"La ceguera impide ver, pero permite sentir"
Faltaban pocos minutos para las 12 de la noche en Granada. Hacía frío, pero pocos lo sentían en el Nuevo Los Cármenes. El Granada CF acababa de exhibirse ante el Málaga en el que había sido, quizá, el mejor partido de la temporada. La grada, exultante, coreaba el nombre de su delantero, Youssef El Arabi, autor de los tres goles del partido, mientras el marroquí cruzaba el campo hacia el sector donde se sitúan habitualmente Los Malayerba.
En el rostro de El Arabi brillaba ese gesto que Andrés Montes bautizó como la sonrisa del jugón. El "nueve" rojiblanco recorrió los casi 70 metros de ancho del terreno de juego con el balón del partido en la mano, prueba de su hat trick y, finalmente, alcanzó su objetivo: El marroquí soltó la pelota y se fundió en un emotivo abrazo con uno de los más acérrimos seguidores del Granada CF, con un Malayerba, con Migue.
Durante más de un minuto, la estrella del partido y uno de los protagonistas de la jornada en Primera División quiso transmitirle a ese joven seguidor, que apenas cuenta con 17 años recién cumplidos, el cariño de la plantilla, el afecto por su apoyo incondicional, por su fe. Migue acude cada fin de semana al Nuevo Los Cármenes para animar a Alcaraz y a sus chicos. Lo hace desde pequeño. Desde que nació, una retinopatía le impide ver. Pero no le impide sentir.
Así, cada viernes, sábado, domingo o cuando toque, Migue entona su garganta, se equipa hasta las cejas con bufandas y camisetas granadinistas y de los Malayerba y se dirige con su hermano Pepe a Los Cármenes: "No importa que no pueda ver", asegura. Pepe, tan solo un año mayor que él trata de describirle el ambiente, de introducirle en la atmósfera futbolera. Pero al joven seguidor rojiblanco no le hace falta demasiada ayuda.
Antes de que comience el partido, Migue ya se ha despojado de su camiseta y, sin dar tiempo a que ruede el balón, se resquebraja la garganta alentando a los suyos, a los del Granada CF. Junto a él, su padrino dentro de los Malayerba, el presidente Marcos, grita, jalea e instiga al resto de seguidores mientras abraza al joven aficionado y le mira en un gesto tierno. Su ejemplo de superación constante y su ilusión por el fútbol y por los éxitos del conjunto rojiblanco le emocionan a él y a todos los que le rodean.
Pero la actividad social de Migue no se limita a ser un Malayerba. Hace unos meses, este joven granadino se lanzó en paracaídas desde 3.500 metros: "La clave es que no veía el suelo", afirma con sorna. Sea como fuere, su actividad es frenética. Migue, con la inestimable colaboración y apoyo constante de su hermano Pepe y de sus padres, practica esquí a un alto nivel, atletismo, ciclismo e, incluso, escalada. Todo un ejemplo de superación, de inconformismo y de carácter frente a las adversidades.
En el estadio, todo el mundo le conoce. Apoyado en Pepe y en Marcos, con el torso desnudo y con la emoción reflejada en el rostro, Migue nunca deja de animar al equipo: En las buenas y en las malas. Siempre. Es una cuestión de fe, de sentimiento puro. Por eso, ayer, El Arabi quiso reconocer la nobleza de su apoyo en un gesto que el joven seguidor nunca olvidará. Sus lágrimas después de que el delantero granadinista pusiera rumbo al vestuario son buena muestra de ello.
Su historia es la de la fe ilimitada en un equipo, la del amor a unos colores sin condición de por medio. Por ello, también ha llamado la atención de los medios nacionales y, durante el partido de ayer, los compañeros del programa "El Día Después" de Canal + vivieron un día con Migue. El resultado del reportaje se podrá ver este lunes a partir de las 20.15. Como adelanto, una frase del protagonista: "La ceguera impide ver, pero permite sentir".