Las sospechas de alergias infantiles a penicilinas tardan dos años en ser estudiadas
Los pediatras alergólogos advierten de la necesidad de acudir de manera precoz a la consulta para descartar la alergia
El tiempo que transcurre desde que un niño sufre una supuesta reacción a penicilinas hasta que se deriva a la consulta del pediatra alergólogo para ser estudiado es de 26 meses de media, según los resultados preliminares de un estudio realizado por la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Además, el 93% de esas sospechas no se confirman como alergias. Hasta que no se realiza el estudio, los menores son tratados con otros antibióticos “que no siempre serán de primera línea ni igual de eficaces”, advierte la doctora María Teresa Giner, coordinadora del Grupo de Trabajo de Alergia a Medicamentos de SEICAP, que ha realizado la investigación con 1.500 pacientes de 34 centros españoles.
Los motivos del retraso en los estudios de sospechas de alergias infantiles a antibióticos betalactámicos, penicilinas, por parte del pediatra alergólogo, son variados: “Puede deberse a la falsa creencia de que las pruebas alergológicas no deben hacerse en niños pequeños, a la diversidad de alternativas terapéuticas útiles, o las listas de espera de ciertos servicios o a la carga de trabajo de las consultas pediátricas que dificultan la elaboración de una historia clínica detallada”, indica la doctora Giner. De hecho, cuanto más prolongado es el intervalo de tiempo entre la reacción y la visita al especialista, la información que la familia aporta es menos fiable, “porque no recuerdan bien cómo y cuándo tuvo el niño la reacción”, insiste.
El 10% de todas las consultas de alergia pediátrica tienen que ver con sospechas de alergias a medicamentos, sobre todo, penicilinas, debido a que “es frecuente su indicación en procesos febriles, la mayoría virales, muy habituales en los niños y durante los cuales también es usual que surjan exantemas o erupciones que hacen dudar de si son provocadas por los antibióticos o no”, comenta la doctora Elena Alonso, vicepresidente de SEICAP. Ante esto, la primera medida es indicar un tratamiento alternativo. Sin embargo, ya que sólo un 7% de esas sospechas se confirman como verdaderas alergias, es conveniente acudir de manera precoz a un pediatra alergólogo que, en base a una historia clínica detallada, pueda programar el tipo de estudio adecuado a cada caso. Con ello, “facilitamos un diagnóstico rápido, sin pruebas innecesarias y no se limita la indicación de estos medicamentos cuando son necesarios, lo que beneficia tanto a las familias como a los pediatras de Atención Primaria”, comenta.
Estos resultados ponen de manifiesto que “lo más importante para el diagnóstico es la historia clínica detallada realizada por un médico experto y que en muchos casos, basta con la exposición al medicamento de forma controlada y vigilada por un pediatra alergólogo para confirmar o descartar el problema”, explica la doctora Giner. La apuesta de los pediatras alergólogos es favorecer un protocolo de actuación que permita un diagnóstico rápido, sin demoras y que evite pruebas molestas como los cutáneas o los análisis “que sólo se harán cuando la historia clínica lo indique”, añade.
Los resultados negativos de los análisis de sangre y las pruebas cutáneas “no descartan la existencia de alergia, ya que podemos obtener resultados normales y que el menor siga siendo alérgico, por lo que es frecuente tener que recurrir a las pruebas de exposición”, destaca la doctora Giner. Tanto las pruebas cutáneas como los análisis para reacciones inmediatas se pueden negativizar con el tiempo. Por otro lado, en las reacciones no inmediatas, las pruebas cutáneas muy rara vez son positivas y para ellas no se dispone de métodos analíticos diagnósticos. “En definitiva, en la mayoría de las veces es obligado hacer una prueba de provocación, que no está exenta de riesgo, siempre bajo el control de un pediatra alergólogo”, recalca.
POCO FRECUENTES
Entre los síntomas que pueden provocar las reacciones inmediatas a penicilinas se encuentran las de piel como urticaria u otras erupciones de diversos tipos; edema o inflamación de boca, cara, o cualquier zona del cuerpo; dificultad para respirar por broncoespasmo o por inflamación de la laringe; síntomas de rinitis y de conjuntivitis; síntomas digestivos; síntomas generales de anafilaxia, con bajada de la tensión arterial y shock. “Hay que tener en cuenta que existen otro tipo de reacciones no inmediatas por lo que en muchos casos en niños pequeños los síntomas pueden aparecer incluso días después de haberlos tomado”, comenta esta especialista. Cuando esto ocurre el menor debe ser supervisado en su domicilio y se ha de contactar de nuevo con el médico. Además, añade, “conviene tener la precaución de documentar y fotografiar la reacción antes de administrarle la medicación indicada por el pediatra alergólogo para esos síntomas”.
La verdadera alergia a medicamentos, cuya probabilidad se incrementa con la edad, “es poco frecuente en niños, por lo que la mayoría de sospechas suelen conducir a descartar la alergia, pero el diagnóstico debe ser de certeza y el estudio cuidadoso; no podemos decir no será alérgico sin demostrarlo”, subraya la doctora Giner. Los medicamentos con más sospecha de alergia en niños “son los antibióticos y dentro, de éstos, las penicilinas, así como los usados para la fiebre, el dolor o inflamación, como el ibuprofeno, la aspirina o similares, debido a que son los que más se utilizan en la edad infantil”, concluye.