y el metro no lograría hacernos parecer impacientes. Ya llegará. De todas formas, tampoco le tenemos tanta fe puesta.

Pero claro, una cosa es que nos tomen por gilipollas prometiendo plazos que nunca se cumplen y otra es que nos lo digan a la cara. Y eso precisamente es lo que ha hecho el consejero del ramo, un tal Felipe López, al asegurar que el nuevo retraso del metro que nos acaban de anunciar de "tres o cuatro meses" no es más que una "mera anécdota". Si eso lo dice en un arruinado bareto de mala muerte de Camino de Ronda o en una barbería de la Avenida de América que han tragado tanto polvo los últimos años como clientes y dinero han perdido, le dan hasta en el cielo de la boca, pero seguro que lo dijo cerca del coche oficial.

También habló de realismo frente a expectativas fundadas, sugiriendo que hay que distinguir entre deseo y realidad porque las cosas son, inexorablemente, como son. Fue leer esa ocurrencia y recordar aquella célebre cita de Blas Infante, aquella en la que decía que "los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) suelen hablar de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses". No me dirán que no viene al pelo.