'La Zubia Voluntaria', casi una década repartiendo solidaridad sin límites
El proyecto ciudadano del municipio granadino cuenta con iniciativas que van desde la atención personas mayores, talleres para inmigrantes o para personas con discapacidad
Hace casi una década, concretamente en el año 2014, Carmen Moral, una vecina de La Zubia sufrió el duro golpe de quedarse sin empleo a consecuencia de un ERE en su empresa. En aquel momento, esta granadina decidió que su día a día debía estar ocupado, no podía quedarse sin hacer nada, por lo que acudió al Ayuntamiento de esta localidad para ofrecerse como voluntaria para cualquier proyecto que el Consistorio tuviese en marcha. El primer paso fue crear una oficina municipal de voluntariado, con el objetivo de coordinar a aquellos vecinos que quisieran aportar su granito de arena a las familias del municipio. Tiempo después, el proyecto quería crecer más, quería llegar a todas la mayor cantidad de personas necesitadas posible. Así nació ‘La Zubia Voluntaria’.
El proyecto, aunque independiente del Ayuntamiento, se mantiene bajo la tutela del mismo, pues este proporciona los locales en los que la asociación desarrolla sus actividades así como el pago de los suministros necesarios para el mantenimientos de estos establecimientos. Con esta ayuda, la ONG puede destinar todo el dinero recaudado, a través de su tienda y boutique benéficas en sus diversas actuaciones para las familias más necesitadas del municipio.
Carmen Moral, voluntaria de la ONG, explica que, además que los proyectos que desarrollan los voluntarios, que actualmente son cerca de 70 las personas involucradas en la iniciativa, la asociación mantiene un contacto estrecho con las trabajadoras sociales del Ayuntamiento de La Zubia, personas que remiten “aquellas familias o personas que necesitan ayuda ya que nosotros no somos profesionales y no tenemos acceso a esos informes”.
Cualquier persona tiene cabida en 'La Zubia Voluntaria'
Uno de los proyectos más conocidos de ‘La Zubia Voluntaria’ es el desarrollado durante la pandemia del coronavirus llamado ‘Contigo en la distancia’. Con la llegada del confinamiento, las personas mayores del municipio granadino, al igual que ocurrió en todo el país, tuvieron que encerrarse en sus casas durante unas largas e interminables semanas en las que la soledad era su única compañía. A raíz de una llamada del Ayuntamiento local, la asociación arrancó esta iniciativa en la que hasta doce voluntarios dedicaron parte de su tiempo en llamar a los ancianos que lo solicitaban para hacerles algo de compañía.
“Nos coordinaba la responsable del área del mayor del Ayuntamiento y, a través de reuniones online, nos organizamos para repartirnos las personas a las que llamaríamos. Hacíamos un seguimiento para ver cómo se iban encontrando. Las relaciones que se crearon durante la pandemia con estos mayores no se han dejado. Los lazos de amistad siguen ahí y muchos voluntarios siguen llamando a estas personas, van a visitarlos a sus casa o salen a dar un paseo con ellos”.
Este no es el único proyecto que la organización tiene en marcha. Actualmente, imparten clases de español para inmigrantes, dan clases de apoyo escolar para niños de familias con problemas o para familias de inmigrantes y realizan talleres de costura, manualidades y yoga con niños con diversidad funcional.
Las ganas y la ilusión por seguir ayudando a los vecinos del municipio no cesan. Carmen Moral cuenta que la asociación ya planea organizar un festival benéfico para este verano y sobre la mesa está la idea de realizar cada mes lo que se conoce como ‘Death Café’. Este término hace referencia a unas charlas que se han puesto muy de moda en la que varias personas se reúnen para hablar de la muerte. La voluntaria explica que “esto surgió a raíz del ‘Contigo en la distancia’. Había muchos mayores que ya vían la muerte de cerca y tenían miedo. En estas charlas no hay expertos ni se trata de una terapia, simplemente se busca hablar sobre este tema. Ya hemos realizado dos reuniones y queremos conseguir que sea una vez al mes”.
En estos casi diez años de aventura, la vecina de La Zubia reconoce que jamás pensó cuando empezó el proyecto que podrían llegar a ayudar a tantísima gente. Su labor es tan importante que hasta recibió el pasado año el premio social de la Diputación de Granada. Ayudar a los demás es un gesto que a Carmen le permite levantarse “todas las mañanas dándole gracias a la vida por dejarme hacer lo que estoy haciendo ahora. Nunca he estado tan contenta y tan satisfecha. En el voluntariado siempre recibes mucho más de lo que das. Sentirte útil y ver que aportas algo a la sociedad es para estar muy agradecido a la vida”.