La Cueva de las Ventanas, la historia viva de Píñar
Más de 30.000 personas visitan al año esta caverna en Píñar, 'hogar' del hombre desde el Paleolítico superior y en la que se halló una gran necrópolis neolítica
Han pasado más de 20.000 años desde que la población neandertal entrara por primera vez en la Cueva de las Ventanas. Es por eso que Píñar se ha convertido en una joya para los arqueólogos que ven esta gruta como una de las más bellas y donde se pueden contemplar numerosos espeleotemas.
Carlos Sánchez Tarifa, arqueólogo y director de diversas investigaciones realizadas en esta cueva, nos sumerge en su historia y nos invita a pasear por ella para conocer sus rincones.
A 13 GRADOS
Como hemos mencionado, la Cueva de las Ventanas se ubica en el municipio de Píñar, al norte de la provincia, en la comarca de los Montes Orientales.
Esta localidad se encuentra a 1.000 metros por encima del mar, aunque la cueva alcanza los 1.053 metros en altitud. Su interior es fresco: tiene una temperatura media de 13,1 grados centígrados. Sin duda, un lugar muy apetecible ahora en verano.
La cavidad cuenta con un sistema cártico donde destaca la caliza. Este bloque calizo desplazado llegó a tierras fértiles y creó diversas cuevas en la zona, como la de las Ventanas, la de Pagarrecio o la de Carihuela. Las tres tienen restos arqueológicos, aunque la más importante en este sentido es la de Carihuela, cerrada al público, y que tiene unos niveles excavados de 80.000 años.
LA CUEVA Y LOS HISTORIADORES QUE LA VISITARON
Para conocer la primera seña sobre la Cueva de las Ventanas nos tenemos que remontar hasta el año 1500, en época de los Reyes Católicos, gracias a un documento que cedieron a los repobladores castellanos tras la reconquista morisca en Píñar. Pasarán más de 300 años sin referencia alguna de la cueva hasta que en 1818, un documento expone la zona como recinto caprino. Posteriormente, en 1827 se hace una descripción de la cavidad, pero es en 1841 cuando Francisco Montell y Nadal hacen una descripción más detallada de la cueva y se publica en la revista de La Alhambra.
Tras la publicación del documento, Piñar comenzó a recibir la visita de expertos nacionales y extranjeros en busca de más información. En 1916, el arqueólogo Hugo Obermaier la da a conocer en ámbitos más internacionales, y 19 años más tarde, el geólogo Henri Breuil hace una breve descripción de la cavidad. En los años 40, recibe la visita de prestigiosos arqueólogos que querían indagar, más allá del estudio antropológico del yacimiento, en las piezas encontradas en la cavidad.
Unos años más tarde, el suizo Jean Christian Spahni llega a Píñar para registrar los restos óseos de homínidos que había hecho referencia los anteriores arqueólogos. Allí hace un análisis más detallado, pero sin éxito. Lo que buscaba Spahni terminó por hallarlo en la Cueva de la Carihuela: el frontal de niño neandertal y algunos molares.
Perisec, recordado como un prehistoriador prestigioso, Irwin, H.T. y Almagro, un catedrático de la Complutense, excavan en las cuevas localizando restos antropológicos y oseos en los años 60 y 70. Gerardo Vega, profesor de la Complutense de Madrid, cierra el ciclo de visitas unos años más tarde. Desde que Jean Christian Spahni analizara la cueva, ningún investigador analizó los restos antrópicos de materiales líticos y cerámicos que abundaban en la cueva, excepto Obermaier, que documentó un entierro neolítico en la “sala de los desprendimientos”.
A partir de ahí, la Cueva de las Ventanas se dejó a su suerte durante muchos años. Los expoliadores hicieron de las las suyas, por lo que resulta imposible localizar restos en los años siguientes. Además, en 1969 un grupo de turistas realizó una visita a la cueva. Se encontraron con una moneda de plata califal, diez monedas de letrón del Reino de Taifas y cinco monedas de oro de la época almorávide. Estos individuos 'conservaron' este tesoro durante seis años, hasta que finalmente las devolvieron.
UN PASEO ACTUAL POR LA CUEVA
La curiosa y estrecha entrada a la Cueva de las Ventanas nos introduce en la “gran sala”. Aquí, los prehistóricos desarrollaban su vida cotidiana durante el periodo del Paleolítico superior hasta la Edad de Bronce. Pasada la Edad del Cobre, se tiene constancia de un poblado exterior a la cueva dejando ésta como habitáculo para las épocas de lluvia. La localización de material lítico enlazado a este periodo tras el análisis, detecta que la cueva también se utilizó como lugar de enterramiento.
Abandonando la gran sala, nos dirigimos a un pasillo angosto de unos 30 metros donde se localizan grandes oquedades a ambos lados: allí se realizaban los ritos funerarios.
Tras el pasillo, desembocamos en la “sala de los desprendimientos”. Esta enclave recibe este nombre porque hace decenas de miles de años, el techo de dicha sala cayó.
La “sala de la Pileta” es la siguiente y debe su denominación a la formación geológica interna de la cueva con diversos espeleotemas, creando gours en las zonas inclinadas, además de estalactitas, estalagmitas o columnas.
A la “Gran Cima” se llega tras pasar esta última sala. Destaca por la caída vertical de unos 40 metros con una formación geológica llamada “la Campana”. Desde este punto al interior de la cueva, no han tenido constancia de restos arqueológicos, solamente las monedas que se localizaron en la “sala del tesorillo”. El interior no es posible visitarlo, aunque existen cuatro salas más.
Volviendo al recorrido habitual, llegamos a la “sala Gruyere” con formaciones de estalactitas, estalagmitas y columnas.
Aquí los restos fueron escasos, con excepción de la base de esta sala que sí mostró un enterramiento “in situ” con restos de fauna y un puñal de cobre, que a través del carbono 14 empleado por la UGR, se fechó en la Edad de Bronce.
Además, en esta sala se encuentra uno de los reclamos de esta cueva: un espeleotema con forma de columna, es decir, depósitos minerales secundarios que se formaron en esta cueva tras la génesis.
¿QUIÉN VIVIÓ AHÍ?
El estudio que realizó Carlos Sánchez Tarifa del material lítico encontrado en la cavidad, dota de una primera ocupación sobre el 17.000 - 22.000 a.C. de una sociedad cazadora-recolectora conviviendo en la cueva solo en periodos fríos. Los neolíticos la usaron como un lugar cotidiano introduciendo en el interior de la cueva, los cadáveres, ya que no podía vivir allí debido al nivel friático del agua, mientras que en las épocas posteriores, la ocupación de la cueva fue mínima. Visigodos, romanos o almorávides también llegaron a Píñar dejando algunas vasijas en el interior de la cavidad encontradas en los siglos actuales.
SU APERTURA AL PÚBLICO
El Ayuntamiento de Píñar se planteó poner valor a la cueva con el objetivo de incrementar la economía local. Fue en 1996 cuando se exploró la cueva, tras recibir los correspondientes permisos, recuperando todo el material arqueológico que los expoliadores habían sacado a la luz. Durante tres años, se investigó a fondo la cavidad. No fue hasta que 1 de mayo de 1.999 cuando se abrió al público.
Con la apertura de la cueva, la economía del municipio se reactivó notablemente. Además, muchos vecinos en situación de desempleo encontraron un puesto directo o indirecto con la explotación de la Cueva de la Ventana, que recibe unas 30.000 visitas de media al año.
Comentarios
Un comentario en “La Cueva de las Ventanas, la historia viva de Píñar”
Maria Dolores Muñoz Santos
12 de mayo de 2018 at 22:30
Que gran éxito de hallazgo y belleza de cuevas ,intentar mantenerlas muy bien cuidadas como un gran patrimonio de todos