La oposición ha tildado de fraude los comicios, preparados a la medida del presidente
Los colegios electorales sirios han abierto este martes sus puertas para unos comicios presidenciales marcados por la guerra y en los que el actual presidente, Bashar al Assad, parte como máximo favorito para renovar su mandato al frente del país, devastado tras más de tres años de conflicto.
La votación, que se llevó a cabo la semana pasada para los sirios que residen en el extranjero, será la primera desde la llegada de los Al Assad al poder en la que concurran varios candidatos, si bien las condiciones de la candidatura y la campaña dan una amplia ventaja al actual mandatario.
Pese a que un total de 24 personas presentaron su candidatura a los comicios, finalmente el Tribunal Constitucional permitió que concurrieran a los mismos tres candidatos: Al Assad, el diputado Maher Abdul Hafiz Hajjar y Hasán Abdulá al Nuri.
Tanto Hajjar como Al Nuri son figuras relativamente desconocidas y cuentan con poca presencia pública. Ambos han expresado su respaldo a las políticas generales del Gobierno, si bien han formulado someras críticas a la gestión de la crisis y la situación económica.
Hajjar es un candidato independiente y exparlamentario del Partido Comunista, mientras que Al Nuri es un empresario damasceno integrado en los círculos de la oposición interna, tolerada por el régimen.
Además, este último fue ministro de Estado para el Desarrollo de la Administración Pública y de Asuntos Parlamentarios entre 2000 y 2002.
Las normas establecidas en la ley electoral estaban hechas a medida de Al Assad y apenas dejaron margen de maniobra para la oposición. Así, un candidato debía tener al menos 40 años y contar únicamente con pasaporte sirio. Sus padres y su pareja, además, debían tener esta nacionalidad.
Para confirmarse la candidatura, los postulantes debían recibir el respaldo escrito de 35 parlamentarios para que su solicitud no sea rechazada. Cada parlamentario podía dar su respaldo a un único candidato.
Además, el aspirante debía haber vivido de forma ininterrumpida en Siria durante los últimos diez años, aspectos que impedían una hipotética iniciativa por parte la actual oposición política afincada en el extranjero.
Estos motivos, así como el hecho de que las elecciones se van a celebrar en un contexto de guerra y de división del territorio en zonas controladas por el Gobierno y la oposición --igualmente fragmentada--, han llevado a la mayoría de los países a denunciar que los resultados no tendrán credibilidad ni serán representativos.
Uno de los países más críticos con la convocatoria ha sido Estados Unidos, que ha valorado que las mismas serán una "parodia de democracia", al tiempo que ha sostenido que dañarán el proceso de conversaciones de paz de Ginebra.
"Convocar un referéndum 'de facto' suena especialmente hueco ahora, ya que el régimen continúa masacrando al electorado al que dice representar. La supresión violenta del llamamiento de la población en favor de la libertad y la dignidad es lo que desató este brutal conflicto", recordó a finales de abril la portavoz del Departamento de Estado, Jennifer Psaki.
La convocatoria de elecciones tuvo además un impacto directo sobre las conversaciones, después de que el enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe a Siria, Lajdar Brahimi, presentara su dimisión citando su frustración a la hora de poner fin "a una brutal y cada vez peor" guerra civil.
EL CONFLICTO
El conflicto, que se ha desarrollado desde un contexto de represión de manifestaciones dispersas por todo el territorio hasta una guerra civil compleja marcada por la división de las facciones opositoras y la inacción internacional, ha dejado un balance de al menos 160.000 muertos y varios millones de refugiados y desplazados internos.
En base a los datos que maneja el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), un total de 2,6 millones de personas han abandonado sus hogares y han buscado refugio en Líbano, Jordania, Turquía e Irak.
La cifra es aún más elevada respecto a los desplazados internos, ascendiendo hasta los 6,5 millones de personas, lo que ha llevado al organismo a describir la situación como la mayor emergencia humanitaria a la que hace frente en la actualidad.
La gravedad de la situación, acentuada por la dificultad de la entrega de la ayuda humanitaria, controlada y regulada por Damasco, ha provocado alrededor de tres cuartas partes de la población viva en la pobreza, con un 53,4 por ciento de la misma en una situación de pobreza extrema, según un informe publicado la semana pasada por la ONU.
En base al informe 'Despilfarrando humanidad', que cubre el último semestre de 2013, cerca del 20 por ciento de la población no cuenta con los medios para satisfacer sus necesidades básicas.
En el plano militar, los últimos meses han estado caracterizados por los avances del Ejército, que cuenta con el respaldo del partido-milicia chií libanés Hezbolá y de milicias chiíes iraquíes, así como los combates entre las facciones que componen la oposición.
A pesar de que, en un principio, el grueso de la oposición estuvo conformado por militares desertores y civiles que tomaron las armas, poco a poco el proceso fue secuestrado por algunos grupos vinculados a la organización terrorista Al Qaeda y con objetivos muy diferentes a los de la revolución.
Algunos de estos grupos, entre los que destacan el Frente al Nusra y el Estado Islámico de Irak, han impuesto una versión muy estricta de la 'sharia' --en ocasiones muy alejada de la ortodoxia--, lo que ha provocado la indignación internacional.
Asimismo, algunos países, como Rusia, Irán, Arabia Saudí, Qatar, Turquía o Estados Unidos, han intervenido apoyando a los bandos en conflicto, lo que ha llevado a Damasco a denunciar a dichos países por "respaldar y financiar a los grupos terroristas", nombre con el que define al global de las brigadas opositoras.
IMPACTO DE LAS ELECCIONES
Los avances del Ejército hacen creer que las autoridades serán capaces de controlar la seguridad en las zonas bajo su dominio durante la jornada, si bien se teme que la violencia se incremente durante la jornada. A mediados de mayo, al menos 21 personas murieron en un ataque con morteros contra un acto electoral de la campaña de Al Assad.
La más que probable victoria de Al Assad servirá para reafirmar al régimen en su posición, si bien no servirá para cambiar la naturaleza del conflicto ni para legitimar su postura, muy dañada a nivel internacional.
El propio Brahimi advirtió antes de abandonar el cargo --en el que aún no se ha nombrado a su sustituto-- que la celebración de los comicios podría dañar las posibilidades de que las conversaciones de Ginebra tuvieran éxito tras dos rondas infructuosas.
En este sentido, la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) ya ha tildado el proceso de "farsa" y ha protestado contra las condiciones impuestas para la aceptación de candidaturas, por lo que no aceptará los resultados y se prevé que endurezca su postura.
Pese a ello, el Gobierno ha presentado las elecciones como una muestra de su soberanía e independencia, así como un ejemplo de la democracia que asegura que existe en el país, a pesar de la dura situación que atraviesa, una postura que ha sido respaldada por sus aliados en la escena internacional.