La forma de comer es tan importante como la dieta para mantener una buena salud intestinal

"Somos lo qué comemos, pero también cómo comemos", destaca Francesc Casellas, especialista en Aparato Digestivo

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Foto: Archivo
E.P.
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La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) asegura que para mantener una buena salud intestinal es igual de importante los alimentos que componen la dieta habitual como los hábitos alimenticios que uno tiene a la hora de comer, en el marco del Día Mundial de la Salud Digestiva que se celebra este domingo 29 de mayo.

"Somos lo qué comemos, pero también cómo comemos", ha destacado Francesc Casellas, especialista en Aparato Digestivo y experto de la FEAD, que asegura que la combinación de ambos aspectos "favorece la prevención de las enfermedades intestinales".

En otros casos, como en las intolerancias o las alergias, la dieta tiene una incidencia directa sobre el intestino pero también comer de forma desordenada, desequilibrada y sin horarios puede ser un factor que redunde en un empeoramiento de la salud, al estar vinculado con un mayor riesgo de obesidad o de cáncer de colon.

En este sentido, insiste en que comer bien no significa exclusivamente comer alimentos de calidad y también implica seguir una serie de pautas relacionadas con hábitos de vida saludable, tales como seguir un horario regular de comidas, masticar bien, y conservar y preparar correctamente los alimentos.

"Además, una dieta variada, rica y equilibrada basada en la dieta mediterránea es muy recomendable para mantener la salud digestiva", ha explicado Casellas, ya que ésta se caracteriza por un alto consumo de aceite de oliva y productos frescos como frutas, verduras, legumbres, cereales y pescado.

Este experto también ha reconocido que en ocasiones existe una relación directa entre un alimento en concreto y el posterior desarrollo de síntomas gastrointestinales, como en el caso de la enfermedad celiaca, las intolerancias alimentarias y las alergias digestivas.

CUANDO EL PROBLEMA ES EL ALIMENTO

Las intolerancias más frecuentes y prevalentes son la intolerancia a la lactosa y al gluten o enfermedad celíaca. La persona intolerante a la lactosa (azúcar de la leche) no produce suficiente cantidad del enzima lactasa, que permite la digestión de la lactosa, por lo que no puede metabolizar y absorber este ingrediente. También son muy prevalentes la intolerancia a edulcorantes como la fructosa o el sorbitol o a algunos aditivos utilizados en la conservación de los alimentos.

En la enfermedad celíaca, que afecta al 1 por ciento de la población, el consumo de alimentos que contienen gluten, una proteína presente en muchos en cereales como el trigo, el centeno, la cebada y la avena, se relaciona con la aparición de síntomas intestinales, e incluso extraintestinales.

No obstante, reconoce este experto, en los últimos tiempos la mejora de la tecnología en las pruebas diagnósticas y un mayor conocimiento de los mecanismos desencadenados por el gluten han permitido detectar otros trastornos relacionados con su consumo.

Y en el sentido opuesto a excluir alimentos para mejorar una intolerancia o una sensibilidad, está el favorecer el consumo de alimentos que aportan beneficios a la salud intestinal, como sucede con los alimentos que contienen probióticos.

Asimismo, el consumo de polisacáridos no absorbibles de los alimentos que estimulan el crecimiento de los probióticos, también denominados prebióticos, tiene efectos beneficiosos porque "favorecen el desarrollo de una flora bacteriana saludable que, por ejemplo, actúa en la prevención del cáncer de colon", según Casellas.