La responsabilidad social del abogado

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En el pasado Congreso Nacional de la Asociación Española de Abogados Especializados en Responsabilidad Civil y Seguro, que aglutina a más de un millar de letrados cuya especialidad es el derecho de daños, y de la que me honro en ser su secretario general, tuvo lugar en la Ciudad de la Justicia de Valencia, donde nuevamente Juan Antonio Xiol Ríos, magistrado del Tribunal Constitucional y ex presidente dela Sala 1ª del tribunal Supremo, nos sorprendía con su intervención. Para ello conjugó con maestría un resumen sobre las funciones que actualmente desempeñan los letrados en nuestra sociedad, la importancia y transcendencia de las mismas y la gran responsabilidad que ello significa para los propios abogados.

Así, si bien es cierto que el abogado tiene una gran responsabilidad a nivel social y que su trabajo debe dirigirse a conseguir la justicia a todos los niveles, contribuyendo a la mejora social y al trato igualitario de todos los ciudadanos, también es cierto que el abogado, como jurista, debe desarrollar una función innovadora, influyendo en la evolución de nuestra doctrina Jurisprudencial, desarrollando aquellos cambios que en la misma se hagan necesarios.

En este sentido, la actitud del abogado debe ser valiente, atreverse a demandar jurídicamente aquellas pretensiones que a priori pueden resultar totalmente improcedentes, vistiéndolas de sentido lógico y fundamento, para que de este modo provoquen al menos el debate jurídico, pues solo de esta forma podrán conseguirse los cambios jurisprudenciales que ansiamos. Por este motivo debemos estudiar, innovar y revindicar nuevas demandas aunque las normas no las recojan, porque, como todos sabemos, lo que el abogado no pide el Juez no lo da. Es decir, si el abogado no hace un nuevo planteamiento de la cuestión, si no es capaz de transmitir los fundamentos que dan la razón a su pretensión aunque puedan parecer descabellados, es evidente que no habrá una sentencia que al menos entre al debate, y finalmente ofrezca una argumentación a favor o en contra de aquella.

Y es que solo así podrán sentarse las bases para una evolución o incluso un cambio jurisprudencial, provocando nuevos pronunciamientos sobre supuestos que no han sido planteados antes,  basados en ideas y conceptos que no han sido enjuiciados y de frente a los que desconocemos por tanto cuál hubiera sido la respuesta jurisprudencial. Se trata así de ser valientes, sin llegar a ser temerarios, pero siendo capaces de afrontar el reto de ver desestimada una pretensión o quizás estimada, por mucho que en un primer momento nos parezca que se trata de un objetivo inalcanzable.

De todo esto nos habló Xiol Rios, de nuestra responsabilidad social como abogados, de nuestra obligación de formación continua, de participación en el progreso doctrinal de nuestra materia, de no limitarnos a asumir la jurisprudencia sin revelarnos contra la que consideremos errónea o sin justificación suficiente, de nuestra obligación para con la sociedad y para nosotros mismos de dignificar nuestra maravillosa profesión. Después de todo esto creo que con la creación de la Medalla de Oro de nuestra Asociación, para imponérsela a este gran magistrado, no hemos hecho otra cosa que hacer Justicia con mayúscula.