La exprimida clase media
Un informe de la OCDE, organismo internacional constituido para la cooperación y el desarrollo económico, concluye que la clase media de los países más ricos del mundo, en concreto la de España, “está exprimida” y retrocede en su nivel de renta. De entre los 36 países que ocupan ese ranking en el mundo, España -ya lo habrían imaginado- ocupa un lugar de dudoso honor entre los más afectados por este daño social. Es una consecuencia de la crisis reciente, que a su vez es consecuencia de este nuevo capitalismo, capitalismo financiero, al que le basta con unas formas de actuación esencialmente especulativas que ya no necesitan de consumidores, es decir, que ya no necesitan de la clase media.
Es curioso, además, en el caso de España que la OCDE considere clase media a una horquilla amplia de ciudadanos que ingresan al año entre algo más de 11.000 euros y 30.000 euros, cuando para el conjunto de la Unión Europea se sitúa más en concreto: 20.000 euros. Bastaría dirigir la mirada al círculo de amistades en el que nos movemos cada cual para comprender que en España son muchos, muchísimos más los que sus ingresos anuales se acercan a los once mil euros que aquellos otros que rondan los 30.000. Precisemos el dato: lo que antes de la crisis era despectivo, ‘mileurista’, hoy es casi envidiado.
En los albores de la crisis que se desató a finales de 2007 y creció con toda su crudeza a partir de 2008 ya se advirtió, sobre todo en España, de las consecuencias para la clase media. No se podría decir que era un ataque, pero sí que se aprovecharon para golpearla. En los años del desarrollismo, los sesenta, aquellos en los que la televisión y el ‘seiscientos’ se convirtieron en la imagen del ascenso social los accionistas-capitalistas propietarios de aquellas fábricas que producían el coche, el televisor, el frigorífico necesitaban una masa social cuyos ingresos facilitasen el acceso a esos bienes de consumo porque su compra masiva les garantizaba las fortunas de las clases altas inversoras y millonarias. Ese retorno hoy día no es necesario: el capitalismo financiero, que a comienzos de los años 70 apenas representaba el nueve por ciento de las operaciones bancarias, hoy supera la mitad. Y va en aumento.
Consecuencia: esos grandes directivos han multiplicado sus ingresos en la misma medida que las clases medias se han empobrecido, dato que también refleja la OCDE. Es la nueva aristocracia, la del siglo XXI. Veamos el caso del recién jubilado presidente de uno de los grandes bancos españoles. Las cifras del banco cuando accedió a la dirección de la entidad, gracias a su amistad con el del gobierno del momento, y las que ofrece ahora arrojan una pérdida milmillonaria -en euros- del valor en bolsa. Un elemento menor, según parece, puesto que el jubilado de oro se ha llevado una indemnización superior al dinero que el banco perdió en bolsa, cuyo deterioro recae sobre los bolsillos de los inversores.
Son estos banqueros los que ponen el grito en el cielo cuando sube el salario mínimo y alertan sobre penas del infierno cada vez que se atisba cualquier medida que pueda aliviar los depauperados bolsillos de los sufridos asalariados que otrora componían la golpeada clase media. Esa clase media que articula las sociedades y da cohesión en la medida en que el esfuerzo garantiza a su vez el ascenso social.
Lo detecta ahora la OCDE. Otros reputados organismos internacionales de prestigio lo venían advirtiendo en estos años atrás, con datos alarmantes sobre el aumento de la pobreza infantil en España, frente al optimista diagnóstico -que no se creía ni él- que lanzaba el gobierno de Rajoy. Así, la OCDE pone como ejemplo el caso de la vivienda, que hace tan solo diez años representaba en España el gasto de un cuarto de los ingresos y hoy supone la tercera parte. Añádanle la despiadada política tarifaria de las eléctricas y sazonen el panorama recordando el elevado porcentaje de contratos tan temporales como precarios, cuya pérdida se traduce simultáneamente en la caída desde lo que la OCDE califica clase media a la inferior. ¿Les suena? Pues a combatir este estremecedor panorama es al que tendrían que estar dedicados en cuerpo y alma tanto los gobiernos que se han sucedido en estos años y los políticos que recién ayer inauguraban la campaña electoral que culmina el domingo, 28. Pero no. Ya verán: ni un minuto les ocupará el drama.