La exposición 'Testigos del olvido' recoge el rostro de ocho grandes catástrofes humanitarias
La sala Alta del Palacio de los Condes de Gabia acoge por primera vez en Andalucía, la exposición Testigos del olvido organizada por Médicos sin Fronteras con la colaboración del Instituto Cervantes. Se trata de una mirada sobre ocho grandes catástrofes humanas olvidadas, narradas por otros tantos grandes escritores en lengua castellana: Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, Laura Restrepo, Juan José Millás, John Carlin, Laura Esquivel, Manuel Vicent y Leila Guerriero. La muestra la componen las fotografías de Juan Carlos Tomasi junto con extractos de ocho reportajes y un vídeo que narran tanto las problemáticas de estas crisis como los procesos creativos desarrollados en el terreno durante la elaboración de las narraciones.
La exposición, que podrá visitarse hasta el próximo 24 de noviembre en el marco de la campaña Granada sin Fronteras, acerca al espectador al rostro humano del sufrimiento, la violencia continua y el olvido mediático que padecen algunos de los rincones más devastados del planeta: República Democrática del Congo, Haití, Yemen, Cachemira, Malasia y Bangladesh, Guatemala, Colombia y Zimbabue. Son retratos del horror cotidiano en un alegato contra el olvido y la indiferencia; una apuesta por el compromiso con las víctimas de la violencia, la enfermedad y la exclusión extrema en América Latina, Asia y África.
En la presentación informativa de hoy, el diputado delegado de Cultura, José Torrente, ha remarcado que la Diputación se incorpora con esta exposición a la semana Granada sin Fronteras de la “en estos próximos quince días vamos a tener el orgullo de formar parte”. Las imágenes nos trasladan al drama humanitario que suponen estos “conflictos en países que podríamos decir lejanos pero que no lo son, que están ahí”, ha explicado José Torrente que ha incidido también en los “grandes autores que prestan su literatura” para la ocasión.
Los escritores elaboraron sus crónicas con un enfoque literario y periodístico a la vez, otorgando todo el protagonismo a las víctimas. Los reportajes fueron publicados entre 2009 y 2010 en El País Semanal, obteniendo después amplia difusión en medios anglosajones, de lengua francesa y latinoamericanos. La exposición, inaugurada por primera vez en enero de 2011 en el Instituto Cervantes de Madrid, ha recorrido desde entonces las sedes de la institución en ciudades como Roma, Atenas, Burdeos o Casablanca.
Ahora llega a este “templo del arte” como ha definido el presidente de Médicos sin Fronteras en España, José Antonio Bustos, al Palacio de los Condes de Gabia. Bustos ha aprovechado su intervención para valorar el trabajo de los voluntarios granadinos de esta organización no gubernamental “sin esperar nada a cambio y con mucho entusiasmo”, siendo consciente además de que las aportaciones de los socios en estos tiempos de crisis económica se hacen “a costa de mucho esfuerzo” para llegar “a los rincones que se reflejan en esta exposición”.
Son “trabajos de excepción” que logran que conflictos que han quedado fuera de la agenda mediática internacional puedan “permanecer más en el tiempo”, ha explicado la delegada de Médicos sin Fronteras en Andalucía y Extremadura, Carmen Escalante que ha incidido en que el próximo lunes a las 19.00 horas, una conferencia analizará la intrahistoria de la producción de estos reportajes de la mano de Javier Sancho, responsable de comunicación de Médicos sin Fronteras, y Ramón Lobo, periodista especializado en conflictos internacionales.
OCHO EMERGENCIAS, OCHO AUTORES
Testigos del olvido exhibe las imágenes de Juan Carlos Tomasi (1959), fotoperiodista y realizador de documentales. Además, la exposición incluye la proyección de un vídeo con imágenes de algunos de los escritores en los contextos que visitaron.
La muestra se estructura en ocho apartados, que corresponden a las ocho emergencias:
- Mario Vargas Llosa: “Viaje al corazón de las tinieblas”. República Democrática de Congo. El Premio Nobel de Literatura describe el Congo, un país rico pero sumido en la miseria de la guerra y el terror. Desplazamiento, violaciones, asesinatos y corrupción sacuden esta tierra sin ley.
- Sergio Ramírez: “La piedra bajo el sol”. Haití. El escritor nicaragüense retrata Haití, considerado -ya antes del devastador terremoto de 2010- como el país más pobre de América. Miseria, vaivenes políticos y falta de futuro atenazan a una población acostumbrada al abandono.
- Laura Restrepo: “Las reinas de Saba”. Yemen. La autora colombiana viaja a las costas de Yemen y a los campos de refugiados, a los que cada año llegan miles de personas tras cruzar el Golfo de Adén desde Somalia y Etiopía, huyendo de la guerra, el odio y la pobreza.
- Juan José Millás: “Infierno en tierra de dioses”. Cachemira (India). La locura se respira en el Estado indio de Cachemira, disputado con Pakistán desde hace 60 años. Una guerra eterna en uno de los parajes más bellos de la Tierra.
- John Carlin: “El pueblo más triste del mundo”. Bangladesh y Malasia. Los rohingyas son una minoría musulmana de Myanmar salvajemente perseguida por la Junta Militar de su país. El periodista británico –residente en España- convivió con refugiados rohingyas en Bangladesh y Malasia.
- Laura Esquivel: “El paraíso de los canallas”. Guatemala. La autora mexicana recorre Guatemala, que significa lugar de muchos árboles. Pero entre el follaje se esconden asesinos, violadores y delincuentes. El país centroamericano es refugio de hienas. Contabiliza 15 asesinatos al día y las violaciones se multiplican.
- Manuel Vicent: “Fuego cruzado en Colombia”. Colombia. Vicent se adentra en la selva colombiana, donde el aire espeso puede mascarse como la coca. Escucha escalofriantes historias de campesinos atrapados en el fuego cruzado entre guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes…
- Leila Guerriero: “Un país que se desangra”. Zimbabue. La periodista argentina recorre Zimbabue, que ha pasado en 20 años de ser un modelo de desarrollo en África a convertirse en un país en quiebra. El régimen de Mugabe y una altísima tasa de incidencia del VIH están dejando una tierra baldía, con gente sin nada que hacer ni de qué vivir.