Lamentable colofón a un 2015 deprimente
El 2015 comenzó para el Granada con una dura y humillante derrota en Córdoba (2-0), un equipo hoy en Segunda División y ya por entonces medio desahuciado, y termina con los mismos parámetros, pero con un resultado aún más abultado (4-1), esta vez ante un recién ascendido como es Las Palmas. Cuando las uvas centran nuestras próximas horas de vida, los aficionados del Granada aún se preguntan cómo es posible que su equipo siga jugando en Primera. Es imposible que este equipo logre encadenar una buena racha de, al menos, tres victorias consecutivas, que marca la raya entre la vida y la muerte cuando se está con el agua al cuello. De hecho, la única vez que lo hizo en 2015 le sirvió para salvar la categoría. Y todavía muchos, entre los que me incluyo, no entendemos cómo ocurrió aquel milagro.
Me parece fenomenal que la moda nos lleve a insistir en que con Sandoval el Granada está practicando su mejor fútbol en estos cinco años en Primera, pero ni comparto esa reflexión ni aún haciéndolo, tiene efectos prácticos en la clasificación. La realidad es que el equipo andaluz comenzó el año en descenso y terminará 2015 en descenso. El resto de análisis quedan en un segundo plano. El Granada entrará en 2016 como estaba hace doce meses, y hace veinticuatro, y hace treinta y seis... Sufrir, ese es el sino del conjunto nazarí y de sus aficionados, que volverán a comerse las uvas y en uno de esos doce deseos les tocará pedir con más ahínco si cabe que, otra vez, aunque no se lo merezca, el milagro de la permanencia sea posible para el Granada. ¡Feliz año 2016!