La cuarentena de los extranjeros

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Imagen de archivo del Hotel Molinos de Granada | Foto: Archivo GD
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El Gobierno enclaustra a partir de hoy durante catorce días en su hotel a los extranjeros que se desplacen a España. En contrapartida, Francia ha decretado idéntica medida con los españoles que se trasladen al país galo. En Francia están molestos con la medida que unilateralmente propone España. Y ello a pesar de que distintos países de la Unión Europea y de fuera de la UE han establecido medidas similares: Italia, Alemania, Bélgica, Rusia, Reino Unido, Holanda, Grecia... con mayor o menor intensidad, según se trate de regresos de nacionales, entradas por vía aérea u otras circunstancias obligan a un aislamiento que generalmente también es de dos semanas y en algunos casos exige, para permitir la entrada, una declaración jurada que acredite la justificación del viaje.

En Francia han entrado estos días en función los planes de su gobierno para reactivar el turismo, donde este sector representa el 8 por ciento de su PIB. Es decir, la mitad que en España. Allí no han impuesto cuarentenas a los extranjeros, salvo en el caso de España y como réplica a la medida de Sánchez. En el Reino Unido, donde todavía se estudian las medidas de restricción a tomar y la fecha de su entrada en vigor, quedarán exentos los viajeros de las islas del Canal y los procedentes de Francia. No hay peligro, por tanto, a que la ira de Macron obligue a los británicos a recluirse tan pronto pisen territorio francés. En Italia, entretanto, se fomenta el 'veranee en liras', en un remedo de aquel 'veranee en pesetas' de 1980 que hemos rememorado en esta recóndita columna. Incentivos fiscales de hasta 500 euros para familias que decidan pasar sus vacaciones en destinos interiores. Por cierto, quedan excluidos de esas bonificaciones quienes recurran a Booking y Airnb. Ahí queda eso...

En España, por el momento, hablamos mucho sobre la vía del turismo interior para paliar en parte los efectos negativos del parón económico pero hemos decidido poco.

Tal vez porque todavía estamos en fases de incertidumbre que generan mensajes contradictorios y simultáneos como los que este jueves lanzaban por un lado el consejero de Salud de la Junta ("Riesgo de un problema serio de colapso sanitario si bajamos la guardia") y el de Turismo y vicepresidente del Gobierno andaluz ("Andalucía está en situación de poder pasar a Fase Dos mañana mismo"). Cuando todavía hay dos provincias descolgadas en la Fase Cero -confiando en que este viernes Granada y Málaga superamos ese periodo de 'predesescalada'-, el consejero del ramo ya habla de Fase Dos...

La prudencia aconseja prevención para evitar la reproducción de la pandemia en los meses que vendrán a continuación del confinamiento. Es una inquietud cierta, porque así lo advierten expertos, una segunda oleada que dejaría en inservibles todos los esfuerzos del personal sanitario y demás profesiones sometidos al sacrificio desde mediados de marzo, además de que la reclusión domiciliaria no habría servido para nada. Pero, al mismo tiempo, estamos, de nuevo, ante la tensión de procurar la sanación de los enfermos y evitar la recaída otra vez en el estado de alarma, al mismo tiempo que ir reactivando la actividad para salvar en la medida de lo posible un ejercicio económico que se antoja nefasto para la renta y el empleo de los españoles. Si en España se prolonga la obligatoriedad de la cuarentena de dos semanas hasta entrar de lleno en la temporada de verano, es tanto como decirle a los turistas directamente que no vengan si resulta que de unas vacaciones de 30 días la mitad de ellos los deberá consumir en un hotel. Más que eso, porque ese periodo vacacional de un mes en el caso de los turistas no toda esa treintena de jornadas las consume fuera de sus fronteras, sino que diversifica sus destinos y solo dedica una parte de ellos a la visita de un país extranjero.

La medida puede estar cargada de razón, pero al mismo tiempo hay que decir que sería necesaria -en esta como en tantas otras cosas- una unificación de criterios en el ámbito de la UE. Aun cuando los distintos países anuncien medidas similares, la razón apunta a que la cuarentena, en caso de adoptarse, sea igual en todo el territorio de la Unión Europea. De otra forma, estaríamos ante un escenario en el que destinos competidores con la industria turística española podrían sacar ventaja mediante el sencillo método de acortar ellos los plazos. Si es que queda alguien que se anime a viajar al extranjero sabiendo que le esperan dos semanas -o menos días... o más días- recluido en una habitación del hotel. Una medida unificadora del periodo de reclusión en toda la UE tampoco solventaría el problema porque existen destinos turísticos emergentes que no están en la Unión y que dependen, por tanto, de sus respectivos gobiernos que para la ocasión se verían muy tentados por la posibilidad de aprovechar la oportunidad.

El turismo en España representa más que en ningún otro país de la UE un porcentaje altísimo en su PIB. Si reducimos el análisis al caso de Andalucía, la repercusión es mayor por el elevado peso del sector servicios en la economía de la región. A los desalentadores pronósticos de organismos internacionales y nacionales sobre la inmediata evolución negativa de la economía se ha venido a unir este miércoles el dictamen de Analistas Económicos de Andalucía, que prevé una caída de más del 12 por ciento y un paro que podría elevarse al 30 por ciento de la población. Un avance específico de previsiones para Andalucía que viene a confirmar lo que habíamos expresado en esta recóndita columna, a tenor de experiencias de crisis anteriores: una caída de los índices en España tiene una repercusión de varios puntos más en la región y tiende a distanciar las diferencias de renta y crecimiento con el resto de España.

De ahí que sea comprensible que la Junta presione con la desescalada y sus sucesivas fases. De los desplazamientos entre provincias depende la reactivación del sector y la reapertura de las playas al turismo. Si los terribles datos del cononavirus siguen menguando, se podría empezar a pensar en paliar los efectos de este parón de dos meses que, por lo pronto, ha arrasado con un periodo tan fructífero para el sector de la hostelería como es la Semana Santa. Al menos, en cuanto a la recuperación del turismo interior. Porque en la salida de las crisis juega un papel importante también el factor psicológico. Es decir, esto no es como cuando se va la luz, que en cuanto vuelve se disparan al unísono las luces de la calle, las del hogar, reaparece la imagen en la pantalla del televisor... No, en estos casos la inquietud y la incertidumbre permanecen todavía un tiempo que va más allá de cuando las autoridades consideren desaparecida la pandemia. Y es que en el subconsciente de buena parte de la población se enquista el temor a una reaparición del virus o a que no se hayan tomado todas las medidas de prevención en el lugar de destino. Vencer esos resquemores es tarea que lleva tiempo y responsabilidad de todos.