La ética de la negatividad o el valor saludable de saber decir NO
Tengo que decirle NO. Necesito decirle que NO. No puedo decirle otra cosa que NO. Y allí surgen las personas que frecuentemente dicen: es que NO PUEDO, es que es MUY DIFÍCIL, es que no tengo TIEMPO. Y el esqueismo es fruto de la mediocridad.
Y parece que hablar de la ética de la negatividad, empieza cuando el otro día hablando con profesionales clínicos me comentaban la dificultad de decirle que no a pacientes ante determinadas peticiones, lo difícil que les resultaba no aceptar sus peticiones, aunque éstas no estuvieran basadas en la evidencia científica. Y pedían que en los protocolos tener la opción de además de que hayan los pasos a seguir, también aparezcan las cosas y recomendaciones a NO HACER. Parece difícil de creer que una palabra tan sencilla como “NO” sea tan complicada de pronunciar algunas veces. Y a todos, a mi también y mucho, nos es complicado decir NO. Dicho esto, es necesario trabajar que “Sea como fuere lo que pensemos, es mejor decirlo con buenas palabras”.
Y es que todos nos hemos encontrado en la situación de querer negarnos a hacer algo pero no sabemos cómo decirlo. Nos cuesta hacerlo. La realidad es que aprender a pronunciar esta palabra requiere de un entrenamiento. No resulta fácil decir “NO” porque sabemos que quien nos pide una cosa espera algo de nosotros y no siempre estamos dispuestos a defraudar a los demás. Y es que la incapacidad de decir “NO” nace de la culpa de fallarle a otra persona. Sin embargo, es importante tener presente que negarnos a hacer algo no implica que estemos rechazando a quien nos pidió eso.
¿Por qué no nos es fácil decir NO?
Por desgracia, en nuestra cultura no hemos aprendido a pedir o priorizar aquello que deseamos. Parte de lo que nos han enseñado, aunque no todo el mundo le ocurre lo mismo, es a tener una actitud pasiva que nos lleva a aceptar casi cualquier cosa que nos pidan o sugieran, sin importar si estamos o no de acuerdo.
Creemos que si nos negamos seremos considerados poco educados o incluso malas personas. Esto nos lleva a aceptar muchas situaciones que realmente no deseamos para sentirnos aceptados. El problema es que le tenemos un gran miedo a ser apartados. Es por ello por lo que no nos permitimos dar demasiadas negativas, aunque éstas estén totalmente justificadas.
Los pasos para decir NO
0. Encontrar nuestros límites.
Lo primero que necesitamos es entender nuestras necesidades, deseos y límites. Con esto aprenderemos lo que estamos dispuestos a aceptar e identificaremos cuándo decir NO.
1. Simplemente decir “NO”
Ya sabemos que no es fácil y que quizás nos parecerá que estamos siendo duros. Pero la mejor manera de aprender a decir “NO” es diciéndolo cuando lo sintamos. Lo más probable es que termine sonando menos agresivo de lo que pensamos y poco a poco los demás lo verán como algo muy normal. Probemos a hacerlo poco a poco y con pequeñas cosas para que nos resulte más fácil.
2. Tomarse tiempo
Esperar un tiempo para dar una respuesta cuando no hemos adquirido el hábito de decir “NO” es un buen primer paso. Antes de acelerarnos y aceptar hacer cualquier favor que nos hayan pedido, tomemos algunos minutos o días para pensar si deseamos hacerlo o no, dependiendo del tamaño del favor. No necesitamos comprometernos a nada, solo a analizar si es posible hacerlo o no.
3. Determinar cuáles son los compromisos que realmente nos importan
Al evitar decir “NO” tomamos como nuestros, compromisos que no nos aportan nada. Si ya sentimos agobio y que nuestra vida realmente no nos pertenece, quizás va siendo el momento de diferenciar entre las actividades que nos son importantes y las que solo nos están siendo una carga emocional o de tiempo.
Luego, eliminemos poco a poco las actividades que no nos importan ni nos aportan. Conforme vamos tomando práctica nos será más fácil identificar estas actividades. Con el paso del tiempo veremos que empezamos a tener tiempo para nosotros y para las cosas que más nos importan. Cada vez que sintamos dudas hablemos con alguien cercano y de confianza que nos pueda ayudar a aclarar el panorama.
4. Eliminar excusas
Cuando decimos “NO” a algo que nos han pedido podemos caer en el error de dar muchas excusas y disculpas. Nuestra recomendación es que dejemos de hacerlo y que nos mostremos firmes. Cuando empezamos a buscar una forma de justificarnos, los demás ven cierta debilidad y pueden aprovecharse de ello para obtener un “si”. De vez en cuando no es malo ser egoísta y concentrarnos en hacer aquello que queremos y nada más.
5. Practicar a decir NO siempre que podamos.
Debido a que nos da miedo dar una negativa, podemos tratar de evitar dichas situaciones. No lo hagamos, es un error. Cada vez que tengamos la oportunidad y en verdad no queramos hacer lo que nos piden, solo hagámoslo. Con el tiempo y la práctica nos daremos cuenta de que estas negativas no destruirán nuestro mundo ni nuestras relaciones interpersonales.
6.Encontremos alternativas.
Una opción que nos ayudará a no aceptar aquello que no queremos es dar una alternativa que nos guste.
7. Premiar.
Aprender a premiarnos cuando finalmente hayamos aprendido a decir NO sin sentirnos culpables. Cada pequeño progreso es importante y valioso para nosotros, por lo que debemos aprender a darles el valor real que tienen.
8.Mantenernos firmes.
No basta con aprender a decir NO si más tarde aceptamos hacer aquello que no deseamos. Es muy importante que aprendamos a mantenernos firme y que no permitamos ser manipulados por comentarios o actitudes negativas.
Por tanto, si nos encontramos con una persona que nos está presionando simplemente expliquémosle que por el momento NO nos es posible. En caso de que insista, solo digámosle que tenemos otros compromisos anteriores y que aunque le agradecemos que piense en nosotros, simplemente nos es imposible. No nos sintamos mal ni culpables al hacer esto, pensemos que nosotros también necesitamos hacer nuestras cosas y no podemos ir por ahí complaciendo a los demás en todo momento.
¿Por qué decir “NO”? La ética de la negatividad
Por todo ello, podemos pensar que negarnos a hacer un favor nos hará vernos poco interesados en nuestros seres queridos. Esto no es para nada cierto. Solo debemos recordar que en nuestra vida la persona más importante tenemos que ser nosotros.
Si vamos por ahí complaciendo a los demás, en algún punto nos sentiremos perdidos y esto no nos va a servir de nada. Ser egoísta para darnos tiempo y hacer las cosas que disfrutamos nunca puede ser malo, así que concentrémonos en vivir nuestra vida.
Y todo ello, como decíamos al principio al hablar de ética y basado en que las éticas precedentes son éticas pensadas en términos del ser y de la positividad, a pesar de que lo negativo es visto como el mal que viene de lo externo, nuestra elección es pensar que la ética en más de una ocasión para ser ética debe estar basada en la negatividad, en decir NO.
Normalmente el pensamiento del ser trabaja sobre la positividad del ser. Hay que pensar también el vivir saliendo de esa ética y no pensando lo negativo como algo externo, sino interno. Es necesario separarse de la ética del ser para hacernos cargo de la negatividad interna, y promover el existir, como mantenerse afuera. En otras palabras, se trata de una ética en la que la conducta es una consecuencia. Si se tiene la capacidad de mantenerse afuera del mero vivir, de no estar en coincidencia con uno mismo y con el mundo que confina las ideas, lo que resulta es la ética, también la ética de la negatividad.
Por tanto, es fundamental no estar aprisionado, no estar sujetado al mundo, no estar adherido a las cosas sino sostenerse afuera en función de esa negatividad interna, como adherencia a la vida que funciona como una suerte de pegamento.
Preguntas como, ¿Aceptar la negatividad del ser? ¿Cómo? ¿No vivimos en una sociedad que ambiciona la absoluta positividad de la existencia? Una especie de ideología indica que atravesando lo negativo llegamos a una suerte de paraíso donde todo es positivo. Es verdad que el mercado del consumo conduce a eso y que toda ideología dominante se desembaraza de lo negativo. Cuando hablamos de lo negativo interno, nos referimos a que hay algo del orden de la contradicción, donde ubicamos la ‘des-coincidencia’, porque la capacidad de la existencia surge de ‘des-coincidir’ con el mundo, con uno mismo, de despegarse para hacer surgir la posibilidad de lo sorprendente. De ahí la idea del poder, de la vida por la vida misma. Pero preferimos tomar la idea de existir, que nos permite salir del pensamiento del ser y al mismo tiempo nos despegamos de la inmediatez del vivir. Y con ello, nos acercamos al poder de la ética de la negatividad.
Viva decir NO. Hagámoslo. Es necesario más veces de lo que lo pensamos.