Un Lorca llamado Manolo y otras leyendas granadinas
GranadaDigital cuenta la parte menos convencional de la historia de Granada a través de 5 leyendas de la ciudad
En una Granada muy, muy, antigua, de disputas entre árabes y cristianos, reinaba un rey nazarí de nombre Muley Hacén que, por amor a una esclava, perdió su reino y se retiró a vivir a los montes nevados, lugar donde le pediría a su amada ser enterrado cuando llegase su hora, cumpliendo ella finalmente su deseo y otorgándole el nombre de Mulhacén al monte.
En la película Ghost Rider, Nicolas Cage, en el cuerpo del superhéroe Jhonny Blaze, afirma que “las leyendas son un modo de entender las cosas mejor que nosotros mismos”. Granada, como ciudad antigua e histórica, es una tierra próspera en leyendas. Algunas son bastante conocidas y otras tan solo quedan en la memoria de los ancianos de la provincia, con riesgo de perderse para siempre. Por ello, GranadaDigital rescata algunas de estas maravillosas historias de años de antigüedad con el fin de que jamás se olviden.
Un Lorca llamado Manolo
Una de las leyendas granadinas es la no muerte Lorca, el poeta granadino sobre el que giran tantas historias como poemas escribió. En esta versión, Lorca no fue asesinado, sino que consiguió escapar de las manos de la muerte. Cuentan que uno de los muchos panaderos de Alfacar se encontró con el cuerpo malherido del poeta, a quien llevaría hasta el convento de San Bartolomé, donde comenzaría una nueva vida bajo el nombre de Manolo hasta que en 1954 finalmente moriría, reconociendo el panadero al poeta 20 años después en las noticias.
La escoba del Diablo
En una Alpujarra medieval, una joven de Bubión se enamoró de un cabrero de la zona. Sin embargo, su padre le tenía preparado un destino diferente al prometerla a un malvado señor feudal. El cabrero, dispuesto a huir con su amada, emprendió su viaje hacia el castillo para rescatarla, cuando, por el camino, se encontró cara a cara con el Diablo, quien le proporcionó una escoba para poder huir por Sierra Nevada, sepultando a su paso bajo la nieve a todo aquel que los persiguiera. Gracias a ello, la joven y el cabrero consiguieron escapar. Cuentan que la escoba barre a día de hoy la nieve de Sierra Nevada
El mono careto
En la misma Sierra Nevada se encuentra otra leyenda que advierte a sus visitantes del peligro de las montañas. El mono-careto, una pequeña especie de mono-duende, se encarga de matar a alpinistas, cortar cuerdas a escaladores, provocar aludes de nieve o desprendimientos de rocas, todo con el fin de castigar a aquellos que lo pasan bien sin tener cuidado.
El Patio de los Leones
Dicen que por amor las personas hacen lo que sea, pensamiento tomado muy a pecho por la protagonista de esta leyenda. Zaira fue una princesa árabe de la antigua Al-Andalús que tenía como padre a un rey cruel con el que vivía en el Palacio de los Leones de la Alhambra. La princesa, recluida y alejada del mundo por su padre, se enamoró de un joven con el que se encontraba a escondidas del rey, quien, desgraciadamente, descubrió el romance. El monarca condenó a muerte al amor de su hija, idea que aterrorizaba a la princesa. Zaira, desesperada, acudió a la alcoba del rey para rogarle misericordia, donde encontró el diario del monarca, en el que confesaba no ser el verdadero padre de la princesa y haber matado a los auténticos reyes y progenitores de Zaira. La joven, llena de furia y con ayuda de un talismán que siempre llevaba en memoria de su difunta madre, convirtió al rey y a sus hombres en doce leones de piedra, que, a día de hoy, sostienen la fuente del Patio de los Leones
La rosa de la Alhambra
Hubo un rey que tenía tres hijas llamadas Zayda, Zorayda y Zorahayda, quienes vivían encerradas en una torre, la Torre de las Infantas, debido al temor de su padre de que acabaran casándose con alguien indigno. Las tres princesas, solas en aquel lugar, buscaban distracción mirando al mundo desde la ventana de la torre, manera de la que acabaron enamorándose de tres caballeros cristianos que habían sido capturados. Las jóvenes encontraron la manera de conocer a aquellos tres hombres y, aprovechando el rescate que los iba a alejar de la Alhambra, urdieron un plan para fugarse con ellos. Sin embargo, la más pequeña de las hermanas, Zorahayda se arrepintió en el último momento, muriendo sola y triste. Sobre su sepultura, creció una rosa, conocida a día de hoy como 'La rosa de la Alhambra'.