La Navidad que viven cada vez más granadinos
Con la crisis oficialmente concluida por el presidente del Gobierno, son muchos los que todavía no se han enterado y siguen viéndose en manos de quienes donan su tiempo y su cariño sin esperar nada a cambio | La Asociación ‘Calor y Café’ lleva 26 años ofreciendo cobijo físico y sentimental a quienes más lo necesitan
Es la tarde previa a nochebuena y el barrio de la Cruz está tranquilo, también frío. El contraste no puede ser mayor al entrar en la Asociación ‘Calor y Café’; alboroto navideño, una carcajada que se escapa y alguien que se arranca con un villancico rasgan por un rato los dramas que allí se congregan. Este es un oasis en medio de la crisis para quienes lo han perdido todo, para quienes se encuentran solos, para… en realidad, es un oasis para aquellos que lo necesiten, sin más. Lo explica con una sonrisa la presidenta de la asociación, Ana Sánchez, una granadina que hace 26 años cruzó su mirada con una persona sin hogar y sintió la necesidad de ayudarla.
Dos décadas y media después, la labor de Ana se ha extendido por toda la capital y llega a cientos de personas con todo tipo de problemas. ¿Qué ofrecen? “El espíritu de ‘Calor y Café es que, a través del amor, surgen las personas”. Y en estas fechas la actividad de la asociación se refuerza, aún más si cabe. Ana no se despega del teléfono, que suena y vuelve a sonar. Están gestionando la cena de Nochebuena. No es cosa menor, dependen de ellos los que menos tienen.
UNA REALIDAD CADA VEZ MÁS COMPARTIDA
Los datos están ahí, pero no reflejan la realidad cotidiana. Que dos millones de andaluces viven en exclusión social es una cifra ya conocida, como también lo es la tasa de paro granadina o el porcentaje de hogares que no pueden hacer frente al pago de sus facturas energéticas. Pero los porcentajes y números de seis cifras obvian las situaciones con las que trata Ana a diario: desde personas que han sufrido un desahucio hasta los nuevos ‘pobres energéticos’. “Se da el caso de gente que viene con una necesidad humana de estar con otra personas, porque están solos y no tienen ese calor. Viene aquí porque comparten, juegan a las cartas, charlan con las voluntarias. Otros se dan una ducha porque tienen una pensión muy pequeña y no pueden pagar la luz o el agua…”.
La labor de ‘Calor y Café’ tiene lugar en un centro especialmente pensado para ellos, con duchas, una cocina y espacios de reunión para que los usuarios puedan descansar, entrar en calor o leer un libro, porque también hay estanterías repletas de libros. Y algunos de los lectores son muy exigentes.
Sin embargo, no siempre fue así. Ana echa la vista atrás y de repente está en el Albaicín, en una casa medio derruida en la que se juntaba con otras amigas para darle de comer a quien lo necesitara. En aquella época esta granadina fue diagnosticada con un cáncer en fase terminal. A los 33 años. “Yo sentía algo dentro de mí que quería cambiar en mi vida. Pensé: esto me ha pasado y algo tengo que hacer”. Ese algo fue crear de la nada una asociación que ya cuenta con 72 voluntarios, dos pisos de acogida y colabora activamente con ONG’s y organizaciones como el Banco de Alimentos de Granada.
Porque a pesar de las declaraciones institucionales, “aquí cada vez hay más crisis, cada vez viene más gente”. Pero los estereotipos de personas necesitadas se han roto, se han hecho añicos con términos como ‘pobreza energética’, una realidad que Ana constata: “aquí viene gente a poner una lavadora o a afeitarse”. En 2014 es difícil decir a primera vista quién necesita ayuda y quién no: antes la mayoría eran hombres, ahora cada vez hay más mujeres; antes la mayoría eran de mediana edad, ahora caen en esta situación los jóvenes…
LA NOCHEBUENA DE CALOR Y CAFÉ
Aperitivos de queso y jamón, empanadas de atún, de pollo, pastela, cuscús, caldo, lomo a la sal… “y todo preparado, casero”. Es el menú que anoche compartieron en ‘Calor y Café’, una asociación que junto con otras como ‘Solidarios por el Desarrollo’, ‘Cáritas’ o ‘Cruz Roja’ tratan de paliar una situación de emergencia social que, cuenta Ana, es especialmente complicada en Granada. “Tu llamas al albergue de Córdoba y entran todas las personas, comen… y si no tienen sitio, hay un espacio en el que ellos por lo menos se pueden sentar y estar calientes. Están muchísimo mejor en todos los sitios que en Granada, no sé por qué”.
La presidenta de la asociación explica el proyecto de albergue que tenían planteado y lo hace señalando una maqueta. Aquel sueño no pudo ser. Problemas con los vecinos, idas y venidas del Ayuntamiento de Granada… y dos mudanzas, la primera de aquella casa medio derruida del Albaicín y la segunda de la calle Colegios a su actual ubicación, en el barrio de la Cruz, un espacio que les viene especialmente bien a Juan y Marta, nombres ficticios de dos usuarios de 'Calor y Café'.
LOS POBRES QUE NO LO PARECEN
Juan y Marta son esos nuevos pobres, los que tienen hogar pero no llegan a fin de menes, ni a mediados... Marta tuvo la suerte de que sus hermanos le ofrecieran quedarse con la residencia familiar, pero más allá de eso, los recursos de esta pareja son escasos. Juan lleva sin trabajar desde casi antes de que comenzara la crisis. Ahora ya han agotado todas la rentas de inserción, todas las ayudas... y les queda la asociación de Ana para tomar algo, hacer vida social e intentar enterarse de algún trabajo que salga. Juan termina la entrevista comentando sus habilidades, pidiendo que, si surge algún puesto, alguien se acuerde de él. Y del resto de personas que comparten su suerte. Que cada día son más.