La idea de un equipo "mandón"
"Independientemente del resultado, el equipo ha mandado; ha tenido la posesión del balón en todas las fases del partido". No, en contra de lo que podría parecer, el autor de la frase no es Josep Guardiola, sino Lucas Alcaraz, el técnico del Granada CF, que, tras el empate a cero entre su equipo y el Osasuna elogió la capacidad de sus hombres para erigirse como protagonistas del encuentro: "Hemos tenido el control", apuntó el técnico.
Ante el conjunto navarro, el Granada se defendió con la pelota. Los rojiblancos anularon la producción ofensiva de su rival de la manera más simple: negándole la posibilidad de jugar. Las posesiones más largas de los hombres de Javi Gracia se gestaron en zonas estériles y la anticipación de los defensas nazaríes secó el peligro potencial de los contragolpes visitantes. El Osasuna no disparó entre los tres palos en todo el partido.
En realidad, la de los tiros a meta no fue la única estadística en la que los rojillos - ayer de verde fosforito - salieron mal parados: El Granada tuvo un 61% de posesión, disparó a puerta nueve veces más, sacó seis córners por uno de su rival, hizo intervenir a Riesgo en cuatro ocasiones, mientras Roberto miraba el juego desde la distancia, y recuperó más balones que el Osasuna. Pero no ganó.
Ante esta serie de datos, huelga decir que el recurrente traslado hipotético de la regla de los puntos del boxeo al fútbol no es más que una elucubración que pasa por la cabeza de quien mereció más. Al final, ambos se llevaron un punto y, como dijo Javi Gracia, la igualada se produjo porque su equipo hizo muchas cosas bien, sobre todo en la segunda parte.
DE LA PROFUNDIDAD A LA PLANICIE
En la última media hora del primer tiempo, el Granada mereció marcar. Lo mereció porque lo buscó con fe y porque tuvo la velocidad mental suficiente y el dinamismo preciso en la circulación de la pelota para deshacer en varias ocasiones la maraña de futbolistas que Gracia acumuló para llevar a cabo su obstinada tarea defensiva.
Una vez más, Fran Rico fue el cerebro de las operaciones. El gallego se zafó de la presión inicial de 'El Gato' Silva y puso su pierna diestra a trabajar; su polifacética arma de empleo le sirvió para ser el eje de la distribución y para servir balones perfectamente medidos en las jugadas de estrategia. No fue suficiente. Eso sí, más allá del 'cuatro', en un primer tiempo muy completo, en el que los once rojiblancos estuvieron a la altura de las circunstancias, dos hombres sobresalieron especialmente: El Arabi y Recio.
El malagueño se ha soltado los grilletes. Ante las voces que le acusaban de visitar el área con una frecuencia menor a la debida, el joven centrocampista ha querido responder con dos goles ante el Valladolid y dos remates a los postes frente al Osasuna. Sus llegadas, quizá por inesperadas, supusieron un desconcierto constante para los hombres de Gracia. Le faltó afinar, pero fue el que mejor supo llegar al camino.
Por su parte, el marroquí fue, principalmente, un incordio para sus marcadores. El Arabi es un 'desgastador' de defensas que sacrifica una gran parte de sus fuerzas para facilitar la labor de presión del resto de sus compañeros. Ante el Osasuna, además, armó varias jugadas de peligro y fue el protagonista de dos de las opciones más claras del equipo. Tampoco él acertó, y se fue al banquillo, exhausto, mediada la segunda parte.
La fatiga del norteafricano no era una excepción dentro del estado físico general del Granada CF. El cansancio, inducido por la insistencia del Osasuna en la defensa de todas las líneas a partir del centro del campo, transformó la alegría y la profundidad en apatía y planicie. El campo, pesado por la lluvia, colaboró con los navarros, felices con el punto, un botín que también merecieron por su innegable esfuerzo defensivo.
Al final, el empate dejó una sensación de desazón en la grada, pero, como apuntaba Alcaraz unos minutos después, es preciso remarcar que fue el Granada quien pretendió ganar: "Fuimos un equipo mandón", recalcó el técnico. Quizá, ahora no sirva de mucho pensar en ello, pero, normalmente, y sin querer estirar el ya previamente rechazado tópico pugilístico, quien pega más veces suele tumbar al rival. Y aún quedan muchos combates.