La primavera llega este viernes a las 23.45 horas
Nueve días después, el 29 de marzo, tendrá lugar el cambio de hora
El invierno se termina este viernes 20 de marzo con un eclipse de Sol que dará la bienvenida a la primavera. La nueva estación comenzará oficialmente a las 23.45 horas y terminará 92 días y 18 horas después, el 21 de junio, con la llegada del verano, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional del Ministerio de Fomento.
Nueve días después, el 29 de marzo, tendrá lugar el cambio de hora. A las 2 de la madrugada, hora peninsular, habrá que adelantar el reloj hasta las 3 (la 1 de la madrugada en Canarias pasará a ser las 2), con lo que este día tendrá, oficialmente, una hora menos.
Del mismo modo, según ha destacado el Instituto Geográfico Nacional, esta primavera se producirá un eclipse total de Luna (el 4 de abril) que no se podrá observar desde España, pero sí en Asia, Australia, océano Pacífico y América.
Además, Saturno pasará de ser visible al amanecer al principio de la primavera, a verse durante toda la noche y terminará la estación siendo sólo visible al anochecer, la inclinación de sus anillos será bastante favorable para su observación y el día 23 de mayo se producirá su máximo acercamiento anual a la Tierra. Por otro lado Venus, Júpiter y, hasta finales de abril, Marte serán visibles al atardecer.
El Instituto Geográfico Nacional explica que, según convenio, el inicio de las estaciones, por convenio, se produce en aquellos instantes en que la Tierra se encuentra en determinadas posiciones de su órbita alrededor del Sol.
En el caso de la primavera, esta posición es aquella en que el centro del Sol, visto desde la Tierra, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el norte. Cuando esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden, y por eso, a esta circunstancia se la llama también equinoccio de primavera. En este instante en el hemisferio sur se inicia el otoño.
De este modo, el equinoccio de primavera puede darse, a lo sumo, en tres fechas distintas a lo largo del siglo XXI, pudiendo iniciarse en los días 19 al 21 de marzo (fecha oficial española), siendo su inicio más tempranero el del año 2096 y el inicio más tardío el de 2003.
Las variaciones de un año a otro se deben a la forma en que encaja la secuencia de años según el calendario (unos bisiestos, otros no) con la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol (duración conocida como año trópico).
DÍAS MÁS LARGOS
La primavera es la época del año en que la longitud del día se alarga más rápidamente. A latitudes de la Península, el Sol sale por las mañanas antes que el día anterior y se pone después por la tarde.
Como consecuencia, al inicio de la primavera el tiempo en que el Sol está por encima del horizonte aumenta casi tres minutos cada día a la latitud de la península.
En cuanto a la actividad del Sol, en su superficie hay manchas, fulguraciones y protuberancias y en la Tierra se aprecia en alteraciones en la propagación de las ondas de radio y en una mayor presencia de auroras polares. Esta actividad sigue un periodo de aproximadamente 11 años, y está asociada al ciclo magnético del Sol.
La etapa actual es el ciclo solar número 24, que comenzó en diciembre de 2008 y llegó a su máximo en abril de 2014. Según las estimaciones realizadas por NOAA y Space Weather Prediction Center, durante la primavera el número de manchas solares decrecerá alcanzando valores entre 53 y 79.
La primera luna llena de la primavera se dará el 4 de abril, siendo el domingo siguiente (5 de abril) el Domingo de Pascua. En esta primavera se darán otras dos lunas llenas: 4 de mayo y 2 de junio.
En esta estación, sin necesidad de telescopio, se pueden observar las lluvias de meteoros que se producen ocasionalmente. La lluvia más importante de la primavera suele ser la de las Eta Acuáridas, cuyo máximo se da alrededor del 5 de mayo.
OBSERVACIONES DEL CIELO
En cuanto a las agrupaciones ficticias de estrellas conocidas como constelaciones, alrededor de la estrella Polar se verán a lo largo de la noche la Osa Menor, el Dragón, Cefeo y el León (Leo).
Con grandes prismáticos o un pequeño telescopio, dotados de un filtro lunar adecuado, se puede observar el relieve de la Luna. Para tener una buena visión de él conviene ir observándolo noche tras noche mientras va creciendo la iluminación de la Luna, pues así se ven aparecer nuevos accidentes orográficos.
Cuando la noche es más oscura por haber luna nueva, se puede intentar ver nebulosas de emisión como el complejo de nebulosas de Orión (Messier 42 y 43), el grupo de las estrellas Pléyades y el resto de supernova conocido como la nebulosa del Cangrejo (Messier 1). Con prismáticos también se pueden ver las lunas más brillantes de Júpiter y se puede hacer un recorrido por la franja estrellada que constituye la Vía Láctea.